ROCK & MOTO: A POR BRASIL
27 octubre, 2010 8:32 am 4 ComentariosNuestro héroe y patrocinado trotamundos sobre dos ruedas, Javier Pérez, arrancó su sexto viaje por Sudamérica en la que será su aventura más extensa y duradera viajando durante dos meses desde Argentina para adentrarse la mayor parte del recorrido en el centro y norte del Brasil para bajar por Bolivia - Paraguay y regresar a su base de Buenos Aires. Aquí teneis sus primeras impresiones de otro viaje alucinante.
Del 21 de al 30 de noviembre. REYES-COROICO-SUCRE-SANTA CRUZ-ENTRADA A ARGENTINA.
A los pocos minutos de salir de Reyes, el domingo 21 llegaba a Rurrenabaque, ciudad que ya visité en 2007 durante el viaje que dediqué a recorrer prácticamente todo el territorio boliviano.
Lejos de la tranquilidad de aquel entonces, allí encontré un apabullante ambiente turístico que no encajaba en absoluto con lo que esperaba en esta segunda visita.
Grupos de turistas atraídos por el reclamo de varias agencias “oferta fin de semana” paseaban por las calles con sus trajes recién estrenados. Por supuesto, otra forma de hacer turismo, tan respetable como la mía y a la que aplaudo por la decisión de salir de casa para disfrutar y conocer experiencias nuevas, acertando al elegir Rurrenabaque, ciudad con cientos de excursiones programadas a través del Parque Nacional Madidi -unas más light, otras más extremas-.
Ansioso por disfrutar de nuevo de la “Carretera de la Muerte”, continué la ruta por los Andes bolivianos.
En estos lugares es de suma importancia estar atentos a los mapas. Calcular bien las distancias y tener en cuenta la climatología del momento, es fundamental si queremos acabar el día durmiendo bajo techo. Así pues, con lluvia, niebla y mucho calor, fijé la localidad de Coroico como la más adecuada para pasar la noche.
Para que entendáis mejor lo que se siente al rodar con una moto por esta famosa carretera, -según se dice, la más peligrosa del mundo- os invito a buscar en youtube, google etc. Carretera de la Muerte Bolivia o Camino de la Muerte Bolivia. IMPRESIONANTE.
Tierra, barro, caídas de agua, curvas casi imposibles y realmente estremecedoras (más aun si se miran los profundos precipicios), angustiosas estrecheces… No olvido decir que, ¿naturalmente? la carreterita en cuestión, es de dos direcciones!!! En la bajada es obligatorio circular por la izquierda, de esa forma, los camiones y autobuses que suben cargados, lo hagan pegados a la roca, y en caso de cruce con otro vehículo, sobretodo en días de lluvia, el terreno no ceda y por consiguiente caiga por el abismo. Por cierto, una multitud de cruces clavadas en el lateral del camino recuerdan que, según las estadísticas, en diez años, aquí han perdido la vida 885 personas y 6.119 han resultado heridas.
¿Qué ocurre cuando se cruzan dos vehículos de grandes dimensiones? Aparte de rezar, uno de ellos debe retroceder –con gran pericia- hasta que el vehículo que circula en sentido contrario tenga espacio para continuar.
El descenso de esta carretera con nombre más que justificado comienza en el Paso La Cumbrera, a 4.700 m.s.n.m. y su desnivel de 3.500 m. transcurre en tan solo 64 Km. hasta llegar a Yolosa, localidad situada a 1.200 m.s.n.m. O sea, descarga de adrenalina A TOPE.
Por supuesto, todo el recorrido se hace arropado por un paisaje espectacular. Los profundos valles subtropicales característicos de Las Yungas dibujan una belleza tan impactante como indescriptible.
Así, al anochecer, llegué a Coroico, una pequeña y famosa ciudad donde en los últimos años se han instalado de forma permanente europeos… y viendo el enclave de la población, es de entender tal decisión. Hospedado en el Hotel Oriental, descansé de la agotadora jornada. Continuando la ruta, al día siguiente, sin detenerme en La Paz por haber visitado ya la ciudad en mi anterior viaje. Tras pasar Oruro, llegué a pequeña población de Challapata, alojándome en el Hotel Victoria. El martes 23 de Noviembre llegué a Sucre, donde tuve la oportunidad de saludar a un buen amigo que aguardaba mi llegada. Cómodamente instalado en el Hotel Plaza, disfruté de esta buena amistad durante dos días.
Con rumbo al Parque Nacional Amboró, llegué hasta sus mismas puertas, en concreto a la pequeña localidad de Saimapata, habitual en las rutas de “mochileros” .Llegar hasta allí fue toda una odisea: once largas horas para recorrer los 386 Km. que la separan de Sucre. Ante la ausencia de hoteles –si hay, yo no encontré ninguno- acepté la oferta de una hospitalaria familia de campesinos que hicieron de su pequeño y confortable hogar el lugar ideal para descansar. Gracias por todo Doña Julia.
Tras visitar La Fortaleza y el Parque Arqueológico de Amboró, continué la ruta el sábado 27 llegando a Santa Cruz a primera hora de la tarde y hospedándome en el Hotel Casa Blanca. Allí me esperaban varias y agradables sorpresas. Por un lado, mis amigos del Moto Club Santa Cruz, que dieron muestras un año más de su gran categoría humana. Con ellos compartí agradables cenas y paseos que me hacen recordar lo afortunado que soy al contar con amigos de este calibre. Gracias a todos.
