BAND OF FRIENDS: LA LEYENDA DEL IRLANDÉS BORRACHO
19 mayo, 2015 11:31 am 2 ComentariosKafe Antzokia, Bilbao
Nunca hemos sido un firme defensor de la fiebre actual de grupos tributo que llega a extremos intolerables como tratar de sustituir a originales en activo. Pero en ocasiones no queda otra para disfrutar de un repertorio mítico que de otra manera sería imposible escuchar en directo. Por lo menos con un mínimo de dignidad.
Eso es lo que pasa con Band of Friends, un power trío que rinde homenaje al eterno cancionero del inigualable guitarrista Rory Gallagher. Aquí se encuentran Gerry McAvoy, acompañante del irlandés al bajo durante veinte años, y el batería Ted McKenna, otro insigne escudero del hacha beodo durante el tramo comprendido entre 1977 y 1981. Completa la formación en un papel decisivo a las seis cuerdas y a la voz el holandés Marcel Scherpenzeel, que desde su más tierna juventud intentó seguir los pasos de Jimi Hendrix, John Lee Hooker, o el propio Gallagher, vaya.
Con semejantes mimbres, la cita debería haber sido un éxito rotundo sin paliativos en términos de asistencia, pero lo cierto es que no se alcanzó ni de lejos el centenar de personas. Eso sí, los que acudieron eran fans a muerte, bastaba darse un garbeo por ahí para ver unas cuantas camisetas con la efigie de Rory, algunas incluso de su disco ‘Deuce’ de 1971.
Ante un nutrido respetable eminentemente envejecido, el grupo de colegas más conocido como Band Of Friends demostraron de primeras que eran algo más que un tributo con su sobrada solvencia a las tablas, en especial la de su guitarra y voceras, el rubio sudoroso Marcel Scherpenzeel, que clavaba los tonos con una fidelidad pasmosa y casi le deberían sangrar los dedos de tanto puntear. Muy grande.No obstante, el que llevaba la voz cantante y se encargaba de las presentaciones y demás durante todo el show era el bajista risueño Gerry McAvoy, con cara de personaje de cómic y gestos que a veces rayaban lo histriónico, como esa manía de pegarse al guitarra en los punteos para hacerse notar. Una especie de pájaro loco que provocó unas cuantas risas entre la concurrencia.
No tardaron en dar rienda suelta al blues expansivo de piezas como “Wayward Child” y sus divagaciones instrumentales de cortar el hipo. Además, manejaban con maestría los silencios y en las partes relajadas o en las repentinas arrancadas el personal aplaudía a rabiar. Creo que fue de los pocos conciertos en los que hemos estado últimamente en los que la proporción de descerebrados dando la brasa con su teléfono móvil no alcanzaba el número de resultar indignante. Había gente haciendo fotos, sí, pero se situaban en las esquinas o delante y no molestaban demasiado. Ya hemos mencionado el carácter estratosférico de los solos, pero es que disponían asimismo de una liturgia concreta, pues se acercaban a las escaleras que separaban la pista del ruedo como toreros ofreciendo la oreja cortada a la afición y la peña estallaba en sonoras ovaciones. Eran muy tocones.
Hubo momentos graciosos, como cuando el bajista de ojos saltones se disculpó por su falta de dominio del español y alguno le gritó: “¡Habla en euskera!”. O cuando preguntaba a la concurrencia: “¿Conocéis el blues?” y movía la cabeza repetidas veces haciendo el gesto negativo hasta conseguir la respuesta adecuada. Todo un showman este hombre que no dudaba en colocarse al lado del guitarra en los solos y trataba de reproducir sus gestos con las manos, mientras a un gesto de su índice la peña gritaba “hey”. No se centraron únicamente en el repertorio del difunto bluesman, sino que también presentaron temas propios, como “Sing It With The Band”, que reincidía en su propuesta añeja despojada de cualquier absoluto modernismo. Un acierto que añadía dinamismo a un repertorio que para nada se hacía cansino, puesto que el legado de irlandés se basta por sí solo para ejecutar un bolo más que decente.
Uno de los momentos emotivos llegó cuando dedicaron el blues de copa y puro “A Million Miles Away” a todos los miembros de la banda de Rory Gallagher, sin olvidarse del mismo homenajeado. Llevaban la lección muy aprendida, con su cantante bordando cada giro y cada nota, mientras el bajista a su vera era un tipo feliz de la vida que se notaba que disfrutaba aquello con una intensidad inaudita. Este señor todavía nos proporcionó otro instante hilarante cuando simuló bailar sevillanas en el inicio de la colosal “Tatto’d Lady”, algo más acelerada que la versión en estudio y con un punteo, una vez más, monumental, que pilló a Marcel y Gerry bajando las escaleras y apuntando con sus mástiles a la audiencia. Aún tuvieron tiempo de regresar para los bises con “Succubus”, otra pieza propia, y bajar la persiana con “Bullfrog Blues” de William Harris, ese corte con el que el finado también cerraba su disco en directo ‘Live In Europe’ y que desató los ánimos de la afición, alguno hasta gritó “yihaaah”, igual que si estuviera en un rodeo. Haría tiempo que no se correrían una fiesta de esas.
Pues mereció mucho la pena esta velada dedicada a la leyenda del irlandés borracho, uno de los mártires totales del rock junto a Marc Bolan, Jim Morrison o tantos otros que ya será imposible ver en directo. A falta de originales, quedan sustitutivos.
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
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2 comentarios
Mejor homenaje al gran RORY GALLAGHER imposible con estos buenos músicos en forma de BAND OF FRIENDS y si encima en dicha banda están dos musicazos y ex-compañeros del RORY como son RON y GERRY MACAVOY que más se puede pedir interpretando dichos clásicos del mejor rock/blues.A falta del genio irlandés muy buenos son dichos músicos!!!
vaya falta de respeto señor villaescusa,solo te dedicas a calificar al genio rory gallager de borracho...mal muy mal.
a saber que te has tomado tu antes de escribir la cronica