Paseando a Nico por Madrid: Toda una experiencia Pop (por Antonio San José)
23 junio, 2009 3:41 pm 2 ComentariosKevin Ayers, Nico, John Cale y Brian Eno
La vida regala, en ocasiones, evocaciones de feliz pasado envueltas en coincidencias y casualidades que nos sitúan en la realidad más presente. Es, sin duda, uno de los alicientes del fascinante oficio de apurar cada día sin saber exactamente las cartas que nos repartirá el azar que no controlamos.
Viene esto a cuento porque la pasada primavera me encontré con un impagable disco que recopilaba 39 canciones que fueron implacable y absurdamente censuradas por aquellos señores tan serios de bigotito afilado encargados de velar por nuestra salvación eterna sin que, por cierto, ninguno de los interesados se lo hubiera pedido. Ese disco, “Una historia de la censura musical en la radio española”, había sido realizado por un profesional tan solvente como José Manuel Rodríguez, “Rodri”, que se encargó de la selección musical y de los textos que acompañan al doble CD primorosamente editado, e inexplicablemente no promocionado, por el sello RTVE Música.
Fascinado por la idea llamé a Rodri y le invité a participar en el programa “Cara a Cara” que realizo cada día en CNN+. Como suponía, la entrevista quedó amena e interesante por la cantidad de jugosas anécdotas, algunas surrealistas y exponentes claras del despropósito, que desgranó en el espacio mi admirado ex compañero de Radio Nacional de España. Fuera de cámaras y micrófonos, hablamos de amigos comunes y salió el nombre de Adrian Vogel, con quien yo había coincidido en los legendarios tiempos de la F.M.99.5 y los programas musicales de la COPE (entonces paradigma de progresía) en las viejas instalaciones de la emisora en la calle Juan Bravo de Madrid. Rodri me informó de la actividad de Adrián en “El Mundano” y así descubrí el blog, del que soy visitante asiduo, y recuperé a su inspirador vía telefónica y a través de e-mails.
Por fin, el pasado viernes nos encontramos personalmente, tantos años después, y compartimos unas deliciosas horas de conversación sobre la música, la política y la vida, en el edificio de Sogecable en Tres Cantos, donde trabajo. Ese reencuentro lo ha contado Adrian, de manera generosa y excesiva conmigo, en el post del pasado lunes. Por eso le debo agradecimiento eterno y la narración de una anécdota que le conté en mi despacho y que él, como buen director de blog, quiso que escribiera allí mismo, sobre la marcha. Le pedí una tregua y me comprometí a enviársela lo antes posible. Aquí está…
Situémonos: Madrid, hacia 1974. Los únicos conciertos internacionales que podíamos ver en la capital tenían lugar en tres sitios muy concretos. El primero fue el Alcalá Palace (King Crimson, Golden Earring, Johnny Rivers, Hatfield and the North, Blue Oyster Cult…) El segundo, el mítico Teatro Monumental (Santana, Canned Heat, Rory Gallagher, Flying Burrito Brothers, John McLaughlin…) Y, “last but not least”, el tercero era la discoteca M&M, ubicada en el número 9 de la calle Béjar, junto al metro de Diego de León. En aquella sala, pequeña pero llena de encanto, con todos los aditamentos de la época (globos de luces, cabina del disc-jockey elevada, juegos de líquidos de colores proyectados…) tuvieron lugar actuaciones memorables como las de Soft Machine, Sandy Denny, Geordie, Beggars Opera, Greenslade, Wild Turkey, Mick´s Abrahams Band y… Nico. Sí,la musa etérea de Andy Warhol, John Cale, Bob Dylan, Brian Eno, Kevin Ayers y demás artistas a los que admirábamos todo el tiempo. Nico en concierto. La cosa no pintaba mal…
Christa Päffgen, que así se llamaba en realidad esta cantante alemana, nacida en Colonia, que murió en Ibiza a los 49 años, en 1988, fue la primera supermodelo del mundo. Su carisma personal hechizó a Jim Morrison, Jackson Browne, Lou Reed, Brian Jones y tantos más que contribuyeron a cimentar una carrera artística que, poco a poco, festoneó álbumes como “Chelsea Girl”, “The Marble Index”, “Dessertshore”y “The End”, que era, justamente, el disco que acababa de grabar antes de su actuación madrileña.
