Crónica de Sabaton + Accept: La batalla de Montjuïc
23 enero, 2017 4:35 pm 2 ComentariosSant Jordi Club, Barcelona.
Pocas giras despiertan controversia y debate colectivo hoy en día. En una época donde a duras penas se llenan salas, son ya habituales los carteles que engloban a varias bandas grandes en las que una queda como cabeza de cartel y a otra le toca telonear, hecho que quizás desmerezca la posición de alguna para los fanáticos de ella. Sin embargo, los grupos se ayudan entre sí para ganar público y a este se le ofrecen eventos mucho más atractivos que logran congregar varias propuestas en una misma noche. Todos contentos… ¿o no?
El caso que se vivió el pasado domingo en Barcelona fue un aparte, una rara avis que levantó una polvareda de disputas más que considerable. Desde que se anunció que los germanos Accept serían ni más ni menos que los teloneros de una formación de relativa nueva hornada como son Sabaton (que aunque no lo parezca llevan ya más de 17 años dando guerra), la histeria colectiva se apoderó de quienes reivindicaban el peso histórico de la formación liderada por Wolf Hoffmann. Efectivamente, dista mucho la importancia y la longevidad entre ambas formaciones; Accept cuenta con un repertorio para dar envidia a casi cualquier banda y dispone de las credenciales para liderar ya no cualquier concierto sino incluso festivales enteros. Pero ojo, que los suecos no están allí porque sí.
Mientras que Accept representa las raíces primigenias de todo un movimiento que surgió hace ya lustros, Sabaton se erige como una nueva forma de entender el heavy metal para toda una generación de fans, cuyos referentes han cambiado y cuyas figuras insignias son diferentes a las de sus padres. Ambas bandas repercuten en públicos distintos y en vidas cuya relación con la música es a su vez distinta. ¿Por qué no, entonces, englobar en un mismo acontecimiento el peso de las dos? La posición es algo meramente formal; mientras Sabaton venía presentando un nuevo lanzamiento, Accept venía rescatando un set que ya había tocado en su integridad allá por 2014.
En cualquier caso, la unión de dos figuras de semejante peso para la escena del metal mundial no tendría que ser más que algo para el disfrute de todos los asistentes en lugar de una competición por ver quién la tiene más grande. Y es que, al final, la postal metálica que se pintó en el Sant Jordi Club de Barcelona, donde varias generaciones se congregaron por y para un único fin, reivindica el poder de convocatoria de un género a veces en duda y en decaída más anunciada que efectiva.
Antes de la actuación de ambas formaciones hizo acto de presencia Twilight Force, banda sueca de power metal sinfónico elevado al máximo exponente. Desde su fichaje por Nuclear Blast y el consecuente lanzamiento de su segundo redondo ‘Heroes Of Mighty Magic’ ha ido apareciendo más y más dentro del círculo de bandas de su misma escena. Con los miembros del grupo vestidos con atuendos fantásticos y medievales (véase capas, orejas de elfo, capuchas y alguna que otra espada), salieron a convencer a un público en constante aumento que llegó a ofrecer un buen aspecto al St. Jordi Club, cerrado eso sí por la mitad mediante una gran tela negra que separaba diametralmente la sala en dos.
Pese a sonar algo flojos y que a duras penas se pudiera percibir el bombo de la batería, sorprendieron por su capacidad de ofrecer todos los elementos de su azucarada y épica música de forma coherente y ordenada, algo difícil teniendo en cuenta la cantidad de sonidos y teclados presentes en sus composiciones. La escueta duración del concierto, unos 30 minutos, no permitió sacar muchas conclusiones de una banda que seguro ocupará plazas importantes en giras y festivales venideros. Eso sí, canciones como la inicial “Battle Of Arcane Might”, “Flight Of The Sapphire Dragon” o la final “The Power Of The Ancient Force”, que por cierto recibió una muy buena respuesta entre las primeras filas, sirvieron como buena carta de presentación en la ciudad condal.
El momento de la verdad para muchos había llegado. Accept tomaba el escenario al ritmo de “Stampede”, perteneciente a su último lanzamiento discográfico ‘Blind Rage’, y “Stalingrad”, una nueva referencia a los más recientes esfuerzos compositivos de la banda. El grupo gozó de toda su escenografía al completo, con todo el escenario decorado metálicamente para la ocasión y con columnas de humo que se alzaban sobre los rostros del público en los diversos estribillos de sus temas, algo que sin duda se agradece enormemente para el correcto desarrollo del show.
Ya sabemos cómo se las gasta esta gente, pues nunca defraudan en directo y siempre ofrecen un conjunto escénico clásico pero efectivo. Sería algo redundante, además, destacar la capacidad de Mark Tornillo como frontman de la banda, pues de sobra han quedado ya patentes sus cualidades en el escenario a lo largo de estos últimos años. Así pues, y con todo servido, canciones inmortales como “Restless And Wild” o “London Leatherboys” levantarían los cuernos de la audiencia y nos brindarían esos guiños tan de sobra conocidos encima del escenario: los músicos levantando sus mástiles al son de los compases de los temas, Hoffmann alzándose en una plataforma central animando al respetable y siendo el foco de casi todas las miradas y, por supuesto, una base musical perfectamente engrasada, tal y como la ocasión merecía.