Por otro lado, desde casa me llega la grata noticia de que casualmente la gran banda española Mago de Oz, ofrecen un concierto en la ciudad al día siguiente, domingo 28 de Noviembre. Si habéis observado, en mi moto llevo unas pegatinas con el aliento y ánimo de mi amigo Vicente “Mariskal Romero”, quien tras contactar con el promotor, no tardó en concertar un encuentro con la banda.
Así pues, el domingo 28, tras el atento recibimiento del promotor Pocho Hurling, tuve el gran honor de ser recibido y atendido por los Mago de Oz al completo, resultando un encuentro muy emotivo para mí, por producirse en tierras tan lejanas. Compartir todo el día con estos fenomenales músicos y mejores personas fue una auténtica pasada. Pese a estar agotados –el día antes, actuaron con gran éxito en Buenos Aires- y sin conocernos previamente, hubo buen rollo desde el principio, y lo pasamos a lo grande juntos durante todo el día.
Mis planes de continuar el viaje al mediodía tuvieron que ser pospuestos ante la insistencia de todos ellos para que me quedara y asistir al concierto. ¡Imposible negarme!. Tras dejar la moto a buen recaudo en el parking de su hotel, subí junto a toda la banda al autobús que nos llevaría hasta la repleta sala Sonilum, donde ofrecieron un concierto acojonante, así de claro. Los que seguimos a la banda desde sus inicios, estamos muy al tanto de su progresiva expansión en los países de Sudamérica. Pero amigos, confieso que esa noche, viviendo in situ su apabullante éxito, me sentí orgulloso por la grandeza de estos chicos que pasean por medio mundo su rock con mayúsculas. ¡Un gustazo!
Gracias amigos, quedo en deuda con todos vosotros.
Emocionado aún por la experiencia del día anterior, en medio de un diluvio que hacía pensar muy seriamente salir a la carretera –el caudal del río Piraí creció dos metros y medio en apenas unas horas-, finalmente decidí sortear las inundadas calles de Santa Cruz y continuar el viaje rumbo a Paraguay. Una noche más en el Hotel Raldes de Villa Montes y tocaba decir adiós a Bolivia. Hasta siempre a los buenos amigos que aquí dejo.
El barro y la lluvia me impidieron entrar a Paraguay por donde tenia planeado. La carretera estaba cortada. Por lo cual, decido acceder a Argentina por Yacuiba -cómo no- acompañado de una lluvia tan intensa como preocupante. La Ruta 81 es una larguísima recta de casi 800 Km. A medio camino, me detengo en el Hotel Parador del pueblo Ingeniero Guillermo N. Juárez, donde me informan que se han recogido durante la mañana 125 litros por metro cuadrado…. La mitad de esta agua, seguro que entre mis bolsillos… ¡Esto sí es llover!
Ahora toca descansar. Os dejo con una buena selección de fotos. ¡Hasta pronto amigos!
Saludos desde algún lugar perdido de esta querida Argentina.
Javier Pérez
Sábado 20 de Noviembre
El viaje continúa y es el momento de decir HOLA BOLIVIA. A primera hora de la mañana salía de Guayaramerín enfilando la ruta nº 8. Mi meta del día: Rurrenabaque, a las mismas puestas del Parque Nacional Madidi, aunque finalmente la noche la pasaré en el Hotel Oriental de Reyes, un pueblecito ganadero a tan solo 25 kilómetros de la meta marcada y donde me encuentro en estos momentos. A buen seguro que alguien se preguntará el motivo de no haber continuado esos escasos 25 kilómetros para llegar hasta Rurrenabaque. Pues bien, voy a contestar: el cansancio. Quienes me conocen bien, pueden imaginar en qué estado físico estoy para no poder continuar tan solo 25 insignificantes kilómetros.
Y es que la ruta ha sido infernal. Hasta aquí he llegado totalmente cubierto de polvo y barro… y ni os cuento cómo está la moto. Han sido 648 kilómetros transcurridos entre una vegetación baja, mucha ganadería y, lamentablemente varios bosques quemados. Combustible … con dificultad, por suerte se pueden encontrar en algunas aldeas unas botellas de refresco con dos litros de gasolina, por la que tienes que pagar tres veces su precio. Once horas de mucho calor, 34-38 grados, con momentos de lluvia por una carretera de ripio y tramos de tierra, lo que me hacia mirar continuamente al cielo rezando para que no descargase más agua. Observando con inquietud los cinco o seis coches que me he cruzado en todo el trayecto, sabía que si en los bajos de los vehículos veía barro… irremediablemente más adelante me esperaban muchas dificultades para no caerme con la moto.
Sabéis que la conducción durante tantos kilómetros en estas condiciones conlleva un gran desgaste físico. Por tanto, con la noche encima, al ver este bonito y genuino pueblo boliviano, he decidido poner fin a la ruta de hoy, en la cual he cruzado de norte a suroeste el Departamento de Beni, posiblemente el más despoblado de Bolivia..
Así pues, ahora voy directamente a revisar y limpiar la moto, que por el momento no está dando ningún tipo de problema., pero esto ya lo haré con la tranquilidad de haber enviado ¡por fin! unas cuantas fotos y esta crónica a casa, donde tengo el inestimable apoyo de mi familia y desde donde mi sobrino y a la vez amigo, Quique Arenas, gestiona de forma muy eficiente esta web. Mil gracias a todos.
