TESTIGO DIRECTO:SALVADOR AREVALILLO EN WIGHT
28 octubre, 2009 10:32 am 4 ComentariosSon muchos los que alardean de haber vivido experiencias tan históricas como esos grandes y pioneros festivales que cambiaron el curso de la historia musical. Las efemérides y conmemoraciones de esos grandes eventos han mostrado el rostro de algunos "getas" arrogándose un protagonismo engañoso. Este es el testimonio de un auténtico legendario y luchador de nuestro rock desde que empezó pinchando en la discoteca M&M( primer templo rokero a comienzo de los 70´s),más tarde promotor y siempre como gran animador de la marcha madrileña. Arevalillo si estuvo allí y nos deja este entrañable texto a casi cuarenta años de aquel acontecimiento.
Wight: Yo estuve allí en 1970… y aún me acuerdo
Transcurría el año 1969 y en una reunión de amigos, Mario Pacheco, fundador y aún hoy director de la discográfica Nuevos Medios, y con una vistosa melena rubia por aquel entonces, nos enseñó una extraordinaria serie de fotografías tomadas por él mismo en el Festival de Wight de ese año, con Dylan, Nice, Who y Free de protagonistas entre otros, lo que nos provocó una terrible y sana envidia, ya que aquí habíamos visto a los pocos grupos nacionales de rock y pop rock de la época y solamente pudimos admirar a Beatles en la plaza de toros de Las Ventas, Animals en la disco Mónaco y a Kinks en la disco Yulia (actualmente teatro Nuevo Apolo).
Algunos meses después descubrimos en el New Musical Express y en el Melody Maker, periódicos que conseguíamos en algunos quioscos que teníamos controlados, la publicidad del 3.º Festival de Wight en 1970, del 26 al 30 de agosto con una programación increíble. Cuatro de los asistentes a aquella reunión nos conjuramos para poder asistir a ese acontecimiento y poder ver a algunas de nuestras bandas favoritas.
Y llegó el gran día. Después del vuelo a Londres y asegurarnos el alojamiento para los días posteriores y así aprovechar mejor las vacaciones, tomamos el tren a Southampton y desde allí el ferry hasta Wight, pequeña isla situada al sur de Inglaterra. Un autobús nos llevó hasta las inmediaciones de la zona donde se celebraba el festival, después de padecer un monumental atasco en la carretera y luego una larga espera en la kilométrica cola para acceder al recinto.
El precio de las entradas era bastante asequible: 3 £ —creo recordar— para los tres conciertos de pago y con derecho a otros dos primeros días de actuaciones gratuitamente. Las entradas vip costaban 10 £.
El clima en Wight era cálido por el día y la tarde, y completamente gélido por las noches (igual que en el desierto). Adquirimos unos sacos de dormir de papel de estraza por 0,50 £ para combatir el frío, pero no había manera, y eso que el autor de estas líneas estaba acostumbrado a las temperaturas bajo cero padecidas en su estancia en el campamento al cumplir su servicio militar, obligatorio en aquellos tiempos. La organización había montado una carpa en el exterior para los que no llevasen tienda de campaña, y a ella nos dirigimos después de que nos hubiesen estampado en los brazos un sello para el posterior control. Aunque hacía menos frío en la carpa, el volumen ensordecedor de la música disco o pop que sonaba en el interior hacía muy complicado poder conciliar el sueño. Afortunadamente a partir del primer día de los conciertos de pago, nos habíamos acostumbrado al frío nocturno y pudimos dormir plácidamente, gracias al agotamiento de nuestros cuerpos.
Lo más destacable de los dos días gratuitos fue la actuación de Black Widow, banda americana con temática satánica y que interpretaron su único éxito «Come to the Sabbath» de su álbum Sacrifice y que en años posteriores fue versioneado por Mercyful Faith. También fue notable Keith Reid, cantante y guitarrista británico con una formación en trío. La anécdota fue la actuación de Chris Kristofferson, compositor y cantante de folk estadounidense, que provocó a los asistentes y se llevó una bronca constante en toda su actuación. Este artista, casi desconocido en aquel momento, comenzó a tener fama gracias a Janis Joplin, quien llevó al n.º 1 de todas las listas su composición «Me and Bobby McGee», con una portentosa interpretación.