Tras la nueva “Final Journey”, los germanos nos brindarían un triplete sónico del más alto voltaje de la mano de la coreada “Princess Of The Dawn”, de la rápida “Fast As A Shark” y de la icónica “Metal Heart”, cuyo punteo fue cantado hasta la saciedad por una audiencia muy entregada. En este sentido, el combo supo hacer un balance correcto entre canciones antiguas y nuevas, pues con un setlist de alrededor de una hora habría sido algo arriesgado dedicarle más tiempo a las últimas.
Encarando ya la recta final de su actuación, “Teutonic Terror” revivió la más reciente etapa con Tornillo en la banda y la inevitable “Balls To The Wall” lo terminó de poner todo patas arriba. Notable concierto de una formación quizás no acostumbrada a esa posición en salas y cuya presentación en solitario esperamos con ganas para cuando lancen su nuevo disco previsto para finales de año.
Un telón más se despegaría del fondo del escenario y, ahora sí, todo quedaría preparado para la descarga de Sabaton. Si bien la amplitud del mismo era superior a lo visto en su última visita a la Razzmatazz presentando ‘Heroes’, la fórmula utilizada siguió más o menos los mismos patrones que hace dos años: ese tanque que servía para acoger a la batería de Hannes van Dahl seguiría presidiendo el centro del escenario mientras que, como principal novedad, ahora encontrábamos una pantalla central que iría mostrando las letras de algunos temas que la banda interpretaría así como imágenes del logo de la banda combinadas con efectos visuales algo simplones.
En este sentido, algo decepcionante la puesta en escena de la banda para un servidor. Si para algo necesitaban un escenario mayor era para, justamente, ofrecer algo remarcable en comparación con sus anteriores actuaciones en la Ciudad Condal. Pese a este detalle, eso sí, no se le puede reprochar nada respecto a la infatigable actitud de la banda, cuyas fórmulas en directo siguen siendo casi las mismas pero que, en este caso, se entienden a la perfección: por cosas como estas se recuerda a las grandes formaciones.
Como no podía ser de otra forma, “Ghost Division” daría el pistoletazo de salida al derroche de entrega de los suecos. Acto seguido, “Sparta”, tema que abre su más reciente disco ‘The Last Stand’, recibiría al incansable Joakim Brodén con un bonito casco espartano así como a unos guerreros que invadirían el escenario (gesto que recordó enormemente a lo utilizado por Amon Amarth hace unos meses).
Otro tema de nueva hornada, “Blood Of Bannockburn”, precedería a la ya imprescindible “Swedish Pagans”, cuyo coreado estribillo serviría para presentar formalmente al nuevo guitarrista Tommy Johansson, quien recibiría cientos de "fill de puta!" animados por el frontman de la banda. Por cosas como estas disfrutamos tanto de sus conciertos con una sonrisa permanente en nuestros rostros. Y es que buena parte del éxito de esta banda es precisamente el buen rollo que transmiten sobre el escenario, esas carreras en el escenario de Pär Sundström y Chris Rörland, esos constantes guiños entre sí y las miradas y gestos al público que ocupa las primeras filas.
“The Last Stand”, “Carolus Rex” y “Union” hicieron saltar a un público aún mas entregado que con Accept, y “The Lost Batallion” y “Far From The Fame” proseguirían con un sonido cada vez mejor: que la sala no estuviera llena tuvo algo que ver en ese efecto de eco que se percibía en algunos momentos puntuales. Uno de los instantes más destacables fue la versión acústica de “The Final Solution”, cuyas melodías fueron interpretadas en el piano por un Johansson al que se le unirían el resto de miembros de forma progresiva para crear un momento realmente íntimo y especial.
Joakim cogió su guitarra eléctrica y nos brindó ese gag en el que interpreta las notas de “Beat It” para fanfarronear de su técnica al instrumento. Hay cosas que nunca cambian. “Resist And Bite”, “Night Witches” y “Winged Hussars” cerrarían el set principal de unos Sabaton que no se demorarían en volver al escenario al son de una tremenda “Primo Victoria” que pondría una vez más a toda la sala a botar. En un gesto fantástico que ya hemos visto en varias ocasiones, Joakim intercambió su chaleco con alguien del público que llevaba una réplica del mismo y que, por fortuna, sentó de fábula al cantante. Por si fuera poco, acabó regalándole al mismo espectador sus icónicas gafas de sol. ¡Como para no salir contento de la sala!
El final se acercaba y escogieron el single “Shiroyama” para proceder a las despedidas, canción que por cierto mejoró enteros en directo. Para despedirse ya de forma definitiva interpretaron ese nuevo clásico que es “To Hell And Back”, cuyos acordes y melodías casi hacen temblar Montjuïc entero.
En definitiva, consagración de una de esas bandas que nos vienen a la mente cuando pensamos nombres que sustituyan a los referentes de siempre. Su directo es ya su seña de identidad y su capacidad por confeccionar espectáculos del más alto nivel, evidente. Que hayan conseguido que un grupo como Accept les telonee es para considerarles como una de las bandas punteras del género. Solo falta esperar a ver si esa repetición de fórmulas, tanto en directo como en estudio, no llega a cansar a una audiencia que, de momento, se tienen ganada. Y quién sabe, quizás les veamos un día teloneando a Holffmann y los suyos y acabamos todos aún más contentos.
Texto: Víctor Vallespir
Fotos (Madrid): Alfonso Dávila
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2 comentarios
dos grandes conciertos, cada uno en su estilo.