Hasta la próxima, donde espero contar, un año más, mi regreso a la excitante y mítica “Carretera de la Muerte”
Saludos desde Reyes (Bolivia).
Del 15 al 19 de noviembre. RESUMEN MANAOS-HUMAITÁ.
¿Cómo estáis amigos? Aquí estoy de nuevo para contaros el último tramo del viaje por el Estado do Amazonas que, finalmente, al estar intransitable la carretera a Porto Velho, hice en barco durante cinco días por el Río Madeira.
Para ser más precisos, fueron dos barcos distintos los que tuve que tomar para llegar hasta Humaitá. Ya, pensaréis que el detalle de tomar uno o dos barcos en el mismo río no es importante… pero cuando se viaja por estas aguas y en estos barcos con una moto, aseguro que es para preocuparse y temblar cuando llega el momento de cambiar la moto de barco…
Realmente, al estar casi una semana navegando, tengo poco que contar a nivel viaje-moto. Sin embargo, a nivel humano, podría llenar ciento de páginas contando mis vivencias (algunas de ellas realmente angustiosas) durante estos días.
Precisamente, una de las causas que me llevan a armar este tipo de viajes es el conocer y palpar in situ el día a día de sus gentes. Llegar a recónditas aldeas y detenerte para charlar, escuchar sus problemas, sus ilusiones, entrar en sus “casas”, comer su comida, ver cómo se ganan la vida… en definitiva palpar y compartir su realidad en persona, no a través de bonitos reportajes televisivos vistos cómodamente desde el sofá de casa o en folletos turísticos. Por tanto, estos largos días en el barco ha sido una buena oportunidad para conocer a gente de todo tipo, como por ejemplo y aunque suene a película, buscadores de oro.
Mucho no puedo contaros sobre Manaos. La magia y hechizo que encierra el nombre de la mítica ciudad, no es para nada acorde con la realidad. Según pude constatar, más bien se puede calificar como una lúgubre y descuidada ciudad, donde el caos de sus calles y muelles unido a la poca amabilidad de sus gentes, invitan a marcharse cuanto antes. En realidad, la ciudad en sí, tampoco me importaba mucho. Lo fuerte, pero fuerte, fuerte, está en sus alrededores, eso sí que impone e impresiona y mucho. No en vano Manaos se encuentra enclavada en el corazón de la Amazonia Brasileña, y aunque ya llevo 15 días inmerso en ella, no deja de sorprenderme.
Para que os hagáis una idea, la extensión de este Estado de Brasil es unas 12 veces la de España y según mis datos, posee el 20% del agua dulce del mundo. Aquí hay metidas unas 45.000 especies vegetales, más de 500 mamíferos, 2.000 especies de peces de agua dulce, más de 500 especies de reptiles, más de 15.000 especies de insectos… y más… y más… y más… Se dice que en una sola hectárea de selva, hay más especies que en toda Europa. Estar aquí impresiona. Uno se queda anonadado y se estremece cuando mira alrededor y se ve continuamente rodeado por esta exuberante vegetación y agua por todas partes, máxime para una persona que, como yo, viene de la llana y seca Castilla-La Mancha española.
Una vez en el río, llama la atención el gran trasiego de barcos grandes y pequeños. Y no es de extrañar, si tenemos en cuenta que la única vía de unión por tierra entre Manaos y Porto Velho está intransitable. El avión es otra opción, pero obviamente el barco es mucho más económico para el desplazamiento tanto de mercancías como de personas. Por tanto, este río es como una gran autopista con un peculiar ajetreo constante de día y de noche.
Como os decía anteriormente, un primer barco me llevó desde un muelle de Manaos por el Río Madeira hasta el “puerto” de Manicoré, donde tocó vivir otro auténtico suplicio para cambiar la moto al barco que nos llevaría finalmente hasta Humaitá. Una vez allí, y con la moto milagrosamente a salvo en tierra firme, enfilé rápidamente por un corto trayecto de la BR-230 -la Transamazónica-, para tomar ya la BR-319 que me llevaría a Porto Velho. De esa forma entraba en un nuevo Estado, el de Rondônia, creo que el noveno que visito en los treinta días que finalmente he estado por este inmenso Brasil.
Dado que en la última semana la comunicación telefónica había sido prácticamente nula, no dudé en entrar a Porto Velho para contactar con mi familia e intentar mandar algunas unas fotos, siendo esto último imposible a pesar de insistir en varios hoteles, cibercafés, etc.
Finalmente, la BR-425 me llevó hasta Guajara-Mirim, frontera con Bolivia. Sólo faltaba cruzar -y de qué forma- el Río Guaporé y ya estaba en el país vecino.
Amigos, si durante los últimos días había temido seriamente por la integridad de la moto al subir y bajar de los barcos… en esta ocasión, la pequeña barca utilizada para alcanzar la otra –y lejana- orilla, me hizo rezar para que la moto no cayera al ancho río. Ver para creer –hay foto-. Finalmente, mis plegarias fueron efectivas y milagrosamente la moto y yo nos encontrábamos en la otra orilla, lugar donde se ubica la primera ciudad boliviana: Guayaramerín, hospedándome en el Hotel San Carlos el viernes 19.
