Powerhill no viene a dar lecciones, viene a divertirse y, sin querer, se marca un debut que funciona más allá de la broma. Desde el primer segundo de “Generation X”, el tema que da nombre al disco, queda claro que esto va en serio... aunque con una sonrisa.
Teclados ochenteros, riff directo y Veronica Torre al mando, sin artificios ni poses, tiene algo que engancha: actitud, claridad y un sonido compacto que no intenta emular, sino proponer.
“Bonfire” baja medio punto la velocidad, pero gana en groove. Riff medio sureño, medio fiestero, que me sonó a cerveza fría y colegas con guitarras. No sé si está pensado para cantar a coro, pero funciona como si lo estuviera.
Y justo cuando piensas que el disco ya ha marcado su tono, llega “Fat Side” y rompe todo: más densa, más sucia, más divertida. El bajo ahí me atrapó. Tiene ese punto entre parodia y cariño que no muchas bandas consiguen.
En “That’s Fine” los teclados se vuelven protagonistas. La canción suena despreocupada, medio pop, medio hard, pero con un estribillo que se pega a la primera. Me hizo pensar en esas bandas que no tienen miedo de meter melodía en medio del caos. Después llega “The One I Wanna Be”, con un aire glam clásico. Me recordó a esos temas de Ratt o Firehouse que entran sin esfuerzo. Todo suena simple pero medido. Lo tienen claro.
“Mad Cow City” es la joya absurda del disco. Y lo digo como piropo. Riffs gruesos, letra surrealista, actitud punk dentro de un envoltorio metal… Me hizo sonreír de verdad. Luego “My Mood” me pilló por sorpresa: es íntima, casi una balada, y tiene una interpretación vocal de Veronica que muestra otra cara. Me gustó ese cambio de registro, sin caer en lo blando. Le da aire al disco justo cuando lo necesita.
“Better Safe Than Sorry” vuelve a poner todo en marcha con una base rítmica potente y un puente que podría haber durado el doble y no me habría quejado. Suena a directo, a banda que se entiende. “Powerhill” es el tema bandera, el himno. Tiene ese aire de canción que cierra un concierto mientras se presenta a la banda. Riffs de puño en alto, mensaje claro: estamos aquí y esto es lo que hacemos. Orgullo de identidad y cero vergüenzas.
Y el cierre con “Rehearsal Barn” es una jugada curiosa. Suena a jam de ensayo, a algo grabado con naturalidad. Es como si nos invitaran a su granero, literalmente, a escuchar cómo todo empezó. Y eso me encantó. No cierra con fuegos artificiales, cierra con autenticidad. Eso no se finge.
Este disco no quiere cambiar el mundo, quiere hacerte pasar un buen rato, moverte la cabeza y, si te dejas, sacarte una carcajada. Y eso, hoy en día, vale mucho.
En un panorama donde muchos se lo toman demasiado en serio, Powerhill llega con algo más sencillo y más honesto: ganas. Si este es su primer paso, quiero estar ahí para el siguiente. Y si es en directo, mejor.
Escucha a Powerhill en Spotify:
- Entregamos los trofeos del Rockferéndum de La Heavy, con Mägo de Oz, Saratoga, Sôber, Judith Mateo, El Pirata y su Banda, Luis Cobos, Gabrielle de Val, Shelly, Leyendas del Rock, Indiana y muchos más - 13 diciembre 2025
- Michael Sweet (Stryper) desvela que padece una inusual forma de cáncer, pero pone fecha a la grabación del nuevo disco - 10 diciembre 2025
- El rock español reacciona a la muerte de Robe Iniesta (Extremoduro): Fito, Marea, Txus Di Fellatio (Mägo de Oz), Bunbury… - 10 diciembre 2025

Un comentario
Me han encantao ambos temas pertenecientes a lo nuevo de POWERHILL.