QUAOAR: DREAMERS. DREAMING

Autoeditado

10/10

Son curiosos los caminos a los que llevan eso que llamamos evolución, si es que de verdad existe como tal y no se trata simplemente de un cambio de mentalidad o punto de vista. Un proceso que un día empieza y para cuando uno se detiene en el espejo apenas acierta a reconocer la figura que se refleja. Es lo normal, no se tienen las mismas inquietudes a los 15 que a los 30, por lo que cualquier crecimiento interior debería ser bienvenido.

Dichas premisas cobran más sentido que nunca en el nuevo trabajo de estos bilbaínos que ya de entrada en su bandcamp advierten su intención de tocar rock sin límites ni expectativas de ningún tipo. Y es que para aquellos que oyesen hablar de ellos con su debut ‘Man’t’ de 2007 supondrá un abismo considerable saltar del metal progresivo a lo Opeth al rollo de ínfulas setenteras que practican en la actualidad, si bien ya se atisbaba tal tendencia en su anterior ‘The River & The Soul’, aunque como hemos mencionado, no se cierran a nada y a veces incluso resulta complicado categorizarles.

Hagan lo que hagan, lo que no se puede negar es la inmensa calidad de sus composiciones, que destilan nivelazo por los cuatro costados. “Tough Guy”, por ejemplo, se inicia con un riff con cierta garra a lo Wolfmother, mientras que “A Big Hole” mantiene un toque alternativo en plan Alter Bridge con unos punteos reminiscentes de Hendrix en la parte final que les deberían ganar ya el corazoncito de los exigentes virtuosos. Y reinciden en la misma línea grungera noventera en “Go To Momo”, cuyas líneas vocales les acercan al celebérrimo “Alive” de Pearl Jam.

Pero los que busquen versatilidad no se verán decepcionados con “Fable”, que por su aire folky parece sacada del ‘Led Zeppelin III’, o con la monumental “The Man Drained Of All”, otra de esas piezas extensas que saciarán las ansias de los fans más true del progresivo. Si hubiera que señalar únicamente un corte del presente redondo nos quedaríamos sin duda con “Goodbye”, una suerte de in crescendo de copa y puro con leves inclinaciones bluseras, impagable la labor vocal de Iñigo demostrando que no le tiembla el pulso ni siquiera para emular a Robert Plant, tal y como hizo hace no demasiado con absoluta solvencia sobre el escenario del Antzoki bilbaíno.

Una maravilla, un lanzamiento fundamental para ir copando las listas de lo mejor del año en curso.

Alfredo Villaescusa

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