Crónica de Alan Parsons Live Project: Sinfonía contra los elementos
12 julio, 2016 5:46 pm Deja tus comentariosNoches del Botánico. Real Jardín Botánico Alfonso XIII, Madrid.
El caso de Alan Parsons es desde luego único en el mundo del rock. Empezó como un reputado ingeniero de sonido y productor y llegó a trabajar con los Beatles (‘Abbey Road’, ‘Let It Be’) con tan sólo 19 años, siendo también el artífice del sonido rompedor del ‘Dark Side of the Moon’ de los Pink Floyd. De hecho, rechazó volver a trabajar con ellos para su siguiente disco, ‘Wish You Were Here’, porque, mientras tanto, había conocido a Eric Woolfson, un músico y manager escocés quien le propuso que lanzara su propio proyecto; esta iniciativa consistiría en editar discos con músicos de estudio para promocionarse como ingeniero de sonido sin llegar a tocar en directo.
El resultado fueron diez discos (doce si contamos los no oficiales ‘Freudiana’ y ‘The Sicilian Defense’) en los que el rock sinfónico y el AOR se mezclaban con la música orquestal y elementos electrónicos, todo un desahogo creativo para Parsons, acostumbrado a estar detrás de la mesa de control.
Llegaron a vender más de treinta millones de discos y eso sin tocar nunca en directo; entre otros factores, por aquellos tiempos era casi imposible reproducir sobre un escenario toda la instrumentación y arreglos complejos incluidos en los discos. Una vez que la asociación Parsons-Woolfson (fallecido este último en 2009) se terminó, allá por 1993, Parsons decidió llevar los temas sobre las tablas, pudiendo saborearlos un servidor por primera vez en las fiestas patronales de Madrid en 2004.
Doce años después, vuelvo a reencontrarme con uno de mis artistas favoritos de toda la vida gracias a la serie de conciertos al aire libre ofrecidos en el jardín botánico del campus de la Universidad Complutense de Madrid. En esta ocasión, y como deferencia a su compañero fallecido, el músico británico ha decidido llevar la música a la carretera adjuntando la palabra Live, para diferenciarlo del Alan Parsons Project original.
La primera cosa que me llamó la atención fue el lleno total que se registró en el recinto con un público de lo más variopinto: desde heavies y gente de alto standing, hasta intelectuales (seguramente mucha gente universitaria) y gente de todas las edades. Desgraciadamente, como suele pasar en este tipo de conciertos, hubo muchas personas entre ellos que estaban allí solamente por decir que habían estado y a lo largo de la actuación no paraban de hablar... pero me ahorraré los calificativos. El concierto empezó con algo de retraso y Parsons y su banda salieron poco después de las 22:00 con “I, Robot”, el épico instrumental de su homónimo disco de 1976 y, aunque el sonido estuvo cristalino, alto, perfectamente equilibrado y compacto como es de costumbre en este recinto (resulta obvio que un reputado productor/ingeniero de sonido como él lo supo aprovechar), me quedé con una sensación agridulce tras escuchar los arreglos orquestales y los coros grandilocuentes reproducidos por teclados. Aquí hay que decir que siento más predilección por su faceta más oscura, épica, orquestal y melancólica que la de los hits de toda la vida, pero esto yace en el terreno de los gustos personales. Lo mismo ocurrió con el siguiente tema, “Damned If I Do” de su disco ‘Eve’ (1979), un tema con una fuerte base orquestal sustituida por teclados, aunque hay que decir que las guitarras salen ganando así. En este punto también hay debo añadir que Alan cuenta con un jugoso elenco de músicos, siete en total, que saben llevar a la perfección en directo la visión musical de Parsons/Woolfson, ofreciendo así a Parsons la seguridad de que los temas suenen casi iguales que en los discos. Todos están en primera línea, mientras que Parsons se queda atrás situado en una plataforma, añadiendo centímetros a su ya gran altura (mide casi dos metros). Desde allí nos obsequió con su voz, bastante parecida a la de Eric Woolfson, el primer hit de la noche, “Don’t Answer Me” (cantado por Woolfson en el disco ‘Ammonia Avenue’ de 1984), un ejemplo perfecto de pop rock con gancho. Prosiguieron con la balada “Time” del disco ‘Turn of a Friendly Card’ (1980), una balada demasiado almibarada a mi parecer pero que levantó pasiones entre el respetable. “Psychobabble” (“Eye in the Sky”, 1981) volvió a acelerar el ritmo del concierto aunque por entonces ya empezaban a concentrarse unas nubes amenazadores por encima de Madrid y un servidor empezó a temer que se iba a repetir la misma historia que el año pasado en Chicago, cuando tuvieron que suspender su actuación en el mismo recinto por culpa de una tormenta estival.
