Crónica de Green Day en Milán (Italia): La revolución soñada

Gorros, banderas, camisetas o bufandas eran algunos de los muchos elementos de merchandising que vestían los seguidores. Al igual que jugadores antes de un partido de fútbol, los fieles a la banda estaban listos para la ocasión, ya que si no portaban algo con los títulos de los discos o el nombre del grupo, no sería lo mismo. Yo mismo fui con mi camiseta y gorro de 'American Idiot', séptimo álbum de estudio de los californianos.

A las 20:00 ya estaba todo el mundo en su sitio, preparados, impacientes, con la adrenalina a flor de piel por lo que estaba a punto de llegar. Primero sonó “Bohemian Rhapsody” de Queen, un clásico entre los clásicos para calentar al personal. Le siguió “Blitzkrieg Bop” de los Ramones, ambos temas habituales ya como apertura. Aunque no contentos con esto, mientras nos animaba la pegadiza canción de los “hermanos” neoyorquinos, un conejo rosa saltó al escenario como si de un partido de baloncesto de la NBA se tratase. Drunk Bunny, como es conocido popularmente, amenizó de manera impecable los momentos previos. Entre sus piruetas, sus poses sugerentes y, por qué no, la duda que corría entre todo el público asistente de si debajo del traje se encontraba algún miembro de la banda, hizo que todo el mundo conectase con el escenario. Los gritos del respetable, en consonancia con la música, dieron paso a las notas de la ya famosa canción de “The Good, the Bad and the Ugly”. El conejo se marchó y entonces, sí que sí, el show estaba a punto de comenzar.

Todo el mundo se encontraba en silencio escuchando la intrigante música del oeste cuando de pronto, tras la oscuridad de las bambalinas, Tré Cool, el batería de la banda, hizo su aparición. Levantando sus baquetas por encima de su cresta azul tan característica, no dudó en lanzárselas al público nada más empezar. Vestía unos pantalones y camisa cortos junto a una corbata que recordaba al bueno de Angus Young. Justo tras él salían Billie Joe Armstrong, vocalista y guitarrista, y Mike Dirnt, el bajista. Como pollo sin cabeza, Billie no dudó en correr por todo el escenario para saludar a los miles de fans que ya habían roto a gritar a modo de saludo para sus ídolos. Junto a ellos, les acompañaban en el escenario sus habituales apoyos en vivo: Jason White a la guitarra, Jeff Matika a los coros y guitarra y Jason Freese al saxofón.

“Buona sera Milano” fue el potente saludo de Armstrong que dio el pistoletazo de salida para comenzar con “Know Your Enemy”, del octavo álbum de estudio ‘21st Century Breakdown’. Junto a un increíble juego de luces se encontraba un enorme telón de fondo que rezaba el nombre de la banda. Los golpes de batería iban armoniosamente acompañados de fuertes petardazos provenientes del escenario que dieron la potencia necesaria para lograr que ni una sola alma de ese pabellón quedara sentada.

Una práctica habitual del vocalista que siempre resulta muy agradecida es hacer de director de orquesta con el público, buscando fervientemente el acompañamiento vocal de todos los asistentes. Un bonito gesto que repitió varias veces durante el concierto y que, sin duda, hace que te sientas uno más del grupo; como si tú mismo estuvieses en el escenario cantando a la derecha de Billie.

Uno de sus elementos recurrentes no tardó en llegar. En la parte final de la primera canción, el cantante se dirigió al público para pedir a una joven que subiera al escenario para terminar de cantar la canción con él. Un gesto que finalizó con la chica saltando al foso desde la pasarela central. Menos mal que estaba todo el mundo atento en ese momento y no acabó de morros contra el suelo.

Las dos siguientes canciones fueron del nuevo disco, “Bang Bang” y “Revolution Radio”, acompañadas por 6 enormes llamaradas de unos 20 metros, que hacían sentir la potencia y el calor, literalmente, que desprendían los estadounidenses. Esta impactante práctica se repitió varias veces en otras interpretaciones, algo que gustó mucho.

Tocaron sobre todo cortes antiguos como “Holiday", “Letterbomb”, “Boulevard of Broken Dreams” o “Longview”. En esta última canción, otra afortunada tuvo la oportunidad de salir a cantar con la banda. Ésta no dudó en ir abrazando a cada miembro uno por uno. Tras este corte sonó otro de los nuevos, “Youngblood”, pero no fue más que un pequeño impasse, ya que en seguida volvieron a tirar de repertorio con “2000 Light Years Away”, “Hitchin' a Ride”, “When I Come Around”, “Christie Road”, “Burnout”, “Scattered”, “Minority, “Are We the Waiting”, “St. Jimmy” y “Knowledge”, cover del grupo Operation Ivy que les acompaña desde su primer disco y que rara vez falta a sus directos. En este tema, Billie subió a una tercera chica al escenario, pero en este caso era para que tocase ella misma la guitarra, la cual se pudo llevar a casa como regalo de la banda.

La gente no paró ni un solo minuto de cantar de la misma forma que Green Day no pararon ni 30 segundos seguidos entre canción y canción, hilando de manera soberbia cada tema y consiguiendo crear un concierto de casi tres horas de forma muy sólida y profesional. Estos chicos, que llevan al pie del cañón desde 1986, no bajan de forma y no dan tregua a sus fans, cosa que todos agradecemos. “Basket Case”, “She” y “King for a Day” (con un magnifico solo de saxofón) precedieron a uno de los momentos más bonitos de la noche: las emocionantes covers que se marcaron de “Shout” de The Isley Brothers, “Satisfaction” de The Rolling Stones y “Hey Jude” de The Beatles. Billie Joe se sentó al borde de la pasarela, con todo el público asistente clavando su mirada en él, y comenzó a cantar la letra de Lennon y McCartney. Piel de gallina es poco.

“Still Breathing” y “Forever Now”, ambas del nuevo disco, fueron amenizadas por las múltiples locuras de todos los miembros de la banda: el trío no dudó en coger objetos de todo tipo del público, como sombreros, banderas y hasta muñecos que les lanzaban. Se les veía muy cómodos interactuando constantemente con los asistentes, algo que se agradece mucho; no es habitual ver a tus ídolos como para que encima pasen de ti. Tras estas dos canciones se despidieron, pero todo el mundo sabía que la ausencia no duraría mucho, ya que miles de almas comenzaron a gritar con el fuerte convencimiento de que les harían salir. Y así fue: volvieron para deleitarnos con dos de sus himnos por antonomasia: “American Idiot”, la cual fue cantada en su mayoría por el público, y “Jesus of Suburbia”, del mismo disco que la anterior. Tras esto volvieron a ausentarse y, aunque hubo gente que se lo tragó, los más fieles sabíamos que los californianos son adictos al doble bis. En esta ocasión, salió solo Billie para tocar con su guitarra acústica “Ordinary World” del nuevo álbum, la cual hizo que cada mechero o linterna del móvil presentes en el Mediolanum Forum salieran a relucir. Una composición lenta que deleitó a todos.

Green Day son gente de buenas costumbres y como ya viene siendo desde hace años, terminaron su espectacular show de 28 canciones con “Good Riddance”, perteneciente a su quinto álbum de estudio 'Nimrod', acompañada con unos potentes cañones de confeti que cubrieron cada centímetro del pabellón. Tras dar las gracias en italiano, Green Day se marchó para dejar así el recuerdo grabado de por vida en la retina de aquellos que tuvimos la inmensa suerte de poder disfrutar de un espectáculo sin igual.

Texto: Gonzalo Domínguez
Fotos: Antonio Vázquez

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