Crónica de Sôber: Bajo el volcán
24 marzo, 2017 2:49 pm Deja tus comentariosEs Gremi, Mallorca.
Sôber llegaron a Mallorca a despertarnos del largo letargo invernal y vaya si lo consiguieron. Presentaban ‘Vulcano’ en la sala Es Gremi, que registró una magnífica entrada.
El escenario, decorado con elegancia y sobriedad, presagiaba lo que luego presenciamos: Sôber venía dispuesto a ofrecernos su propuesta musical sin trucos ni disfraces, cosa que muchos de sus fans valoramos e, incluso, agradecemos.
Nada más salir al escenario, Carlos Escobedo disfrutó de la primera de las muchas ovaciones que recibió durante la noche, demostrando que mantiene esa mezcla de carisma y cercanía que engancha a sus seguidores. Durante todo el concierto pudimos disfrutar a un Carlos en buena forma, muy animado, gustándose, llevando con soltura el peso del show. Lástima que, en algunas fases del concierto, tanto su voz como su bajo quedasen enterrados por el sonido atronador de las guitarras y la batería. Fue lo único que, a ratos, deslució algo una impecable actuación.
Arrancaron con “Vulcano”, el tema homónimo de su último disco, y sólo bastaron los primeros acordes del tema, con esos intensos pasajes intercalados entre las guitarras, para abrasarnos por dentro. Tras haber disfrutado del directo de Sôber en varias ocasiones, aún me sigue llamando la atención que los hermanos del grupo sean Carlos y Jorge, y no Jorge y Antonio Bernardini, los guitarristas siameses. Su compenetración es envidiable, como demostraron también durante su etapa en Skizoo, y sus originales jugueteos y filigranas con las cuerdas; sin obviar la voz y el carisma de Carlos, son la seña de identidad de Sôber. Hay pocos grupos de rock en España con una propuesta guitarrera tan atractiva como la que plantean los madrileños.
Siguieron con “Irreal”, “Loco” y “Sombras”. Durante estos primeros temas pudimos constatar que el batería, el más joven y último en incorporarse a la banda, no está de relleno, sino que es un miembro de pleno derecho. Sôber tiene a una bestia, un cavernícola; un Yeti capaz de plantar cara con intensidad, contundencia y pelo al poderío guitarrero de las calvas. Se trata de Manu Reyes, hijo de Manuel Reyes, ex-batería de Medina Azahara, que logra con solvencia y mucha garra algo muy complicado: hacer que la batería destaque y adquiera protagonismo en un grupo abocado a la dictadura de las guitarras. Cuando este combo (guitarras y batería) se emplea a fondo, logran un muro de sonido capaz de tumbar a una horda de vikingos. Un muro compacto, duro como una piedra, pero bien trabajado y repleto de detalles exquisitos. Pudimos apreciarlo más adelante en temas como “Oxígeno”, “Umbilical”, “Arena”, “Lejos” o “Cientos de preguntas”.
En “Fantasma” o “Blancanieve” disfrutamos de una maravillosa ejecución en su parte instrumental, muy intensa, con las guitarras rozando la perfección. Las hachas, en muchos de los temas, enamorando, transmitiendo dureza o sensibilidad según tocaba en cada momento. Ni Jorge ni Antonio necesitan emplear vistosas poses o frenéticas carreras por el escenario. Ellos son dos artesanos de lo suyo: basta escuchar los sonidos que salen de sus cuerdas para deleitarse con su buen hacer.
“Papel mojado”, “Náufrago” y, en el último tramo, “Estrella polar”, fueron las "lentas" del concierto. En “Estrella polar”, que dio paso al tramo final del concierto, Carlos comenzó solo en el escenario, sin su bajo, acompañado nada más de la música de fondo, y así pudimos disfrutar en toda su esencia de su espléndida voz. Creo que a nadie en la sala le hubiera importado que hubiese interpretado todo el tema así, ya que durante algunas fases nos sentimos algo huérfanos de su voz.
Al menos, durante el bloque final volvió todo a su sitio. Al muro de sonido anteriormente comentado se uniría la voz de Carlos, formando un muro aún más poderoso. Temas como “Arrepentido”, “Tic-tac” o “10 años” sonaron en todo su esplendor, con la batería adueñándose del escenario y finalizando los temas a un nivel muy alto.
Como colofón, subieron los VIPs al escenario para cantar “Héroes”. Dejando al margen la parte comercial del asunto, fue un bonito telón de fondo. con los fans cantando junto a la banda, esta se mostraba más cercana y accesible que nunca.
En definitiva, un magnífico concierto de Sôber el que pudimos disfrutar en Palma. Demostraron que siguen en plena forma, disfrutando de un eterno momento dulce que dura desde su regreso en 2010. No sé si se puede afirmar que ‘Vulcano’ es su mejor trabajo hasta la fecha pero, qué duda cabe, está entre los mejores.
Texto: Kiko Frechoso
Fotos: Luis Sergio Carrera
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