Entrevistas |Alberto Medrano (DapperDan)
«La música comercial, el perreo y la escasa ambición amenazan la industria»
Por: Borja Díaz
Los leoneses DapperDan están trabajando en el próximo disco de la banda, tan solo un año después de la salida de su último lanzamiento, ‘El tiempo que no fue’, un álbum que esconde historias en cada una de sus letras y de sus composiciones. Con el objetivo de poder conocerlo –y conocerles- mejor de cara a siguientes trabajos, Borja Díaz se ha reunido con su vocalista y guitarrista Alberto Medrano, quien le ha contado profunda y extensamente qué hay detrás de ese compacto.
¿De dónde viene el nombre de DapperDan?
““Dapper Dan” es una antigua expresión que viene del inglés norteamericano y significa “tipo elegante, que va como un pincel”, además de ser alguien inteligente y respetable. Nosotros lo sacamos de la excelente película “O Brother, Where Art Thou?”, de los hermanos Coen. En ella el protagonista tiene una fijación enfermiza (nunca mejor dicho) con una gomina llamada Dapper Dan, sin la cual no es capaz de vivir. Es una de nuestras películas favoritas y quisimos usar ese nombre como pequeño homenaje; aunque decidimos juntar las dos palabras para formar algo más propio”.
Me gusta mucho el arte del disco. ¿Qué significado tiene?
“Todo el concepto del disco gira en torno al tiempo, sobre todo al “tiempo que no fue”, el que pasamos esperando por algo que nunca llegó o haciendo planes sobre algo que finalmente no salió adelante. En un contexto más amplio, hablamos de la caducidad del momento desde un punto de vista casi faustiano, de cómo intelectualizar nuestra condición de seres mortales (y renegar sistemáticamente de esta realidad) hace que malgastemos el presente y apostemos por un futuro que ya nos tienen más que vendido. El arte que acompaña este concepto es obra de diez ilustradores distintos a los que se pidió que desarrollaran una obra en base a los sentimientos inmediatos que le inspiraba una canción en concreto. Al final, la edición sencilla de ‘El tiempo que no fue” solo incluye parte del brutal artwork que se hizo para el disco. Esperamos lanzar una edición especial del mismo de cara a 2020, y en esta habrá espacio de sobra para que apreciéis todo el trabajo que se hizo, que fue absolutamente fantástico.
No escondéis que vuestra música no es habitual, ¿por qué esta afirmación?
“No creo que “habitual” sea una palabra muy afortunada. No hay hábito en lo que hacemos; si acaso se trata precisamente de escapar del camino transitado, buscar una nueva vía de expresión a través de las sonoridades que nos apasionan. Si esto significa hacer un triple salto mortal mezclando rock progresivo con polka, pues lo haremos, pero no buscamos ser la rara avis porque sí; de lo que se trata es de construir nuestro propio sonido como banda sin renunciar a la personalidad de cada uno de los miembros. Somos muy diferentes, y todos amamos profundamente la música y escuchamos cosas que fliparías, así que nos resulta fácil y hasta entretenido llevar lo heterogéneo de nuestros gustos personales al terreno compartido de la canción”.
¿Pensáis que la música actual peca de ser demasiado igual entre grupos?
“Ya no es cuestión de si los grupos suenan iguales o no, es más una sensación incómoda de que nos están tomando el pelo. De que detrás del telón hay un “Club Bilderberg” de productores, arreglistas y empresarios que lo que quieren es generar una “planicie mental”, acostumbrar a la gente a la misma rueda armónica de cuatro acordes y a letras insustanciales para que la música, que es la más profunda de las artes, acabe siendo un esquema barato, un “ersatz” (sustitutivo) de lo que los grandes compositores nos legaron. A través del lenguaje eterno de la música, Palestrina, Beethoven o Coltrane se comunicaban con Dios.
Hoy en día, tenemos suerte si una canción no habla de bailar, fiesta, tetas y culos, si su patrón rítmico no es un “dembow” y su armonía pasa del I-V-VI-IV. Por hacer un símil, los bestsellers estuvieron a punto de hundir la literatura de calidad, porque cualquier idiota podía sentirse culto leyendo un tocho de 1000 páginas con el desarrollo argumental de un Mortadelo. La música comercial, el perreo y la escasa ambición de la industria (¿para qué cambiar lo que funciona?) amenazan desde hace décadas con un escenario similar; pero como en el caso de la literatura, afortunadamente aún queda gente que investiga, gente con curiosidad que no se conforma con lo que publicitan los grandes medios, y piensan “yo creo que hay algo más allá de esto”.
Para toda esa gente escribimos y tocamos DapperDan, para la gente que no se conforma y quiere música de calidad, con sentido y hecha desde el corazón”.
En “El tiempo que no fue” suena un acordeón, un violonchelo, un bouzouki, bongos… ¿El uso de diferentes instrumentos es esencial para añadir más matices a vuestra música? ¿Cómo elegís cuáles usar?