En la entrada de M&M coincidí con Antonio Valdivia, compañero de Radio Popular que realizaba en 99.5 el programa “Ciclos” en compañía de Vicente Cagiao. Mi tocayo trabajaba en un banco y, en consecuencia, tenía más posibles que alguno de nosotros, estudiantes, como era mi caso, de primer curso de Periodismo. Acorde con su vida laboral estable, Valdivia disponía de coche, y eso era mucho en aquel tiempo. Hablando en los minutos previos al concierto, se nos acercó el promotor imprescindible de aquel templo laico del pop, Vicente “Mariskal” Romero, que cada noche realizaba en la desaparecida Radio Centro el mítico “Musicolandia”, auténtica avanzadilla del rock progresivo en aquella España cerrada y oscura como el régimen franquista que todo controlaba y cuyas autoridades policiales debían de autorizar cualquier tipo de actuación, concierto o manifestación pública de carácter artístico. ¡Vaya tiempo!
Vicente Romero nos cuenta nervioso que Nico aún no había aparecido en la discoteca, quedaba un cuarto de hora y no se sabía nada de ella ni era posible localizarla telefónicamente en el hotel (entonces no había móviles). La persona encargada de recogerla no estaba disponible, así que nos pide, por favor, que fuéramos a buscarla nosotros y la llevásemos con rapidez a M&M.
No me negaréis que un punto surrealista si que tiene esta historia…
Salimos de la discoteca, a poco de la hora prevista para el concierto, que eran las ocho de la tarde, y en el coche del bueno de Valdivia (creo que era un Citroen 2CV), enfilamos la calle Doctor Esquerdo hasta llegar al Hotel Colón, en el barrio de La Estrella. La distancia no era mucha y, además, se trataba de un trayecto en línea recta. Llegamos al hotel, Antonio aparcó en la puerta sin bajarse del coche, y servidor se acercó a la recepción y preguntó por la artista. La llamaron, o subieron a buscarla, y a los pocos minutos tenía ante mí a Nico en persona. Increíble, pero cierto.
Le expliqué que veníamos a buscarla en nombre de la organización para llevarla hasta el lugar de la actuación y la acomodamos en la parte trasera de aquel modesto vehículo que distaba muchos metros de ser una limusina o un coche de representación a los que debía estar acostumbrada.
Con Nico a bordo, salimos a toda pastilla vencida ya la hora de inicio del show. Calle Doctor Esquerdo, esta vez hacía arriba, llegamos a Francisco Silvela y torcimos hasta Béjar en cuyo número 9, Valdivia paró el coche en seco mientras yo ayudaba a salir a la artista y se la entregaba, literalmente, a Vicente Romero que respiró aliviado y la condujo, a su vez, hasta el escenario donde la esperaba un público impaciente y pelín mosqueado.
Volcada en su teclado, con el largo pelo sobre la cara, Nico entonó, como una salmodia monocorde:
“This is the end, beautiful friend,
This is the end, my only friend.
The end, it hurts to set you free,
But you’ll never follow me.
The end of laughter and soft lies,
The end of nights we tried to die,
This is the end”.
El concierto, aunque tarde, se había salvado.
En la barra, junto a Valdivia que había logrado aparcar correctamente su coche salvador, me tomé esa noche mi primer cubata. Creo que me lo había merecido.
2 comentarios
BUENAS NOCHES Y BUENOS AIRES PARA LAS MUJERES Y HOMBRES DE PENSAMIENTO LIBERTARIO, BUENOS DIAS PARA LOS QUE EL DIA COMIENZA AHORA, HOLA.. A LOS QUE NO TIENEN SOL, NI LUNA, NI TARDES ABURRIDAS, NI MOMENTOS PERDIDOS, BUENAS , BUENAS PARA TODOS AQUELLOS QUE AÚN PIENSEN QUE EL MUNDO NO HA CAMBIADO TANTO, QUÉ TODO ESTA EN NUESTRAS MANOS Y TENEMOS LA ÚLTIMA ....ESPERANZA
ME GUSTARIA CONTACTAR CON GENTE QUE HAYA ESTADO EN PALMYRA, SIRIA, PARA PODER INTERCAMBIAR OPINIONES