Y comenzaron en el tercer día las grandes actuaciones, de las que procuraremos hacer algún breve comentario, aunque sin garantizar el orden ni el día de la actuación.
Arrival: grupo mixto de pop, extrañamente incluido en la programación que actuó ante la casi total indiferencia.
Redbone: banda de los hermanos Vegas con rock reivindicativo del movimiento indio norteamericano, que interpretó su éxito «The witch queen of New Orleans». Fue una actuación entretenida, pero sin llegar a entusiasmar.
Lighthouse: formación estadounidense con predominio de los metales que pasó sin pena ni gloria.
Taste: la banda irlandesa de rock-blues-R&B con Rory Gallagher (q. e. p. d.) al frente, acompañado por Richard McCraken al bajo y John Wilson a la batería, cosechó el primer éxito del festival y tuvieron que hacer varios bises. Sobresalieron sus temas «What’s going on» y «Same old story».
Recuerdo una entrevista del Mariskal a Rory Gallager, ya como artista en solitario utilizando el inglés y el francés para entenderse y que culminó con la histórica pregunta «¿Why Taste c’est fini?» No me acuerdo de la respuesta de Rory, pero me imagino que con los músicos a sueldo ganaría más dinero que con Taste.
Tony Joe White: R&B sureño estadounidense con la poderosa voz grave de Tony y acompañado a la batería nada menos que por Cozy Powell. Interpretó con mucha clase sus éxitos «Polka Salad Annie» y «Rainy night in Georgia». Mereció mayor reconocimiento de los asistentes.
Chicago: banda de fusión pop, rock y toques de jazz constituida en esa ciudad y que fueron de menos a más sin llegar a deslumbrar. Sus mejores interpretaciones fueron «I’m a man», «Beginnings» y «25 or 6 To 4». En años posteriores se comercializaron y ablandaron bastante consiguiendo grandes éxitos con algunas de sus baladas, como «If you leave now».
Family: banda con la etiqueta de la época rock progresivo y que incluía en algunos temas violín, saxo y chelo, instrumentos poco habituales en un grupo de rock. Roger Chapman, su cantante de rasgada voz, se pasó la actuación tirando el micrófono al suelo con violencia al finalizar cada canción, con la lógica desesperación de los técnicos de sonido, que tuvieron que cambiarlos varias veces. Family fue criadero de buenos músicos que posteriormente emigraron a grandes bandas como Blind Faith, King Crimson y Uriah Heep, entre otras.
Procol Harum: banda británica con un sonido muy europeo, con influencia de J. S. Bach, y con unas letras muy surrealistas, que pasó a la historia con el inmortal «A whiter shade of pale», que aún se puede escuchar en estos días. Sin embargo, bastantes grandes temas de este grupo no lograron conseguir el éxito que merecían.
En Wight, probablemente presentaron la mejor formación de su carrera, que incluía principalmente al cantante y pianista Gary Brooker, al organista Mattew Fisher y a Robin Trower a la guitarra.
Sorprendentemente, además de sus temas clásicos, ofrecieron un medley de clásicos del rock and roll.
Voices of East Harlem: numerosa formación con más de una veintena de niños de raza negra que hacían versiones de temas clásicos del soul y R&B estadounidense. Un espectáculo entretenido que nos causó bastante sorpresa.
Cactus: la gran sorpresa del festival. Supergrupo estadounidense con los incombustibles Tim Bogert al bajo y Carmine Appice a la batería. Junto con los otros componentes, el cantante Rusty Day y Jim McCarty a la guitarra, nos entusiasmaron con su demoledor sonido. Lamentablemente Cactus se separó dos años después.