“El factor folk está muy presente en nuestro imaginario, que bebe de grupos como Dead Can Dance, Wovenhand, Corvus Corax, Six Organs of Admittance o de artistas como Nick Drake o Yann Tiersen, en la misma medida que de fuentes más rockeras. Nos encantan las sonoridades oscuras y “tradicionales” que solo se pueden conseguir con instrumentos atípicos, esa tímbrica a la que los oídos no están acostumbrados, por lo menos en el rock. El bouzouki lo toco desde hace unos años, y vino todo por mi obsesión por Sixteen Horsepower (aunque yo toco el bouzouki griego, no el irlandés), pero también hay un Udu Hadgini, destemplados, violines, cello, hammond, piano, cabasa, cortinilla, acordeón, bongos… Normalmente el instrumento elegido tiene que ver con el carácter del motivo musical que queremos enfatizar. Por ejemplo, el acordeón de “Sandhiksan” transmite una sensación de nostalgia; queríamos ese timbre tan sugestivo para comenzar el disco”.
¿Qué podéis contarnos de la colaboración de Vladiswar Nadishana? Utiliza dos instrumentos de países del este como el duduk y la fujara, ¿no?
“Nadishana es un multiinstrumentistra checo de fama mundial con el que ha sido un auténtico lujo colaborar. De hecho, esta colaboración viene de años antes de que existiera DapperDan. “En mis manos” es una canción que compuse hace más de una década y que iba a formar parte de un disco en solitario que finalmente nunca salió, así que decidí aprovechar el exquisito trabajo que hizo Vlad para adornar la nueva versión de este tema. Estamos hablando de un músico privilegiado, a ese hombre le das un palo y te toca una sinfonía. Además, tiene una sensibilidad especial para traducir imágenes a sonido. Solo le dije la temática y la tonalidad de la canción y él se sacó de la manga esos 20 segundos de magia con duduk y fujara. Sobra decir que llevan el tema al siguiente nivel, junto con los violines de la gran Rocío Cenador”.
Vuestra música está llena de detalles y transmite con ellos muchos sentimientos. ¿Es lo que buscáis?
“Las canciones que forman parte de ‘El tiempo que no fue’ son diez cuadros súper detallados que plasman diez años de nuestras vidas, con toda la complejidad que ello conlleva. La vida (por lo menos la nuestra) está salpicada por el drama, la lucha cotidiana por no estancarse, por seguir creciendo, junto con la búsqueda del motivo último o del amor; y es de este proceso vital del que extraemos la inspiración para hacer canciones. Realmente no nos planteamos hacer composiciones elaboradas como base, hay veces que la propia temática o la letra te lo exigen, y hay otras, como en el caso de “Indómito”, en las que no hace falta más que un buen riff, una buena estrofa y un estribillo potente para que el sentido y el significado del tema lleguen a buen puerto”.
Varios de vuestros temas son largos, por encima de los 5 minutos. ¿Ahora que se tiende a escuchar temas más cortos y directos el cuerpo os pedía todo lo contrario?
“Como te digo, no es exactamente un proceso consciente. Cuando escribo una canción, me dejo llevar por ella y hay veces que eso acaba en una aventura progresiva de 9 minutos, como en el caso de “Lejos”, y otras en un tema espídico, directo y a la cara. Eso sí, no creemos en la fórmula mágica de los tres minutos y echamos de menos los tiempos en que la gente se atrevía a desarrollar en lugar de abreviar. Pero, ¿qué esperas de la época de los 140 caracteres? Casi nadie tiene la atención suficiente para escuchar algo con una estructura que se salga del ABAB. Sacar un tema de 13 minutos como “Starless”, hoy en día, se consideraría un suicidio comercial. Y sin embargo, siguen habiendo bandas, como los grandísimos Porcupine Tree, a las que se la suda la fórmula (breve) del éxito. Resumiendo, a nosotros lo que nos pide el cuerpo es ponernos al servicio de la canción. Si la canción te pide más, no vas a parar ahí. Eso sí, si no va más allá, no vamos a meter un solo de batería a lo Moby Dick o de guitarra a lo Petrucci para que se le pueda llamar “progresivo””.
En varios temas, como “Moreau”, jugáis con voces limpias y con guturales. ¿Cómo surge este contraste? ¿Os lo van pidiendo los temas?
“Siempre nos ha gustado utilizar guturales, gritos o susurros para darle una dimensión más teatral, más intensa, a nuestro discurso. No vamos a ocultar nuestro gusto por bandas más extremas; crecimos con Meshuggah, Sepultura, Pantera, Machine Head, nos sigue encantando la brutalidad y cuando hablamos de rabia, de frustración, cuando sacamos nuestro carácter combativo o directamente cuando queremos hacer el gorila, esos recursos están ahí y seguirán estando. No somos grandes “growlers”, pero en la fusión de fuerza bruta y sensibilidad de unos Opeth (pre-Heritage) es donde más cómodos nos encontramos”.