De esta forma tocaba decir ADIÓS A BRASIL.
Adiós especialmente a tanta buena gente que he tenido la suerte de conocer en mi camino. Un hasta siempre a mi querido amigo Gilson Miranda, ha sido todo un placer, seguro que nos volveremos a encontrar. Mi más sincera gratitud a todos aquellos que han hecho posible una estancia tan fantástica en este país.
Los 29 días que he pasado en Brasil han sido todo un cúmulo de gratas y enriquecedoras experiencias.
Admito haber tenido momentos duros, pero, precisamente esta dureza es la que te va dando experiencia y a su vez, te va curtiendo tanto como motero como persona. A veces te encuentras viviendo unas circunstancias tan especiales y fuertes que parecen ser irreales, por ello, imposibles de describir.
Permitidme que algunas de estas vivencias únicamente formen parte de mi personal álbum de fotos, que no es otro que mi mente.
Sábado 20 de Noviembre. El viaje continúa y es el momento de decir HOLA BOLIVIA. A primera hora de la mañana salía de Guayaramerín enfilando la ruta nº 8. Mi meta del día: Rurrenabaque, a las mismas puestas del Parque Nacional Madidi, aunque finalmente la noche la pasaré en el Hotel Oriental de Reyes, un pueblecito ganadero a tan solo 25 kilómetros de la meta marcada y donde me encuentro en estos momentos. A buen seguro que alguien se preguntará el motivo de no haber continuado esos escasos 25 kilómetros para llegar hasta Rurrenabaque. Pues bien, voy a contestar: el cansancio. Quienes me conocen bien, pueden imaginar en qué estado físico estoy para no poder continuar tan solo 25 insignificantes kilómetros.
Y es que la ruta ha sido infernal. Hasta aquí he llegado totalmente cubierto de polvo y barro… y ni os cuento cómo está la moto. Han sido 648 kilómetros transcurridos entre una vegetación baja, mucha ganadería y, lamentablemente varios bosques quemados. Combustible … con dificultad, por suerte se pueden encontrar en algunas aldeas unas botellas de refresco con dos litros de gasolina, por la que tienes que pagar tres veces su precio. Once horas de mucho calor, 34-38 grados, con momentos de lluvia por una carretera de ripio y tramos de tierra, lo que me hacia mirar continuamente al cielo rezando para que no descargase más agua. Observando con inquietud los cinco o seis coches que me he cruzado en todo el trayecto, sabía que si en los bajos de los vehículos veía barro… irremediablemente más adelante me esperaban muchas dificultades para no caerme con la moto.
Sabéis que la conducción durante tantos kilómetros en estas condiciones conlleva un gran desgaste físico. Por tanto, con la noche encima, al ver este bonito y genuino pueblo boliviano, he decidido poner fin a la ruta de hoy, en la cual he cruzado de norte a suroeste el Departamento de Beni, posiblemente el más despoblado de Bolivia..
Así pues, ahora voy directamente a revisar y limpiar la moto, que por el momento no está dando ningún tipo de problema., pero esto ya lo haré con la tranquilidad de haber enviado ¡por fin! unas cuantas fotos y esta crónica a casa, donde tengo el inestimable apoyo de mi familia y desde donde mi sobrino y a la vez amigo, Quique Arenas, gestiona de forma muy eficiente esta web. Mil gracias a todos.
Hasta la próxima, donde espero contar, un año más, mi regreso a la excitante y mítica “Carretera de la Muerte”
Saludos desde Reyes (Bolivia), Javier Pérez
Del 6 al 14 Noviembre. RESUMEN SANTARÉM-MANAOS.
De nuevo con vosotros para contaros mis intensas vivencias de la pasada semana, o al menos intentarlo…
Los últimos ocho días han sido muy intensos. Sumamente intensos. Aquí “no se viene todos los días”, por lo cual, hay que organizarse para aprovechar bien el tiempo. Según os contaba en la pasada crónica, me trasladé a Alter do Chao. La mayoría de vosotros os preguntaréis ¿y eso qué es? … perfectamente os podría responder: el paraíso.
Alter do Chao es una pequeña y aislada localidad bañada por el imponente Río Tapajós, situada a treinta kilómetros dirección Sur de Santarém. El lugar está como poseído por una especie de magia especial que te atrapa nada más llegar. Os aseguro que es tal la belleza de este enclave que el lugar parece irreal, increíble… pero lo que sí era muy real es que hasta allí había llegado con mi moto (no creáis, este hecho también me parecía irreal!!!) y sin pérdida de tiempo, busqué un guía dispuesto a adentrarme en la selva.
Tan sólo unos minutos después de la llegada, mis deseos obtuvieron una respuesta demasiado golosa para ser rechazada: pasar casi seis días en un barco bordeando las deslumbrantes costas del Río, con numerosas paradas en puntos estratégicos y largas caminatas a través de la selva que me permitirían descubrir fauna, vegetación e incluso dormir varios días en plena selva.
Por supuesto, no lo dudé ni un instante. En media hora ya tenía la moto a buen recaudo en la Pousada Muiraquita y acto seguido me subía en un barco de película que, finalmente, me llevó durante casi una semana a vivir una auténtica y genuina aventura Amazónica repleta de experiencias FASCINANTES.
Durante ese tiempo, cambié la polvorienta y embarrada carretera de los últimos días por el majestuoso Río Tapajós de rara belleza y aguas transparentes.
