Crónica de Bunbury: El concierto más corto de la historia
7 septiembre, 2016 1:01 pm Deja tus comentariosPabellón Principe Felipe, Zaragoza.
Si han comenzado la lectura de estas líneas por donde es habitual hacerlo, es decir, por el titular, permítanme decirles que no se dejen guiar siempre por las primeras impresiones, a veces simplemente se diseñan para captar la atención del lector. Dicho esto, querría hacerles dos aclaraciones al respecto.
La primera y más aclaratoria la encontrarán al final de la crónica, y mediante la segunda me gustaría explicarles que la razón de haberme tomado la licencia de usar la fórmula de tratamiento de “ustedes”: no es otra que hacer un guiño al modo inamovible en el que el maño sigue dirigiéndose a su público 30 años después, unas 10.000 almas que venían a darle las gracias por haber sido la banda sonora de sus vidas.
Mutaciones Tour 2016. Asistíamos al culmen de una gira que ha recorrido la geografía ibérica este verano, con un recinto a rebosar. Probablemente el hecho de que se supiese que un tercio del setlist iba a recoger su etapa en Héroes del Silencio -el grupo de rock que a más lugares del mundo ha llevado el idioma de Cervantes-, hizo que hubiese más fans de los habituales que cuando Enrique comienza o bien cierra gira en esta, su ciudad.
Tras la dulce intro Lawrence of Arabia, comenzaba dándonos el primer gancho de izquierda a las predispuestas y de antemano entregadas masas con la monumental "Iberia Sumergida", aquel tema con el que ya en 1995 gritaba por un cambio a las políticas del Gobierno de Felipe González; la verdad es que el mensaje de la canción para los tiempos convulsos que corren no sería para nada trasnochado.
“Un placer estar de vuelta en casa” exclamaba el mayor embajador de Aragón, y las cosechas propias "Club de los imposibles" y "Dos clavos en mis alas" allanaban el camino para la espectacular "Sirena varada", con pausa del cantante visiblemente emocionado mirando al cielo, consiguiendo contagiar ese sentimiento al respetable. "Porque las cosas cambian", hacía de nexo con otras dos joyas más de Héroes, "El camino del exceso", posiblemente el tema más aclamado del 'Espíritu del Vino' y la enérgica "Avalancha" que, aunque nuevamente arregladas, conseguían aportarle más valor añadido si cabe a estas inmortales composiciones. Para los amantes de la etapa más excéntrica del aragonés daba paso a "Que tengas suertecita" para enlazarla con el tema del disco que compusiera junto con Nacho Vegas: "Puta desagradecida". Seguían lloviendo cual lluvia de estrellas canciones que le devolvieron en 1999 el respeto y la aceptación de la crítica y público tras el no del todo valorado debut en solitario con Radical Sonora. Por eso "El extranjero" e "Infinito" de su 2º disco 'Pequeño' fue de lo más aplaudido por su legión de seguidores. Proseguía con la autobiográfica "El hombre delgado que no flaqueará jamás", la reivindicativa "Despierta", ese gran tema para cuyo videoclip Iker Jimenez “puso la cara”, para llegar al momento de éxtasis de la velada con "Mar adentro" y "Maldito duende", donde Bunbury volvió a darse un baño de masas entre unas primeras filas entregadas del todo. El melódico hit "Lady Blue" fue la señal que daba paso a los bises. "Más alto que nosotros solo el cielo" y la canalla y cabaretera "Sí" abrían los mismos, para dejar paso a la visceral y mágica "La chispa adecuada". Pelos como escarpias en más de uno y sentimientos de emoción a flor de piel generalizado recogían de buen agrado "Los habitante" antes del segundo pase de bises, con" De todo el mundo" y el mejor vals con el que se puede cerrar un concierto: "Al final". Caras de felicidad por doquier, incluida la de Beltrán, un entrañable niño que tuvimos al lado durante buena parte del show y que junto con su guapa madre no perdió detalle del mismo, sabiendo reconocer los temas con sus apenas 3 añitos. Increíble saber estar con esa edad en un evento de estas características.
Lo cierto es, y aclarando así el titular que arriba dejábamos pendiente, que el concierto tuvo la duración previsible, 2 horas redondas, con una puntualidad escrupulosa en la hora de inicio previsto, pero fue tal la compilación abarcando 30 años de majestuosas canciones de Héroes del Silencio y Bunbury que nos fueron regalados en ese tiempo, que una vez acabado todo el carrusel de “rolas”, la sensación general fue de que más corto no se nos podía haber hecho el concierto, como si de él más corto de la historia se tratase.
Ya el domingo por la mañana, con la resaca de la celebración del espectáculo que pudimos disfrutar la noche anterior, nos encontramos en el hall del hotel con dos salados andaluces que nos contaban que tenían unas 8-9 horas de viaje de vuelta hasta Huelva. "¿Desde Huelva, hermano?", preguntó un servidor. "¡Quillo! ¡Se trata de Enrique Bunbury!", nos espetó. No hubo nada más que añadir, ni yo lo haré aquí: la anécdota resume por sí mismo el sentir general de los que allí estuvimos, dentro del cual, por supuestísimo, me incluyo. Grande Bunbury y grande su flamante formación de los Santos Inocentes en, probablemente, su mejor estado de forma. ¡Hasta pronto!
Texto: Iker Vicente
Foto (Archivo): David Corso Navarro
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