SKULLMANIA: CÍRCULO CERRADO

The Fish Factory

8/10

“El hard n’ goth está de vuelta”, proclaman los murcianos para advertir de su sorprendente irrupción en la escena nacional con un álbum debut tan pulido y consistente que cualquiera diría que llevan media vida haciendo esto. En realidad, los componentes de este combo ya militaban en otras formaciones antes de recalar en el mismo local para dejar volar su inspiración procedente del gothic metal de bandas como Paradise Lost o To/Die/For y condensarla en un metal alternativo salpicado de elementos industriales que tampoco deja atrás el magnetismo del hard rock. ¿Está pues el hard n’ goth de vuelta como aseguran? Tal vez pequen de modestia, pues más que el regreso de un estilo, lo que los doce cortes que componen este trabajo abarcan es una personalidad musical propia e intransferible, que recuerda a todo y a nada a la vez y que puede abrirles muchas puertas. Sin ser estrambóticos, han conseguido sonar a ellos mismos.

La melancolía y la profundidad impregnan cada una de las canciones de un trabajo versátil y valiente que sigue una línea musical, en cualquier caso, muy definida desde el primer minuto. No tardan en absorber a uno, nada más arrancar el disco, canciones como “Cuentan que Sol y Luna”, de afligido romanticismo y la propia “Círculo Cerrado”, de estribillo magnético al igual que la fabulosa “Tu Nombre Echó a Volar”, empapada de acuciante melancolía y bienvenida finura. En ella, como en muchas otras, la líquida y solvente voz de Carlos Morris, siempre a tono, siempre en su sitio; recuerda inintencionadamente a Enrique Bunbury. De hecho, los fans de Héroes del Silencio no deberían perderse, bajo ningún concepto, este álbum.

No solo las voces gozan de una solidez intachable, sino que la guitarra de Richard permanece en la cúspide de la limpidez y la elegancia, tanto en los melódicos punteos de temas como “Revolución” como en los solos, en los que no le hace falta correr para cautivar. No se andan a la zaga el bajo de Rubén Hernández, cuya sustanciosa y omnipresente base brilla especialmente en los pasajes más comedidos, como los que pueblan “Bajo tus Nubes de Alquitrán”; ni el teclado de Charlie, imprescindible durante toda la obra y particularmente protagonista en canciones como la lúgubre (y más gótica) “La Última Carta” y la dinámica “Insomnio”, sin duda una de las más contagiosas creaciones de los de Cartagena. Por último, el esqueleto rítmico no albergaría tamaña firmeza sin la pegada a la batería de Alonso Lomas, fundador de la banda allá por 2008 junto con el bajista Rubén y otros componentes que fueron dejando paso a los actuales.

Ningún prejuicio habría de interponerse entre los oídos del gran público rockero y esta primera obra de Skullmania, pues han logrado de buenas a primeras forjar un sonido único que satisfará por igual a fans de bandas tan dispares como Sôber, Amorphis, Héroes del Silencio o Cuatro Gatos. Joyita al canto para afrontar un horizonte prometedor.

Jason Cenador

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