Crónica de Belako: Post punk para las masas
7 diciembre, 2015 6:35 pm Deja tus comentariosKafe Antzokia, Bilbao
Quizás pocos sepan que en sus inicios los mastodónticos U2 antes de llenar pabellones eran un grupo que bebía los vientos por Siouxsie & The Banshees, Joy Division o Public Image Limited. Una banda que pertenecía al estricto circuito underground y se movía en las coordenadas tenebrosas con afán experimentador que empezaron a brotar a finales de los setenta como una misma reacción ante los repetitivos tres acordes. Basta mencionar que el hermano del guitarrista The Edge abandonó el grupo para formar parte de Virgin Prunes, que con el tiempo se convertirían en auténticos pioneros del gothic rock en Irlanda.
No fue hasta el tercer álbum ‘War’, con un marcado mensaje político influenciado por la convulsa situación del Ulster y un sonido que ya viraba hacia derroteros más comerciales, cuando muchos vislumbraron su capacidad para alcanzar los gustos mayoritarios y transformarse en una referencia imprescindible de la cultura popular a la altura de sus idolatrados The Beatles o The Rolling Stones. Otros compis de generación como Simple Minds también alcanzaron el éxito masivo, aunque sin montajes tan grandilocuentes del estilo de los de Bono y compañía.
Una senda similar parecen seguir cada vez más los vizcaínos Belako, que volvieron a agotar entradas en una de las primeras fechas de la gira de presentación de su nuevo disco ‘Hamen’, cuya salida se ha retrasado hasta el 22 de enero. Eso no impidió empero para que una multitud eminentemente juvenil reventara de nuevo el Kafe Antzoki bilbaíno, algo que ya va camino de ser una especie de tradición cuando tocan por estos lares.
Todavía se podía respirar con Yellow Big Machine, que empezaron metiendo ruido blanco a lo Sonic Youth y facturaron tal vez el mejor bolo que les recordamos. Pusieron a la peña a botar, incluidos a los propios miembros de Belako que se encontraban en primera fila, con su rock alternativo deudor de Pixies, The Jesus & Mary Chain o Hüsker Dü y se les notaron las inmensas tablas que acumulan en directo. Si en breve no han alcanzado más allá del Nervión la repercusión y el estatus de We Are Standard o los cabezas de cartel estaríamos hablando de una injusticia.
Armados con un par de baterías y una buena dosis de guitarras chirriantes en la línea de Triángulo de Amor Bizarro, Perro gozan asimismo de una merecida reputación en el rollo indie, pese a que sus voces sean francamente mejorables. Su pulso post punk engancha tanto como su versatilidad, pues pueden arrancarse con un riff a lo “Immigrant Song” de Led Zeppelin que rendirse ante la electrónica vintage y legar estampas impresionantes con sus dos bateras aporreando al unísono. Y no hablemos ya si a uno le da por escuchar sus desquiciantes letras. Con mucha razón estos murcianos van escalando posiciones.
Reinventarse siempre es una ardua tarea no apta para los tibios de vocación, pero Belako demostraron esa noche que están preparados para eso y bastante más. El desafío residía en cómo buscar acomodo a las novedades de su próximo redondo entre tanto momento memorable que atesoran en sus bolos y que sería un pecado suprimir. Esa era la inquietud que nos atenazaba, pero podemos respirar tranquilos, no hay motivos para preocuparse.
Pese a un comienzo titubeante en el que aprovecharon para descargar temas nuevos, ante cierta estupefacción del personal, enseguida descorcharon la botella de champán y subieron cual espuma. Tras un alarde muy guitarrero de rabia post punk, con “Stop Contradictions” aquello ya se tornó en lo que habíamos contemplado en otras ocasiones, esto es, un fiestón en toda regla, con peña botando y cantando temas a pleno pulmón, igual que si fuera lo más comercial del mundo.
Las esencias se mantuvieron presentes con “Crime”, donde Josu nos legó un solo de órdago, mencionar en este aspecto que en los cortes de su inminente lanzamiento parece que han retorcido el sonido hasta acercarse a esos punteos de Tom Morello que casi se asemejan a una auténtica sinfonía de ruiditos. En las antípodas de esa vertiente experimental se sitúa “Track Sei”, con su leve deje accesible que se recibió como a un verdadero clásico. Ha calado, no hay duda.
Las vacilaciones desaparecen de idéntico modo en “Beautiful World”, de sobra consolidada con su aire en plan los The Cure animados. Y en “Molly & Pete” la entregada multitud cantó hasta las partes de teclado, dada la juerga que había abajo, no era de extrañar que ellos en las tablas se lo pasaran en grande, se les notaba en la cara, aparte de mantener intacto su desmedido nivel, todavía no he conocido a nadie que salga defraudado de un bolo suyo.
Descolocó un poco que metieran un tema nuevo lento así en medias, aún no estamos acostumbrados a este tipo de cosas en sus conciertos. Pero no tardaron en llegar esos instantes por los que de inmediato se les recuerda, caso de la furia desatada de la bajista Lore en “Vandalism”, donde hubo pogos y alguno hasta perdió una zapatilla. El protagonismo recayó en el guitarra Josu en “Zaldi Baltza”, que tomó el micro ante una sala completamente entregada en pleno éxtasis.
Y mientras bajaba una reluciente bola de discoteca sabíamos que había llegado el turno para que Cris se luciera a la voz con esa espectacular versión del “Sinnerman” de Nina Simone de la que ya les costará despegarse algún día de su repertorio. Creo que ya lo he dicho otras veces, pero nunca dejaremos de alabar el porte elegante y la clase de esta cantante rubia que se crece en directo y otorga interpretaciones que superan lo escuchado en estudio. La languidez no debería estar exenta de potencia vocal.
El colofón no se hubiera entendido sin un “Sea of Confusion” en el que se elevaron las gargantas hasta su máxima expresión, ahí se apreció de veras el poder de esa desbordante muchedumbre que agotó el papel. Presa del entusiasmo, Josu se subió a los bafles para puntear desde allí con el mar de fieles en lontananza. ¡Oh, mi capitán!
No encallaron tampoco en los bises con “Haunted House” y el momentazo New Order de “Aarean Bez” con los cuerpos sudorosos en colisión a punto de fundirse en un todo universal. El sentimiento de hermandad en estado puro. Ese que asimismo parece mandar sobre el escenario. Post punk para las masas. Talento a discreción.
Texto: Alfredo Villaescusa
Fotos: Marina Rouan
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