Bordeando la costa pasamos por paisajes de todo tipo. Solitarias playas cuya fina y blanca arena contrastaba fuertemente con el inmediato fondo verde intenso de la espesa vegetación.
También nos adentramos en varios igapós, que son una especie de bosques inundados cuando sube el nivel del río… todo un espectáculo.
Después de unas cuatro horas de navegación, llegamos a la Floresta Nacional do Tapajós. Allí comenzó una caminata de varias horas que nos permitió adentrarnos en el corazón de Selva, donde permanecimos durante más de dos días … y lo que es más impresionante: con sus noches, el mejor momento para sentir y oír la selva Amazónica en toda su grandeza.
Imaginaros las sensaciones que tuve durante ese tiempo. ¿Lo más impresionante?... TODO!!!. Si he de destacar algo, sin duda sería el anochecer en la Selva. Es una experiencia única… Resaltar el estremecedor rugido de los macacos en la oscuridad…es increíble, están al lado, ahí mismo… y no los ves…
Después de casi tres inolvidables días, tocaba caminata para regresar al barco. En un marco incomparable montamos una agradable cena a base de raro y exquisito pescado del mismo río – aseguro que no provenía de MercaMadrid- A la mañana siguiente, navegamos río arriba, y tras cruzarlo, llegamos al Río Arapiuns. Más de lo mismo, o sea, las maravillas de la Naturaleza no dejan de sorprender por donde mires…
Llegaba el momento de poner punto final a unos días en los que la meteorología no se portó del todo mal conmigo, y volver a Alter do Chao. Tenía que tomar el barco Santarém- Manaos que zarpaba en unas horas, justamente el viernes 12. Si lo perdía, tendría que esperar unos días, ya que el servicio no es diario. Sin tiempo que perder, recogí la moto –ya la echaba de menos- y me marché hasta el Puerto de las Dacas, en Santarém. Allí pesaron la moto, -301 kg.- y observando que la mayoría de los pasajeros portaba una especie de hamaca para dormir las próximas dos noches, opté por contratar un camarote individual, con la idea de tener más intimidad.
Lo que no contaré es cómo y de qué forma logramos entrar la moto en el barco…seguro que no me creeríais, pero, por suerte, tengo todo el proceso recogido en fotos…
Tras muchas horas de espera y 34º de temperatura, La Rubia y yo nos encontrábamos ¡por fin! en un abarrotado barco donde todo tenía cabida y rumbo a Manaos, con paso por Obidos, Juruti, Parintins e Itacoatiara y llegada prevista para el domingo 14 Noviembre.
Así pues, me encontraba nuevamente en otra gozosa y apasionante navegación, esta vez muy especial, nada más y nada menos que por el mismísimo Río Amazonas. ¡Qué os puedo decir! Se trata del Amazonas, el río más caudaloso del mundo – 200 millones de litros por segundo-, aunque este dato es importante, lo verdaderamente transcendente es el enclave por el que serpentea.
La primera etapa del viaje transcurre bordeando el margen izquierdo, casi rozando la Floresta Amazónica, del Estado do Pará, llegando en un determinado punto a pasar al Estado do Amazonas.
Las curiosas y caprichosas formas del cauce nos han llevado por anchas zonas que no permitían divisar la otra orilla -40 Km. en su parte más ancha- sin embargo, al momento entrábamos en pasos sumamente estrechos, donde se aprecian más las poderosas corrientes – tal es la fuerza que lleva, que en su desembocadura penetra 200 Km. en el Océano Atlántico-. Entre la espesa vegetación de las orillas, aparecían de vez en cuando otros ríos que con fuerza vertían sus aguas, engrosando aún más su caudal. El paso por cientos de pequeñas islas agrupadas, con multitud de aves, me hacían ver paisajes de autentica postal… y ya no me quedan palabras para describir las increíbles puestas de sol…
Ya en los últimos kilómetros, otra –una más- vista impresionante. Como podéis ver en la imagen de satélite, la unión de las aguas del Río Negro –haciendo honor a su nombre- y las embarradas del Río Solimöes fluyen y conviven sin mezclarse durante un largo trecho, al parecer por tener distintas temperaturas y velocidades, produciendo un asombroso espectáculo visual.
Eran las 12 del medio día de hoy Domingo 14, cuando el barco llegaba al “puerto” de Manaos. Inmediatamente he pensado en la odisea que se formó en Santarém para lograr subir la moto en el barco…y viendo el panorama, no me he equivocado al pensar que bajarla no sólo seria una odisea, si no un auténtico problema… ¿os imagináis a cuatro hombres saltando entre las barcas con la moto en brazos…? Todo un sufrimiento para mí hasta la moto ha tocado tierra fierme sin daños ni zambullidas... Ver para creer. Por suerte, tengo fotos que demuestran la veracidad de lo que cuento.
Ya con ella en marcha, directamente me he dirigido al primer policía que he visto. Ansiaba tener información sobre la carretera que baja a Porto Velho. La respuesta es bastante clara: intransitable. También me dice que me puedo trasladar en un barco que sale dentro de … ¡una semana!. Me he asustado ¿una semana?, imposible, no puedo esperar tanto tiempo!!!.
