Crítica de Aquelarre: Tempo
1 diciembre, 2016 2:16 pm 1 ComentarioPower metal clásico sin la velocidad ni el poderío de otras bandas semejantes es lo que encierra el segundo álbum de los vigueses Aquelarre. De producción cristalina y sonido cuidado, resulta un buen disco que no termina de matar. No es un disco que cale en el oyente a las primeras entregas, pero sí es agradable escucharlo. Bien compuesto y elaborado, sufre la ausencia de una subida final, consecuencia, quizás, del exceso de producción, la cual le otorga una injusta sensación de artificialidad y frialdad. Digo injusta porque, al escuchar el disco con detenimiento, resulta que está repleto de buenos momentos y canciones que, con un poco menos de laboratorio, hubiesen quedado mucho mejor.
Tras una inquietante intro, “Ríos de sangre” nos muestra el poderío y la técnica vocal de Icko Viqueira, quien, sin desmerecer al resto, destaca a lo largo de todo el álbum. Cumpliendo los mismos estándares del power metal tradicional, “Sentencia” se inicia con unas veloces y fantásticas guitarras aderezadas por un pegadizo estribillo que se complementa con la colaboración especial de Pilar Fernández (Dharma). “Arcilla y mármol” y “Parte de ti”, mantienen los mismos parámetros musicales, siendo la primera de ellas más contenida y la segunda mucho más intensa y épica.
La calma llega a la mitad del plástico con “Esclavo del ayer”, un medio tiempo eléctrico bien acomodado sobre los teclados de Ramón Viqueira. El siguiente título, “Roto”, muestra de nuevo a una gran banda excesivamente encerrada en su propio sonido; buenas instrumentaciones víctimas de una música demasiado sintética. “Respirar” se desmarca como una de las canciones más contundentes y directas con un David Castro machacante sobre sus timbales y un Icko Viqueira haciendo alarde de su gran voz. “El Mismo Pecado”, con la colaboración de Jose Andrëa (Uróboros) y de inevitable sabor a Mägo de Oz, resulta de las mejores del disco. Fantástica.
En la parte final, los gallegos se despiden con una breve outro y dos temas, “Ojos de niebla” y “Triste final”, que resumen la totalidad de las sensaciones anteriormente expresadas. En definitiva, un buen disco de power metal tradicional repleto de buenas ideas y grandes canciones pero víctima de la monotonía y la plana producción in vitro.
David Esteban
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