El primer tema, “Sandhiksan”, está lleno de contrastes. ¿Qué podéis contarnos de él y del significado de su nombre?
“Sandhiksan” es el título de un poema del escritor bengalí Satyendranath Dutta, y su traducción literal sería “el momento oportuno”. La letra, en un sentido explícito, habla de un tipo normal, alguien que trabaja en una oficina y tiene una visión bastante derrotista de su vida, alguien que se pregunta en qué momento dejó pasar la magia y entró en el “país de los vencidos”. Una noche, durante una cena de empresa, él y varios compañeros de trabajo - con toda la tajada – van a un karaoke y nuestro Don Nadie decide subirse a cantar un tema. Quién sabe si por el alcohol o porque realmente lo hace bien, su interpretación es un éxito y sus compañeros, además de los habituales del karaoke, le alaban como si fuera un dios. Este acontecimiento fortuito dispara en él una vieja promesa, una nostalgia contenida y olvidada por las obligaciones del día a día, y el tipo decide que va a dejar su vida triste y poco satisfactoria para convertirse en una estrella del rock. De forma menos explícita, esta canción funciona como una alegoría de lo que supone buscarse la vida con la música, estando siempre pendiente de una oportunidad, de la suerte o el “momento oportuno” que nunca llega, siempre “tocando madera” (metáfora de sentir la suerte cada vez que pisas un escenario, un “tablao” de madera) Y a pesar de ello, es un homenaje a la gente que no se rinde, que sigue intentándolo “aunque nadie me crea y aunque nadie me entienda”, como dice la propia canción. El contraste que existe en el tema, que hace que vaya de menos a más, refleja precisamente el cambio anímico del personaje, que abandona una zona de confort cotidiano para lanzarse a una aventura, una de esas que la gente te dice “estás loco”. Las mejores, por supuesto”.
“Indómito” es posiblemente el más guitarrero del disco. ¿En él salieron vuestras influencias más rockeras?
“Como te decía antes, con Indómito el proceso compositivo fue muy sencillo. Quería hacer una canción que celebrase la fuerza y la voluntad en un sentido, si quieres, whitmaniano. Musicalmente, es un ejemplo de cómo estructurar una canción en torno a un leitmotiv, en este caso el riff principal, que no es nada del otro mundo; pero precisamente por eso, porque resulta familiar, funciona muy bien en los directos y es, por derecho propio, lo más parecido a un single que tenemos en nuestro repertorio”.
Decidisteis cerrar con un tema más reposado como “Lejos” para rebajar la intensidad, ¿no?
““Lejos” también es un tema con más de una década de recorrido, lo he tocado de muchas formas, en muchos formatos, y venía al pelo al estilo de DapperDan, así que le dimos un giro más metal (entendiendo por metal las guitarras distorsionadas y el doble bombo, aunque tiene más que ver con unos Deftones que con Cannibal Corpse) y lo incluimos en el disco. Por extensión y por su carácter más de balada, decidimos que su lugar idóneo en el tracklist era el de cierre del disco, y de alguna forma cobró sentido por sí mismo, porque de repente el disco funciona como un uróboros: el final se cierra con el principio. De la fantasía y la aventura compartida, de la libertad que se respira en “Lejos” se vuelve a la angustia rutinaria, a la emoción contenida y las ganas de estallar de “Sandhiksan”. Del “lado de allá” volvemos al “lado de acá”, y los rumores del mar que se van diluyendo, con los que acaba “Lejos”, conectan directamente con los rumores del patio de un colegio con los que empieza el disco. Ambos son temas íntimos, pero “Sandhiksan” acaba estallando en esa apertura que es la del protagonista, la de alguien que no quiere sentir vergüenza nunca más. De alguna forma, las dos canciones celebran el poder liberador del amor, ya sea por la música o por una persona; su fuerza catalizadora, que apresura los cambios necesarios que se van sucediendo en la vida”.
¿Tenéis fechas por delante para presentar el disco en directo?
“La única fecha que os podemos confirmar es el 25 de enero en nuestra ciudad, León, en el Estudio 54 junto a los grandes Darkkam, que, por cierto, presentarán allí su nuevo disco. No estamos buscando contrataciones por el momento, puesto que estamos en pleno proceso compositivo, ya que, aunque no lo creáis, “El tiempo que no fue” salió en enero de 2018, y ya estamos trabajando en su continuación, que por cierto será más, mucho más, y mejor. ¡No dudéis que tanto en el tema conciertos como cuando tengamos listo nuestro segundo álbum, Mariskal Rock seréis los primeros en enteraros!”.
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1 comentario
Interesante banda leonesa como el estilo musical que practican. Las mejores de las suertes para presentar su nuevo e interesante álbum de estudio.