Entonces me explica que hay un barco a Manicoré y una vez allí, otro barco hasta Humaitá. Aún no sé lo que haré, tengo que mirar mapas y recobrar la noción del tiempo y del espacio.
Aquí en Manaos me hospedo en el Hotel Brasil, situado en la calle principal de la ciudad. Mañana es fiesta y estará todo cerrado, será buen momento para decidir la mejor manera de continuar el viaje. No obstante, consultaré otras opciones con David, un médico peruano residente aquí y al que conocí en Santarém. El chico me facilitó amablemente su número de teléfono tras mostrar mi interés por su trabajo y saber que soy socio de Médicos Sin Fronteras.
Sí amigos, aquí no todo es bonito y aunque mis crónicas no reflejen en algunos pasajes lo que realmente veo por algunos lugares, lo cierto es muchas personas viven el día a día en condiciones muy precarias. Pobreza, delincuencia, prostitución, suciedad… son habituales y que procuro no mencionar, entre otras cosas por no preocupar a la familia. Por todo esto, no es de extrañar que por ejemplo aquí en Manaos, todos los hoteles por donde hace un momento he pasado, estén custodiados con una fuerte vigilancia…
Lamento de veras no poder adjuntar fotos… la conexión –cuando la hay- es muy lenta y ya ha sido una suerte poder escribir esta crónica. Espero lograrlo lo antes posible.
Por último, quiero contestar a alguien que me dice con mucha gracia que este año no hablo de mosquitos… que si no los hay…amigo, convivir con los mosquitos y otras cosas ya es algo habitual. Creo que contesto a tu pregunta si te digo que dado su gran tamaño, a veces me detengo dudando si será un mosquito… o una gaviota!!!
Saludos desde Manaos, a 14 Noviembre 2010.
Del 3 al 6 Noviembre
RESUMEN RUTA BELEM-SANTAREM
Amigos, he decidido hacer un breve resumen de lo acaecido desde mi última crónica, ya que contar detalladamente todo lo vivido en estos últimos días sería demasiado extenso.
Escribo desde Santarém, pequeña ciudad del Estado de Pará, enclavada a medio camino entre Belém y Manaos, o sea, en el corazón de la Amazonia Brasileña. Las impresionantes vistas que tengo en estos momentos, dan fe de ello. Si miro a mi derecha, veo el IMPONENTE Río Amazonas, de color azul-grisáceo por la fuerza de su gran caudal y si miro a la izquierda, veo las oscuras aguas del no menos imponente Río Tapajós. Precisamente, la unión de aguas de ambos ríos con diferente colorido en este punto, es uno de los principales atractivos que ofrece esta ciudad.
Vamos por partes. El martes 2 de Noviembre al medio día, llegué a Belém, peculiar ciudad con vertiginoso trasiego en sus calles que, ¡cómo no!, me recibió con una auténtica y genuina tormenta tropical. Una vez vista la ciudad continué el camino en busca de la mítica carretera Transamazónica. Así pues, tomé la BR-316 que me llevó hasta la cercana Guajará-Miri y en el momento de cruzar el Río Guamá, me dije: vamos a por ello! Sabía que en ese instante iniciaba un nuevo reto personal y nada se presentaba a mi favor.
La descarga de adrenalina comenzaba… no en vano, iba directo al corazón de la selva con una meteorología totalmente adversa, con noticias nefastas sobre las condiciones de los caminos, zonas despobladas, el teléfono por satélite con dificultades de cobertura, etc. Recordad que viajo solo y en una moto…todas estas cuestiones son razones de peso para pensar en continuar, pero quienes me conocen bien, saben que ni me lo planteé.
El serpenteante y curioso cauce que tienen aquí los ríos me obligaron a cruzar en repetidas ocasiones el Guamá, el Acará, el Mojú, algunos de ellos en pequeñas balsas, siendo Tailandia la primera población que encontré después de muchos kilómetros recorridos.
A La Posada del Río Quente, en la localidad de Goianésia Do Pará, llegué después de 610 Km. infernales y un notable cansancio físico, pero al día siguiente tras la OBLIGATORIA y NECESARIA revisión diaria a la moto proseguí mi marcha. De nuevo topé con el Río Tocatins, siendo, si cabe, aun más espectacular su cruce que la vez anterior por el enclave donde han construido su paso. Adjunto detalle del mapa para que veáis por qué lugar tan especial atravesé este Río.
No tardé en llegar a Novo Repartimento, la ciudad era el punto clave para entrar ¡por fin! en la BR-230, o sea, en la Transamazónica. Esta controvertida carretera de tierra, como su nombre indica, cruza a modo de sangrante brecha la Amazonia en su totalidad de izquierda a derecha, su longitud total es de 4.000 kilómetros. Para que os hagáis una idea, en Europa uniría Lisboa con Moscú.
Como podéis imaginar, impone y mucho rodar por ella, lo cual empecé a hacer con cierta preocupación, ya que la información que me pasaron los pocos camioneros que encontré en Novo Repartimento, era que estaba intransitable a partir de Altamira.
Por tanto, no había tiempo que perder, el día amenazaba lluvia y había que avanzar todo lo posible hasta llegar a Altamira. Tras pasar por los dos únicos poblados existentes, Pacajá y Anapu , y cruzar el Río Xingu, logré llegar al objetivo marcado, eso sí, tanto La Rubia como yo llegamos después de 11 interminables horas de viaje, varias caídas y teñidos de marrón… pero llegamos afortunadamente “enteros” el 4 de Noviembre, alojándonos en el Dallas Hotel de Altamira.