John Sebastian: este cantante y guitarrista estadounidense fue el encargado de abrir el segundo día del festival de pago, que empezó con algo de retraso. Acompañándose únicamente de una guitarra acústica, se ganó con rapidez al público con su simpatía y buen hacer. Cuando llevaba casi hora y media de actuación invitó a su antiguo compañero y también guitarrista de Lovin Spoonful, Zal Yanowsky, y ambos nos ofrecieron una amplia selección de temas de tan mítica banda . En total fueron casi tres horas de una actuación que nos dejó muy buen sabor de boca.
Joni Mitchell: cantante folk canadiense que empezaba a ser bastante conocida en el Reino Unido gracias a sus temas «Big yellow taxi» y «Woodstock». Salió sola al escenario acompañándose de piano y guitarra acústica, y nos convenció a todos con su delicada y a la vez aguda voz.
Tiny Tim: otra contratación extraña para este festival. Con un aspecto estrafalario, solo en escena, tocando el ukelele, con una voz atiplada y falsete al máximo, este cantante norteamericano, ante nuestra extrañeza, consiguió más adeptos que detractores.
Miles Davis: el jazz más libre y avanzado se hizo presente en Wight. Durante treinta minutos este excepcional trompetista y sus virtuosos acompañantes, Chick Corea y Keith Jarret a los teclados y sintetizadores, Wayne Shorter a los saxos, Ron Carter al bajo, Dave Holland a la batería y Airto Moreira a la percusión dejaron asombrados a los asistentes con una avalancha de sonoridad y fantasía interpretativa. Davis presentó el tema como «Call it anything», que traduciremos libremente como Llámalo como quieras.
Ten Years After: otro momento álgido del festival. La banda de Alvin Lee encandiló al personal con su rock blues vigoroso y sus buenos solos de guitarra. Naturalmente, interpretaron «I’m goin home», que les hizo triunfar en el festival de Woodstock.
Emerson, Lake and Palmer: primera actuación de esta superbanda británica, una de las pioneras del llamado rock sinfónico, con su estrella Keith Emerson (ex Nice) a los multiteclados, Greg Lake (ex King Crimson) al bajo y guitarra, y Carl Palmer (ex Atomic Rooster) a la batería. Su rock con claras influencias de la música clásica y del jazz se basaba principalmente en el virtuosismo de su teclista. Montaron un número circense durante la interpretación de «Rondo» con Greg Lake disparando cañones cuya mecha prendía con antorchas y Emerson de pie en su Hammond B3 haciéndolo balancear y posteriormente lanzando cuchillos al teclado.
The Who: ¡Qué pedazo de banda! Grandes músicos y dominadores como pocos de la escena. Roger Daltrey con un vestido con grandes flecos lanzando y recogiendo el micro; Keith Moon haciendo rebotar una de las baquetas en el parche de la caja de la batería subiendo a una altura de hasta dos metros y volviéndola a recoger a la caída y continuar tocando; John Entwistle tocando el bajo con su traje de esqueleto; y Peter Townshend vestido con un mono blanco y atacando las cuerdas de su guitarra haciendo el molinillo con su brazo derecho. En una ocasión dio un gran salto cayendo de rodillas y deslizándose con ellas por el suelo del escenario (este movimiento ha sido imitado años más tarde por algunos futbolistas al marcar un gol y celebrarlo de esta forma).
Interpretaron su ópera Tommy al completo y muchos de sus éxitos como «Summertime blues», «My generation», «Substitute»… En total, tres inolvidables horas de actuación.
The Doors: no fue esa noche la mejor de la banda, sin duda. Jim Morrison (q. e. p. d.) que pocas semanas antes fue procesado por escándalo y obscenidad en el escenario, ofreció una actuación estática y desangelada (debía de estar enfermo o aterido por el frío que hacía aquella noche). Afortunadamente Ray Manzarek salvó la actuación con una brillante actuación a los teclados y gracias a esto sonaron bien sus temas como «The end» o «Light my fire»”. No estuvo mal, pero pudo haber sido mucho mejor.
