Crónica de O'Funk'illo: Fiesta antes de la despedida
27 febrero, 2017 4:59 pm 1 ComentarioSala But, Madrid.
Llegaban Pepe Bao y Andreas Lutz, muy bien rodeados de amigos, para despedirse de Madrid. Pero que nadie se asuste, O’Funk’illo no se separa. Se trata de una “parada biológica”, como el mismo bajista la definió. Después de encadenar discos y giras, se toman un tiempo para cargar baterías y centrarse en otros proyectos.
Los conciertos de O’Funk’illo son una auténtica fiesta, pero eso no quiere decir que estén faltos de calidad. Se rodean de grandes músicos, completando la banda Chacho Martín (batería), Ale Rodríguez (guitarra), Ricky (teclado) y Cheché a los coros toda la noche, que demostró tener una voz poderosa en la versión de Prince “Kiss”. Además, en directo cuentan con una sección de vientos que aporta más matices a su sonido, compuesta por Toni Martín al trombón de varas, Pepe Rincón a la trompeta y David Lerman al saxo, siendo protagonista con un solo en “A shuparla ya” o con la guitarra durante algunas canciones.
Pero el protagonismo lo compartieron con todos los invitados que pasaron por el escenario. Desde el inicio en “Al rollo del cogollo” con Viktor (cantante de Brutal Thin) o con Mart (Estirpe) cantando en “Riñones al jerez”. Ambos saldrían a escena en más ocasiones, disfrutando ellos y contagiándonos a nosotros. Igual que el buen rollo que desprendieron Chiki y Ana de Canteca de Macao en ese ritmo reggae que tiene “Mary Jane”.
Uno por uno, todos los invitados fueron sumándose a una fiesta que se hacía más grande por momentos. Anye Bao a las baquetas, Joselín Vargas al cajón flamenco, Gabriel Peso a las teclas o Amir John Haddad a la guitarra dejaron su sello rebosando entusiasmo. Tanto, que al Canijo de Jerez se le cayó el móvil mientras saltaba en “Dinero en los bolsillos”, lo que aprovechó Pepe Bao para usarlo como púa.
Estaba tan absorbido por las diabluras de este con su bajo que no me había dado cuenta de una grata noticia, como que un jueves la sala estuviese prácticamente llena. Lo hice en ese intenso final de “Esso’ cuenno’”, cuando Andreas nos pidió gritar y una multitud de voces llegó a mis odios. Pero cómo iba a darme cuenta antes si fue ese el tema que eligió Pepe para tocar el bajo con una baqueta. Y es que es un gran maestro de las cuatro cuerdas.
Su habitual versión del “Killing in the Name” subió un punto más la intensidad, si eso es posible, con Viktor, Mart y muro de la muerte incluido. Tanto que el primero acabó saltando al público. Por eso, cuando arremetieron con “Nos vamos pal ‘Keli”, más habitual en el final de sus conciertos, no queríamos creer que aquello iba a terminar cuando no llevábamos ni una hora y media. Nos sacó de la duda Andreas con un “a la mierda el repertorio”. Y es que todavía faltaba por sonar ese ritmo marciano de “En el planeta aceituna” o esa alegría de “En el campito”.
Y por supuesto faltaba la penúltima lección magistral de Pepe Bao, esta vez en forma de solo. Si fuese de otro país le consideraríamos un hito de la historia de la música. Pero ahí queda nuestra costumbre de no valorar el talento nacional. De nuevo nos pondrían a cantar, repitiendo el estribillo de “Arte un waka”, antes de subir de nuevo algunos invitados al escenario para retomar de nuevo el final de “Riñones al jerez”, con los últimos golpes de bajo y dar las últimas gotas de sudor, en un fin de fiesta sensacional.
Su estado de forma es magnífico, con un directo sólido que mezcla todos los estilos que se les puedan pasar por la cabeza. Dos horas después habíamos asistido a uno de esos conciertos de los que te arrepentirías si no hubieras ido. Se despiden por un tiempo, pero antes nos regalaron una fiesta que saciará nuestra sed mientras esperamos su vuelta.
Texto y fotos: Borja Díaz
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