El toque más funky, casi discotequero, vino con “I Wouldn’t Want to Be Like You” (‘I, Robot’, 1976). Si a su brutal sonido le añadimos un buen solo de bajo, podríamos decir que este corte supuso uno de los momentos álgidos del concierto. Las revoluciones volvieron a bajar con la balada “Days Are Numbers”, proveniente del disco ‘Vulture Culture’ de 1984 cuando ya Parsons y Woolfson se habían metido de lleno en terrenos de AOR dejando atrás sus raíces oscuras y épicas. Por fin, llegó la hora de una de mis piezas favoritas, la suite de 16 minutos “Turn of a Friendly Card”, una de sus composiciones más emotivas de su discografía y que, para mí, contiene todos los elementos destacables de su música. Se trata de una pieza con muchas partes orquestales las cuales fueron transformadas en sintonías generadas por teclados pero, si obviamos este detalle, por lo demás sonó de una manera impepinable. Sobre todo la parte instrumental, “Ace of Swords”, la cual sonó más épica aún mientras los rayos empezaban a surcar el cielo madrileño y las gotas de agua que habían hecho acto de presencia hace poco, por entonces ya se transformaron en chuzos de punta.
Cuando ya entraron en la última parte de la suite, la gente empezaba a buscarse refugio donde y como podía, ya que aquello parecía al cataclismo universal. Obviamente, los organizadores tuvieron que anunciar el suspenso temporal del concierto ya que era peligroso seguir por la tormenta eléctrica, mientras proveían al respetable con un par de carpas despegables para protegerse; buenos reflejos y chapeau! por ellos. Curiosamente, la gente que decidió que había tenido demasiado y se marchó fue poca, mientras que los más fanáticos no dejaban de alentar a la banda que volviera a salir a grito de “oe, oe, oeeeee”. Aparentemente, los dioses de la tormenta les hicieron caso ya que poco a poco, los elementos de la naturaleza se amainaron y a las 23:40 la banda volvió a subir al escenario. Parsons nos pidió disculpas por ese revés y enseguida arrancaron con una de los instrumentales más famosos en el mundo del rock, “Sirius”, que como cabía esperar, sirvió como intro para su tema más popular y comercial, “Eye In the Sky”, del homónimo disco del 1982 y que obviamente fue el más correado por parte del respetable, el cual además estaba de pie al completo ya que las sillas ya no servían por estar empapadas. Un tema que no me esperaba fue “(The System of) Dr. Tarr and Professor Fether” de su debut inspirado en los cuentos de Edgar Allan Poe, ‘Tales of Mystery and Imagination’ (1976); no se encuentra entre sus más populares, pero resulta ser muy efectivo en directo.
El cierre no podía ser otro que con el tema “Games People Play”, la cual es junto a “Eye In the Sky” su canción más pegadiza y comercial. Este corte protagonizó el primer momento en el que Parsons pasó a primera fila haciendo un guiño a todo el respetable, paseando por el escenario guitarra en mano (se nota que lo suyo es estar detrás de una mesa de control y no sobre el escenario). Ya habíamos llegado a medianoche y según la normativa esto tenía que acabar, pero Parsons tuvo el detalle de sobrepasar el límite de tiempo para un tema más, la balada “Don’t Let It Show”; quizás sea un anticlímax cerrar un concierto con una balada pero, dadas las circunstancias, fue todo un detalle por su parte. En definitiva, aunque no sonaron algunos de mis temas favoritos como “La Sagrada Familia”, “Luciferama” o “Breakdown” por culpa de la tormenta, el combo liderado por Parsons es una máquina bien engrasada que ofrece un directo de alta calidad y que hace honor a su legado discográfico. Obviamente, nos quedamos con ganas de más y en la (muy) breve conversación que mantuve con él en el backstage, prometió volver para rematar la faena con un concierto completo. ¡Ojalá!
Texto: Yorgos Goumas
Foto: Alfonso Davila
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