Crítica de Opera Magna: Del Amor y otros demonios: Acto II
7 enero, 2016 12:33 pm 3 Comentarios
Autoeditado
8/10
Tan sólo un año después de 'Del amor y otros demonios: Acto I' nos llega su continuación en forma de segundo acto. Este segundo EP de los valencianos mantiene la línea que comenzaron a trazar en 2014 y consta de las mismas canciones, cinco, a cada cual más potente que la anterior.
“Rojo Escarlata” es el tema de apertura del disco, y como “Amor y otros demonios”, tema con el que iniciaban su anterior trabajo, es totalmente instrumental, aderezado con unos coros que ponen los pelos de punta. Destacable el magnífico trabajo de Rubén Casas en los teclados en este primer corte, sencillamente espectacular. “Para siempre” nos golpea nada más entrar con la batería de Adrià Romero, que hace de salvaje puente para que el chorro de voz de José Vicente Broseta nos termine de meter en la cabeza esta imprescindible canción. Continuamos nuestro viaje dentro de 'Del amor y otros demonios: Acto 2' y nos encontramos con “Donde latía un corazón”; su riff introductorio nos sirve de premonición de lo que nos vamos a encontrar. La combinación instrumental no puede ser mejor, la voz es insuperable y la temática del corte está muy bien trabajada, convirtiéndola en mi corte favorito del álbum. Una vez llegados hasta este punto, no te puedes escapar de las garras de Opera Magna; te han atrapado y nunca te soltarán.
“Hijos de la tempestad” es la penúltima canción; la más larga del trabajo. Comienza en un tono sosegado y tranquilo, pero pronto José Vicente Broseta se hace amo y señor del tema en el que el doble bombo recobra vida para trasladarnos a una tempestad anunciada mediante los teclados. En algún lugar leí que es un tobogán de sensaciones; una afirmación bastante cierta. Por último, “La trampa del tiempo” es el tema elegido para echar el cierre a esta obra redonda. Es una canción que se desarrolla de forma veloz y cuando ruges pidiendo más, ya ha terminado.
Con las cinco canciones desgranadas, sólo se puede decir chapeau. Opera Magna ha logrado concebir un disco realmente imprescindible, tanto para los seguidores del power metal sinfónico como para los que no.
Christian Fernández
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3 comentarios
Solo un apunte: el batería se llama Adrià Romero, no Ramos.
Qué despiste, corregido, gracias!
Hijos de la Tempestad es la mejor del disco, en mi opinión es la que más me recuerda a la verdadera esencia de Opera Magna, me hizo rememorar las melodías épicas de El Último Caballero.