Era consciente de que si llovía, no podría avanzar… ni retroceder. Por lo cual, al día siguiente, si no llovía, pese al agotamiento físico, había que madrugar para intentar llegar a Rurópolis. Por suerte, en el largo trayecto había tres pequeñas poblaciones: Brasil Novo, Medicilándia y Uruará, eso daba cierta tranquilidad, pero de poco sirvió, ya que una vez llegado a Urará, ya no se podía avanzar. La única opción que tenía para salir de allí y poder continuar el viaje era llegar a Santarém por un estrecho camino a través de la selva que me indicó un ¿fiable? vecino de la localidad.
Sabía que era arriesgado y que “me la jugaba”. A la moto no le funcionaba el cuadro de datos, es decir, ni cuenta kilómetros, ni velocímetro, ni indicador de gasolina. En los mapas ni siquiera figura tal camino, pero no tenía otra opción. Así que llené todos los tanques de combustible, calculé sobre mi mapa más o menos la distancia que podía haber -¿400 km.?- y dando una palmadita a la moto dije: allá vamos!!!
Amigos, nunca mejor dicho, la aventura es la aventura!!! Me encontraba atravesando la selva por un estrecho camino de tierra sin compactar, sin saber si tendría que pasar la noche en medio de la nada, y con ausencia total de indicaciones, lo cual me hacía dudar si entrar o no por alguna que otra vereda que encontraba a mi paso.
En medio de una increíble y espesa vegetación, mirando continuamente al amenazante cielo, con 42 grados de temperatura y rezando para que la moto no se parara, fui avanzando expectante por la cantidad de reptiles y otros “animalitos” que se cruzaban por el camino -aseguro que no dañé a ninguno-.
Alguna que otra cabañita -¿abandonadas?- aislada en el borde del camino fue el único signo humano que vi. Con ese panorama, imaginaros la alegría que sentí al adelantar el único coche que encontré durante todo el recorrido…
Finalmente, la brújula me trajo correctamente hasta Santarém. Cuando divisé las primeras casas, detuve la moto y respirando hondo dije ¡lo hemos conseguido! Sólo en ese momento fui consciente de la tremenda aventura que terminaba de realizar. Una vivencia personal irrepetible, fascinante, increíble… para no olvidar.
Una vez finalizado el tramo Belém-Santarém, quiero destacar, con suma tristeza, la apreciable deforestación de lo que se supone “el pulmón del planeta”. Ha habido días que el humo ambiental me dañaba los ojos. Aunque la extensión es sumamente grande, los incendios por varias zonas, sin ser visibles, sí eran patentes. Una verdadera lástima que ni tan siquiera el corazón de la Amazonia quede inmune al brazo destructor humano.
Una vez en Santarém, alojado en el Hotel Mirante, toca descansar y hacer una profunda revisión a la moto. Mañana me desplazaré hasta la cercana y exótica población de Alter do Chao. Aquí hay mucho por ver, así que me despido no sin antes agradecer muy sinceramente a los amigos y desconocidos los muchos mensajes de ánimo que recibo. Gracias a todos.
02 Noviembre
Para todos los amigos que desde MariskalRock.com siguen esta nueva aventura motera y para mi amigo Vicente en particular, envío, por qué no decirlo, con cierta satisfacción, el resumen de lo recorrido en esta primera etapa.
Como podéis ver en el mapa con la Ruta, desde Buenos Aires -el pasado 22- hasta el norte del país en Sao Luis –el pasado 29-, he recorrido 5.174 Km. en compañía de la Rubia, que nunca mejor dicho “va como una moto”.
Por el camino me he encontrado de todo: incendios, accidentes, osos hormigueros, barro, más barro y… sobre todo buenos amigos.
En estos momentos, y tras previa navegación por el Río Preguiça, estoy disfrutando del Parque Nacional Lençóis Maranhenses. Muchos kilómetros de enormes dunas de fina y blanca arena, me hacen recordar el viaje que hace unos meses hicimos al desierto del Sahara en Marruecos… ¿recuerdas Vicente?, pero con una salvedad… aquí no hay camellos!!!.
Dada la dificultad de moverse en moto por el Parque Nacional, estoy utilizando un vehículo 4 x 4 que me ha llevado hasta un lugar paradisíaco en la misma costa del Océano Atlántico: Caburé.
A partir de este momento comienzan las verdaderas dificultades. Todo apunta a que el trayecto por la Transamazónica se presenta muy muy complicado, a causa de las intensas lluvias, que han dejado muchos de los tramos en un estado impracticable, no sólo para la moto, sino para cualquier vehículo. Os recuerdo que estamos hablando de selva, pura selva. Por lo que no sé cuándo podré contactar de nuevo con todos vosotros.
Hasta entonces, mi agradecimiento a los seguidores de tu web y a todo el equipo de Mariskal Rock.
24 Octubre 2010
El cuentakilómetros marca 1.810 kilómetros. Escribo ya desde tierras brasileñas, concretamente desde la ciudad de Cascavel, provincia de Paraná.
Nada más salir de Buenos Aires, decidí cambiar la ruta de salida anunciada por la parte Argentina y sin dudar tomé la BR-14 para ir directamente hasta Santo Ángelo (Brasil) con el expreso deseo de encontrarme con mi gran amigo Gilson, quien ya el pasado año me recibió con exquisita hospitalidad.
