GRITANDO EN SILENCIO: “ESTO NO ES UNA CRISIS, ES UNA GUERRA”

En el último escalón que conduce a la más privilegiada atalaya de nuestro rock estatal, ocupada a lo largo de la dinámica historia de nuestra escena por unos pocos elegidos, se encuentra este incansable y perseverante combo andaluz. Tras la salida de su exitoso tercer trabajo de estudio ‘La edad de mierda’, cuya publicación a través de Warner ha supuesto un punto de inflexión en la meritoria trayectoria de un grupo currante como el que más, se encuentran inmersos en una gira nacional en la que la concurrencia a sus shows está siendo masiva. Por ello, el vocalista y guitarrista MARCOS MOLINA no puede sino mostrarse exultante al coincidir con JASON CENADOR, que conduce esta entrevista y que los disfrutó recientemente en su casa, Sevilla.

¿Qué sensaciones diferentes habéis sentido en esta primera fase de conciertos tras la salida de vuestro nuevo álbum con respecto a otros arranques de gira?

“Pues la verdad es que da la sensación de que nos han echado de menos en la misma proporción en que nosotros hemos echado de menos estar de gira. Aparte de eso, el primer concierto resultó un poco más tensos que de costumbre y luego fue todo rodado otra vez”.

Son muchas las ciudades del Estado que han disfrutado de vuestra visita o que la disfrutarán en las próximas semanas, ¿qué tal respuesta están recibiendo estas fechas y qué argumentos de peso vais a esgrimir para que nadie se pierda la posibilidad de veros en vivo?

“Pues estamos sorprendidos y emocionados a partes iguales por la respuesta que estamos recibiendo en los conciertos. Tras los adelantos del disco y su estreno íntegro el 3 de febrero, las sensaciones que nos llegaban de quien lo escuchaba eran muy buenas; pero sentir eso que a veces nos escriben, en un escenario, es quedarse sin palabras. Ofrecemos un directo trabajado y honesto, donde creo que se puede ver sin trampa ni cartón lo que hacemos y el cariño que le ponemos”.

Se dice que con este tercer álbum estáis definitivamente en el disparadero y que estáis llamados a ser la nueva sensación del rock urbano ante grandes audiencias, ¿sentís esa posibilidad como fehaciente?

“El público siempre nos ha tratado como si así lo fuéramos, y nunca hemos dejado de crecer. Pero siempre ha ido todo con calma y poco. Cada vez que volvemos a una ciudad tenemos más público o tenemos que tocar en una sala más grande, pero nunca hemos experimentado saltos desproporcionados. El tiempo dirá”.

El título del disco es, cuando menos, elocuente. ¿Iremos hacia una época aún más fecal o esta “Edad de Mierda” tiene los días contados?

“De la crisis nos recuperaremos tarde o temprano, pero los medios de producción capitalistas y este mundo globalizado que despilfarra recursos en un mundo finito en el que cada vez somos más tiene los días contados; son una cuestión de números. Tenemos un tiempo limitado para comprender el problema y afrontarlo antes de irnos al carajo”.

Parece que abogáis por luchar en pos de lo segundo en ‘A las Armas’. Aunque abogáis por la música como cauce del descontento, en la letra también encontramos frases como: “Esto es una llamada a las armas; no quiero paz, quiero la guerra o la libertad”. Explícito cuanto menos, ¿no? ¿En esta época y en vuestro estilo, la explicitud es un grado?

“Como decía alguien por ahí, esto no es una crisis, es una guerra y la vamos perdiendo. Nos encanta la poesía y lo onírico, pero hay momentos en los que hay que ser explícitos. De la misma manera que Hemingway o George Orwell entraron en las Brigadas Internacionales, a veces simplemente haces lo que tienes que hacer obligado por el momento que te toca vivir”.

De hecho, otra frase del disco que llama la atención es: “Estamos condenados a hacer historia o seremos historia”; ¿cuál es la interpretación que le da la propia banda?

“Pues tanto a nivel político y social, como a nivel de funcionamiento de la propia banda, nos sentimos así. La música a día de hoy no nos mantiene y si no conseguimos que lo haga, no es que nos vayamos a disolver, pero todo pasaría a un segundo plano. Y en el campo político  y social es más que evidente el por qué necesitamos “hacer historia”.

Seguís apostando por un rock muy dinámico y por canciones que enganchen, ¿aquellas que no salgan frescas y que no cautiven a la primera no encajan en Gritando en Silencio?

“Tiramos pocas canciones a la basura. Concretamente, en este disco solo hemos descartado dos. Una fue porque era una versión en español del “House of the Rising Sun” (The Animals) que hice por capricho, descartada por no romper la norma de no hacer versiones en nuestros discos. Y la otra era un tema que reclamaba el uso del espacio público por parte de la ciudadanía. Era el tema favorito de Carlos (El Quinto) en la etapa pre-disco, pero no conseguíamos hacerle justicia con banda para que sonase como lo hacía en acústico, así que la aplazamos”.

“Va por vosotros” y “Sueños rotos” son la cara y la cruz respectivamente de la misma moneda, ¿cómo se ve la montaña rusa del rock and roll cuando se está ahí arriba subido?

“Es duro y sacrificado, y al mismo tiempo muy agradecido en cuanto a recompensa y satisfacción personal, pero solo si has sido capaz de realizar ese sacrificio que se te exige. Nada es gratis ni cae del cielo, como tantas otras cosas en la vida. Es algo que todos hemos tenido que aprender por el camino”.

¿Cómo percibís el panorama rockero en el sur de la península y particularmente en vuestra Sevilla natal? Parece que si algo se echa en falta, no es precisamente la creatividad.

“En el sur siempre ha habido mucha música y muchos soñadores. No falta madera, aunque la apuesta cultural generalizada difiere mucho de lo que ves en los locales de ensayo, en los que te da la sensación de que todo es rock y metal. Sin embargo, la realidad es que la mayoría de grupos que salen adelante son orquestas de feria, flamenquito, y en todo caso, algo de fusión”.

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