Joan Baez: sola con su guitarra, esta cantante estadounidense folklórica y contestaría nos hizo caer dormidos sin remedio a la tercera canción. Uno de los nuestros nos despertó después para que la oyésemos cantar en español el clásico «María Dolores… te canto un bolero», y conseguimos dormirnos de nuevo antes de que acabase esa canción.
Melanie: lo siento, pero personalmente continué durmiendo y no pude ver ni siquiera un minuto de la actuación de esta delicada cantautora norteamericana que poco tiempo antes tuvo dos éxitos mundiales con «Beautiful people» y «Lay down».
Sly and the family Stone: nos despertaron con los primeros acordes de su actuación. Sylvester Stewart (Sly Stone), cantante y teclista, y su banda mixta y multirracial nos sirvieron el desayuno musical con un funky poderoso y psicodélico aderezado con textos festivos y con proclamas de solidaridad interracial. Al final nos hizo bailar a todos y corear el estribillo de «I wanna take you higher».
Y así comenzó el tercer día. Poco después los aperitivos musicales fueron Good News, dúo acústico estadounidense; Chris Kristofferson por segunda vez , ya más comedido y en mejor forma que en la actuación gratuita, hasta consiguió aplausos de los asistentes; Ralph McTell, reputado cantautor y guitarrista inglés; Pentangle (no estoy seguro de si actuaron ese día), grupo inglés de folk acústico en el que militaban dos vacas sagradas del folk británico: los guitarristas Bert Jansch y John Rembourg; y después Heaven, big band británica con predominio de los metales.
Free: aunque tampoco estoy muy seguro de si actuaron ese día, aún con luz solar, esta banda pionera del hard-rock británico, que incluía al extraordinario vocalista Paul Rodgers y al baterista Simon Kirke, quienes posteriormente ingresaron en las filas de Bad Company, al guitarrista Paul Kossoff (q. e. p. d.) y a Andy Fraser al bajo desgranaron los temas de sus dos primeros álbumes, entre los que destacaron «Mr. Big», «Fire and water» y el celebérrimo y clásico «All right now». Una estupenda y correcta actuación, aunque la gente no reaccionó como merecieron, quizá por la seriedad de sus temas y porque esperaban más marcha. Merecieron actuar por la noche, con luminotecnia adecuada y entonces otro gallo hubiera cantado.
Donovan: este cantautor y guitarrista escocés fue evolucionando desde el folk interpretado con guitarra acústica y letras amables, a textos más polémicos, psicodélicos y fantásticos, así como una mayor instrumentación con cuidados arreglos. En la época de este festival se sintió más rockero que nunca y publicó su álbum Open Road en formato de trío eléctrico.
Su actuación era de las más esperadas por los asistentes y constó de dos partes: La primera él solo con su guitarra acústica interpretando sus temas más antiguos como «Colours», «Catch the wind…», y la segunda presentando su nuevo trabajo comentado anteriormente con la formación de trío eléctrico. Un gran triunfo para este artista.
The Moody Blues: otro gran grupo británico que debido a su álbum The days of future passed con The London Festival Orchestra y que incluía el inmortal «Nights in white satin» fue catalogado como otro de los pioneros del rock sinfónico y también del rock psicodélico, aunque su estilo abarca múltiples facetas. Una muy correcta actuación con la que consiguieron un éxito moderado. Este grupo siempre ha estado infravalorado, mereciendo bastante más reconocimiento del conseguido, pero los Moody Blues son incombustibles y tienen cuerda para rato. Aunque su último trabajo discográfico fue editado en 2003, aún siguen actuando y de hecho anuncian gira mundial desde marzo de 2010, en la que incluyen a los miembros originales de la banda Justin Hayward, cantante y guitarrista, John Lodge, bajista, y Graeme Edge, baterista.