Con el Río Paraná continuamente a mi derecha, transcurrió mi primer día de ruta, por cierto nada aburrido, la Rubia me tuvo entretenido con dos pinchazos en la rueda trasera. Desvío en Santo Tomé y tras pasar la frontera de El Hormiguero y sortear los cientos de enormes camiones allí estacionados, encontraba ya tierras brasileras. De inmediato, la ciudad de Sao Borja (Renan Bauer y esposa, Mari os deja saludos) desde allí, la BR-285 con intenso tráfico, me llevó directamente a Santo Ángelo (provincia de Río Grande Do Sul) dónde me esperaba Gilson con un rostro emocionado, al igual que el mío, por el encuentro. Sin duda, una de las mejores cosas -si no la mejor- que tienen estos viajes, es que conoces a personas encantadoras, excepcionales. No tengo palabras para describir el cariñoso recibimiento que me tenía preparado mi amigo, su familia, sus amigos… Sinceramente, tendría que escribir varios folios para contar las numerosas atenciones que allí recibí continuamente por parte de todos. Si el recibimiento fue espectacular, no lo fue menos la despedida. A la mañana siguiente, tras un fuerte abrazo que sellaba nuestra amistad, Gilson con su moto encabezaba una pequeña comitiva de la Riders Moto Brasil quienes con suma amabilidad, me acompañaron hasta salida de la ciudad, resultando una despedida de lo más emotiva.
Con un hasta siempre, me alejo enfilando la BR-392 y tras varios cambios de carretera, y 674 km.la BR-163 me deja en Cascavel, ya provincia de Paraná. Mi mayúscula sorpresa al ver que amigos de Gilson de esta ciudad, aguardaban mi llegada. No tengo palabras. Esta gente es realmente encantadora.
Por el momento, esto es todo. Solo añadir que al contrario del pasado año, Brasil me ha recibido con un tiempo magnífico. Cruzo los dedos para que continúe así al menos por varios días, eso facilitaría muy mucho mi trayecto al Norte del país.
Jueves 21 Octubre 2010
Un año más he viajado desde Sonseca (Toledo) hasta Buenos Aires. Después de un largo vuelo, he llegado a la capital Bonaerense donde un año más, me recibe mi amigo y gran profesional, Mariano Calderón, con quién comparto agradable cena e irremediablemente, a pesar de ser casi media noche, me lleva hasta la protagonista de este ya sexto viaje por Sudamérica.
Encuentro una espectacular Honda Transalp 700 preparada perfecta y minuciosamente, lista para iniciar mañana viernes a primera hora mi aventura de este año. Excelente trabajo Mariano.
Tan solo tengo que acoplar el mucho y pesado equipaje –fundamentalmente herramientas, repuestos y botiquín- a la flamante moto y comenzar a devorar, degustar, saborear, paladear… los muchos kilómetros que tengo por delante.
El itinerario previsto que tenéis en la página de inicio es solo orientativo. En cualquier momento pueden surgir problemas de cualquier tipo que me hagan cambiar un tramo… o incluso toda la Ruta. Ya sabéis, la aventura es la aventura!
Ya desde el principio, advierto a todos los posibles seguidores-lectores de este nuevo reto personal, la dificultad que tendré a la hora de escribir crónicas. Será un viaje largo y duro. Muchos kilómetros cada día dónde, a buen seguro, encontraré paisajes y gentes fascinantes. En definitiva, las muchas vivencias -unas más favorables que otras- harán de mí una persona agotada al final de cada jornada. Me consta que hay muchos familiares y amigos pendientes de novedades. A todos ellos, mi agradecimiento más sincero.
Como ya sabéis, mi moto tiene nombre: Margarita. Este año, como veréis en las fotos, es de color dorado, por lo cual, en un momento parto de Buenos Aires con mi particular Rubia y un objetivo prioritario: cumplimentar la ruta que, dada la inmensa extensión del país, el pasado año no pude terminar.
Así pues, ha llegado la hora de la salida, espero tener suerte y poder contaros dentro de casi dos meses mi llegada con la misma alegría y emoción que siento en estos momentos.
4 comentarios
Esto si que es rock y huevos para afrontar un viaje que muchos quisieramos repetir con la lengua de los stones como estandarte y la categoria humana de este genio al que he seguidi en todos sus viajes desde esta web.Suerte y que regreses pronto para contarnos todo los detalles....
Esa Heavy Rock en el Amazonas un puntazo.Te queremos Javier Pérez eres nuestro Orellana en busca del Pacífico sobre ruedas reedescubriendo ese continente tan querido...La brasileña va con la moto o es decoración.......?
Soy de Buenos Aires ¿Dónde lo puedo encontrar al regreso? ¿No tiene nada publicado en libro? Pasenme un contacto.Chau
Impresionante viaje por tierras brasileñas, viajando al auténtico pulmón -malherido- del planeta. Una aventura más de las muchas a las que nos tiene acostumbrados este intrépido motero. Por cierto, para el amigo Marcelo, te cuento que puedes seguirle a través de su página web www.javierperezenmoto.com
Tiene un montón de información, fotos, vídeos... Te aseguro que no te aburrirás viéndola!!! Bravo por este reportaje ROCK & MOTO!