Crítica de Medina Azahara: Paraíso Prohibido

Medina Azahara, una banda que tiene la capacidad innata de hacer discos regularmente y contentar a sus fans, vuelve con lo que es sin duda su mejor álbum en años (y eso que los cordobeses raramente defraudan). Al escuchar este nuevo ‘Paraíso Prohibido’, uno tiene la sensación de retrotraerse a aquella trilogía de trabajos mágicos que fueron ‘Sin Tiempo’, ‘¿Dónde está la luz?’ y ‘Árabe’. No obstante, este plástico supone muchas novedades en el sonido de la formación-, sin alterar su personalísimo sello que los ha hecho únicos ya que encontramos referencias a muchos otros de sus LPs.

Así, tras la intro “La llave del paraíso”, que, sin duda, creará el clímax adecuado en los conciertos, llega el primer single “Ven junto a mí”, una magnífica composición que cuenta con unas bases de percusión mucho más innovadoras, que hacen al tema, de alguna forma, especial. Y es que Medina ha vuelto a encontrar ese punto perfecto entre lo comercial/pegadizo, sin sacrificar para nada su calidad rockera. “Recordando esa noche” es otro tributo al público que siempre les ha seguido y podría entenderse casi como una segunda parte de su célebre “A toda esa gente”, mientras que el riff de “Vive la vida cantando” sorprende por su dureza, con un toque más Savatage, contrastando con su meloso y optimista estribillo. Las baladas siguen siendo uno de los platos fuertes que la banda liderada por Manuel Martínez y Paco Ventura han tenido siempre. Muestra de ello es la preciosa “Busca tu fe”, con una letra crítica sobre la religión que no dejará indiferente. La introducción más progresiva de “Cuando estoy a solas”, un sorprendente medio tiempo con la batería de Nacho Santiago y esos teclados de Manuel Ibañez, casi es un tributo a su hímnico y mítico “Paseando por la Mezquita”, en otro de los cortes estrellas que más sorprenden de este nuevo plástico. De piedra te dejan cuando en el mismo suena el saxo de David Lerman, que le da un toque todavía más exclusivo.

Los arreglos arábigos habituales en sus discos vienen en este caso con “Y así nació el amor”, muy pensado para poder arrasar en los directos. En “El dolor de mi alma” incluye el durísimo riff de Paco, en oposición otra vez con un corte muy melódico, que volverá a cautivar a sus numerosos seguidores. Llega otro baladón ideal para ponerle a tu pareja por su “sutil” letra, y es que con “El cielo a tus pies” vuelven a facturar otra balada que tendría que sonar incluso en radiofórmulas si hubiera un poco de justicia con el rock en este país.

La galopante “Ella”, tan buena en su estilo como su clásico “Danza al viento”, viene a ratificar que hay pocos espacios en el disco para temas menos trabajados, porque a cada escucha te vas fijando que cada corte tiene algo especial, independientemente de que algunos te puedan gustar un poco más o menos. Este me encanta, tanto por su estructura como por el solo de Paco Ventura (bonito pareado me ha salido). “Ponte en pie” vuelve a ser un canto radiante hacia la libertad, que incluso puede agradar a los fans de Mägo de Oz y es que en ella colaboran el mismísimo Carlos Prieto “Moha” con su personalísimo violín y Diego Palacio a los vientos. “Mira a las estrellas” es otra pieza lenta de las que sientan cátedra, de las que llegan al corazón y, aunque insista mucho, otro hit single clarísimo. Magníficamente producida por Manuel Angel Mart, como todo el disco, es la siguiente “Puñaladas en la oscuridad”, pista rápida competente, mientras que la final “Sonríe” es el broche de oro perfecto para resumir el disco, porque es un trabajo que te dejará satisfecho y sonriente si eres fan de Medina Azahara con el que pueden ampliar su ya de por sí amplio grupo de seguidores.

Lo van a tener complicado en sus directos para elaborar su repertorio con su inmenso catálogo, pero yo les animaría a que apostasen fuerte en su setlist por este “Paraíso Prohibido” en detrimento de sus clásicos, porque sin duda es de lo mejor y más completo que han compuesto en años y sería una pena que no tuviera la repercusión que merece. Anímate a pegarle un mordisco a las catorce manzanas de este “Paraíso Prohibido”.

Andrés Brotons

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