Jethro Tull: la banda liderada por el escocés Ian Anderson (voz, flauta y guitarra acústica entre otros instrumentos) era otro de los platos fuertes del festival. Etiquetado este grupo como rock progresivo, realmente tenía influencias claramente folklóricas e incluso medievales, así como de blues y hard rock. Gran músico, compositor y cantante, Ian Anderson es un monstruo de la escena con un dominio total de ella, gesticulando, moviéndose, tocando la flauta y susurrando al mismo tiempo, siguiendo el estilo de Roland Kirk, un jazzman británico, y sobre todo doblando una pierna como una cigüeña al tocar este instrumento. Gran actuación en Wight, con el aliciente de la presentación en directo como teclista de John Evan e interpretando temas de sus tres primeros álbumes como el instrumental «Bourée» de J. S. Bach, «Living in the past», «A new day yesterday», ya que sus mayores éxitos discográficos Aqualung y Thick as a Brick fueron editados a partir de 1971. Ian Anderson también tiene cuerda para rato. Recientemente ha ofrecido varias actuaciones en España y en estos momentos Jethro Tull está en plena gira por EE. UU., continuando después por varios países centroeuropeos y finalizando en el Reino Unido el 1 de abril del próximo año, con una formación de octeto y con uno de los miembros casi originales: Martin L. Barre como guitarrista (solamente toca en Jethro Tull desde el año 1968…).
Jimi Hendrix: ¡El no va más! Uno de los mejores y más renovadores e influyentes guitarristas de la historia, para muchos el mejor, se presenta en Wight con una mezcla de acompañantes de sus dos anteriores bandas: Billy Cox con su sombrero de copa, de J. M. Band of Gipsies al bajo, y el gran baterista Mitch Mitchell de J. M. Experience. Hendrix, además, sin tener una gran voz, sabía transmitir una profundidad en su canto, que también lo hacía irrepetible. Desfiló una amplia selección de temas: la presuntamente canción tradicional americana «Hey Joe», «Purple haze», «The wind cries Mary», «All along the watchtower» de Dylan, «Crostown traffic»… el delirio, y aún hubiésemos disfrutado más si hubiese actuado algunas horas antes, ya que había que hacer denodados esfuerzos a esa hora para no dormirse.
Por desgracia, Hendrix falleció unos días después, el 18 de septiembre, ahogado en su propio vómito según el parte médico.(d. e. p.).
Leonard Cohen: cantautor y poeta canadiense con una voz susurrante y muy respetado en todo el mundo, del que solamente pudimos oír tres canciones, pues era el penúltimo artista, y decidimos abandonar el recinto, ya que si hubiésemos esperado hasta el final, habríamos tenido que soportar fácilmente una cola de 5 ó 6 horas, y de esta forma emprendimos el camino inverso hasta Londres.
Richie P. Havens: por el motivo antes comentado no vimos la actuación de este cantautor estadounidense que triunfó en el festival de Woodstock con su tema «Freedom».
Nuestras cámaras fotográficas no eran tan buenas como la de Mario Pacheco y nuestra pericia como fotógrafos mucho menos aun, por lo que no tenemos instantáneas de nuestras presencia en el festival, ya que debimos de velar el carrete, pues al ir a la tienda de revelado comprobamos que sólo conseguimos una foto en la que no salíamos ninguno de los cuatro…
No hay coincidencia en el número de asistentes, con cifras distintas suministradas por diversos medios, pero la organización dio unos datos aproximados con la suma de los espectadores de pago, prensa, invitados, personal de producción, técnico y servicios, los espabilados que pudieron colarse y los que lo oyeron más que vieron en una colina cercana, con lo que calcularon una cifra aproximada a los 600.000.
La sonorización, excelente por cierto para la época, pues se oía a la perfección desde el interior y exterior, incluida la colina anteriormente citada, corrió por cuenta de la empresa W. E. M. (Watkins Electronics Manufactures), muy de moda en aquella época. No tengo datos de la cantidad de vatios suministrados para la sonorización y luminotecnia.
