THE WINERY DOGS: THE WINERY DOGS
5 septiembre, 2013 7:11 pm 5 Comentarios7/10
Una vuelta al pasado. De eso se trata en este redondo. Vivimos tiempos de confusión, los grupos se separan, contratan a nuevos cantantes, pierden su identidad. Por otro lado, las modas del rock cada vez tienen mayor complejidad. Y el fan de toda la vida pide cosas sencillas, que se puedan entender sin tener que echar mano de un traductor simultáneo.
The Winery Dogs ofrecen un hard rock a la vieja usanza. Y no era difícil adivinarlo vista la procedencia de sus miembros. Un ex Dream Theater o dos ex Mr Big. O sea, que nada de experimentos. El grupo ofrece lo que su público espera de él. No hay ninguna concesión al rock progresivo. Mike Portnoy hace de batería de una banda de rock de toda la vida, como podían ser Led Zeppelin, Cream o Whitesnake. Ritchie Kotzen canta bien y toca mejor. Y de componer ni hablemos. Billy Sheehan es un bajista que ha demostrado su valía de sobra no solo en Mr Big, sino también en algún proyecto de power trío como Devil Slingshot junto con Tony Macalpine.
Y aunque aquellos no tuvieron suerte parece que ahora el veterano y rubio bajista ha acertado. El mundo del rock y del metal está revuelto. Las noticias van de un lado a otro de la red. El disco es bueno y la gira que se avecina parece que va a reventar los locales de mediano aforo. Está claro que la banda juega con la carta de tener en sus filas a Mike Portnoy. Muchos seguidores de Dream Theater van a acudir a los conciertos de The Winery Dogs debido a ese apetitoso reclamo.
Sin embargo, y como avisamos, nada hay de Dream Theater en este disco. Temas como “Elevate” arrancan con un riff en plan Led Zeppelin, la voz recuerda a David Coverdale y también un poco a los añorados Mr Big. Esta es más o menos la tónica que vamos a encontrar en todo el disco. En “Desire” nos trasladamos otra vez el mundo de Led Zeppelin, el riff parece calcado de algún tema de “Physical Graffiti”, una canción funky, por lo demás, que bien podría haber sido cantada por el bueno de Glenn Hughes en uno de sus discos en solitario. En “We are one” bien podíamos estar hablando de una improbable reunión del Mark III de Deep Purple, aquel que grabó trabajos como “Stormbringer”. Está claro que el señor Ritchie Kotzen se ha mostrado en este plástico como un cantante de primera fila. Otra cosa es que pueda hacerlo así de bien en directo. Habrá que verlo. Como vocalista, no tiene nada que envidiar a gente como el nombrado Glenn Hughes, aunque vemos harto complicado que pueda coordinar esas cuerdas vocales con su otro oficio: el de un guitarrista de primera, que eso sí que sabemos que lo es desde hace tiempo.
En la producción se ha cuidado una sonoridad similar a la de otros combos formados por estrellas. Los nombres evidentes de Black Country Communion y de Chickenfoot están ahí y no vamos a darles más vueltas. El disco merece la pena, la ejecución resulta impecable, las canciones son todo lo buenas que era de esperar: solo falta verlos de gira. Está claro que estos vienen a romper. Y nosotros que esperamos verlos.
Emilio Morote Esquivel
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5 comentarios
NO SE,HABRÁ QUE ESCUCHARLO Y LUEGO YA SE VERÁ.
Yo creo que solo con los geniales músicos que acompañan a este nuevo proyecto seguro que será un buen albúm.La portada esta de muerte!!!
NO SE HIZO LA MIEL PARA EL OZICO DEL BURRO¡¡¡¡Y ESTO ES PURA MIEL.....
Como diría el mismísimo Juandiegos, alias "El Atascaburras", dicho disco es un buen plástico!
El sábado que viene, en directo,luego opinaré.