El festival transcurrió por unos cauces de camaradería y tranquilidad con algunas breves excepciones, como la de un grupo de contestatarios que subió al escenario para exigir un festival gratuito; la de Joni Mitchell suplicando desde el escenario silencio para su actuación a un grupo de alborotadores cercanos; la de un skinhead que provocó al público y fue obsequiado con una lluvia incruenta de latas de bebida vacías; y una pequeña lucha contemplada con interés por la muchedumbre, ya que está muy bien lo de paz, amor, buen rollo… pero ¿quién se resiste a contemplar una buena pelea?
Tampoco tengo datos fidedignos sobre las detenciones y enfermedades momentáneas o definitivas causadas por el alcohol y otras sustancias, pero contando con el elevado número de asistentes, esta cifra debió de ser bastante reducida. En realidad me preocupaba más la música que las crónicas de sucesos.
Ya en Madrid , me sorprendió leer entre las críticas peyorativas del festival, la del respetado actor, dramaturgo y director de teatro, cine y televisión Adolfo Marsillach en la que además de contar sus vivencias personales, arremete contra el festival, censurando la inevitable suciedad, la precariedad de evacuatorios, y otros servicios, el miedo de los habitantes de la isla a los «desmanes de los hippies», su opinión personal y temeraria del pensamiento y filosofía de la mayoría de los asistentes, la lejanía de muchos asistentes al escenario «viendo de lejos a las grandes estrellas de la música pop... en un ambiente ensordecedor, mágico y fascinante…» (menos mal que dice algo bueno…). Pero sobre todo manifestaba la «comercialización del jipismo» con frases lapidarias como: «Este festival al que estoy asistiendo es una trampa, una indecente trampa comercial para ingenuos o para sinvergüenzas —y añadía— …aquí en este festival utilizado por unos cuantos para su propio negocio…». Cuando he ido al teatro o al cine alguna vez a ver una representación o película interpretada por este, por otro lado, gran actor, he tenido que pasar por taquilla y adquirir mi correspondiente localidad. Menos mal que en la televisión no tenía que pagar para verlo; no existían entonces las televisiones de pago.
Me sorprende que todo un artista emblemático y progresista escriba una crítica tan reaccionaria. Por cierto, el señor Marsillach no hacía ninguna crónica o comentario alguno de siquiera una actuación, y los hermanos Lynne, organizadores del festival, perdieron dinero, aunque creo que no les importó lo más mínimo esta circunstancia.
Pocos meses después empezaron a llegar a España las grandes bandas internacionales cuyo número fue aumentando hasta la abundancia de nuestros días y el rock español también desde entonces ha experimentado una notable mejoría y abundancia.
A partir del año 2002, se han vuelto a organizar otros conciertos multitudinarios en la isla, con unas programaciones muy notables, hasta el punto de que en las votaciones para los premios del UK Festival el de la isla de Wight ha alcanzado el número uno de los votantes, aunque no tiene en la actualidad la transcendencia del que he intentado resumir.
Y como punto final añadiremos: ¡Viva la música… y que no decaiga!
Salvador Arevalillo
4 comentarios
Que tal antiguo amigo de Banco Internacional de Comercio. Me alegro mucho de haberte encontrado gracias a Internet. Un abrazo, y espero me escribas. Qué es de Florencio Sanchez Flores "flowers" ?
AUNQUE HAN PASADO DOS AÑOS, VEO CON ALEGRIA UN COMENTARIO DE MI VIEJO AMIGO SALVADOR, CON EL QUE ME GUSTARIA CONTACTAR, YA QUE ESTAMOS PREPARANDO UNA REUNION LOS VIEJOS AMIGOS DE "CARAVANA"
SALVA, RAFA CELIA Y YO TE ESPERAMOS EN EL 916360423
necesito contactar con Salvador..su tfno.please
Hola. Rectifico el saxofonista de la banda de Miles Davis. No era Wayne Shorter, sino Gary Bartz.