Crónicas
Rock Fest Barcelona 019: Metal abrasador
«Con el ánimo al máximo nivel, estaba todo dispuesto para los asaltos finales, para acabar por todo lo alto»
6 julio 2019
Santa Coloma de Gramanet, Barcelona
Texto: Josep María Fleitas. Fotos: Irene Serrano
Tercer día de festival, con poco descanso en el cuerpo, pero con sensaciones muy positivas por lo vivido el jueves y el viernes. Cruzamos el Ecuador de éste para afrontar el que hasta el momento es el día más caluroso de los transcurridos en Can Zam, con el termómetro rozando los 40º C en el pico del día y una humedad altísima, el punto de agua y los ventiladores aspersores son buenos detalles que nos reconfortan, aunque sea levemente, para poder seguir disfrutando de las buenas propuestas que aún quedan, que no son pocas…
Con el calor ya remitiendo, pero aun haciendo estragos sobre nosotros, Dani Filth se reencontraba en una de las ciudades que más le gustan, apasionan y entusiasman. De hecho no es difícil poder encontrárselo alguna vez por la Ciutat Condal o por tierras de Girona disfrutando de paseos y monumentos, quizás por ello los conciertos de Cradle of Filth que tienen lugar aquí tienen un cáliz especial y destacado. Aunque seamos sinceros: sus conciertos nunca dejan de ser especiales. Personalmente siempre que he tenido la oportunidad de ver uno de sus conciertos, a pesar de no ser un adepto al estilo, nunca me ha defraudado. Entregado, apasionado y creyéndose mucho lo que hace, Dani empujó a un público que se metió en su negro bolsillo desde el minuto uno de unos asaltos en el que los guturales y los míticos chillidos dieron forma a abrasadores pilares como “Once Upon Atrocity”, “Cruelty Brought Thee Orchids”, “Malice Through the Looking Glass”, “Heartbreack and Seance” o “From the Cradle to Enslave”, que además de contar con la consabida entrega de toda la formación, tuvo en el gran trabajo en los teclados y coros de Lindsay Schoolcraft parte destacada de éste éxito
Volvemos a la caza de brujas, volvemos a los peligrosos bordes de un precipicio en el que el rancio camino del brazo levantado y la palma inhiesta empuja a los derechos básicos a un vuelo sin alas, a un vacío sin fondo, a una caída sin fin. Pero lo peor de todo no es que su aliento nos llegue directamente hasta nuestra cara. Lo peor es que aún sabedores de que tras la blanca espuma de sus mentiras se esconden las zarpas de la abolición de nuestro legado, hay gente, trabajadores, ignorantes de quiosco, que les da su beneplácito, eso debería darnos más miedo que su censura. Como sabéis, me refiero a la persecución que esta vez ha centrado el punto de mira en Def con Dos y ha provocado la cancelación por parte de la derecha más agría de sus conciertos en Madrid y Málaga. Bien, están en su derecho el hacerlo, a esto se le llama democracia, pero DCD también lo están en seguir peleando con palabras de razón y verdad, con guitarras, bajos y baterías sus abusos e impunes fechorías. Con conciertos como el de ayer, DCD siguen siendo un referente para tener claro que las palabras, las verdades, aún asustan a los opresores. Y tras su concierto, señores, no pasó nada, la música se disfrutó de manera cívica, pacífica y tranquila, y el show continuó… Quizás eso es lo que más les duela a algunos.
El martillo de Thor llegaba hasta el Rock Fest en forma de himnos de power metal con Hammerfall como portadores de su poder. Con un Joacim Cans mesurado en agudos y un exultante Oscar Dronjak como principal remero del drakar gotemburgués, los vientos nórdicos soplaron a través de odas que si bien no enfriaron la tarde sí hicieron florecer árboles de brazos con puños que ensalzaban los ambientes creados por “Legion”, “Renegade” o el nuevo single e himno que aún resuena en la campiña de Norje-Sölvesborg “(We Make) Sweden Rock”. Sé que me quedaron muchos hits por presenciar, pero las runas me recordaron que en la carpa había un dragón que rugía con más fuerza y furia que los himnos de vikingos y cruzados que quedaban por devenir.
Con la carpa hirviendo, en los dos sentidos de la palabra, hace unos años que la reconformación de los míticos Legión en Deldrac vuelve a proponer un nuevo aíre al espíritu del thrash metal nacional, un estilo que cada vez se exterioriza más, y que tras el éxito ya rotundo que siguen obteniendo Angelus Apatrida y ahora Crisix, estoy convencido de que los siguientes en turno serán Deldrac. El guitarra Quimi Montañés ha sabido elegir muy bien a sus acompañantes en una aventura que le ha sacado de unos veinte años de divorcio con el mundo de los directos. Lo que Deldrac nos ofreció fue una lección de lo que toda buena banda de thrash debe contener: fuerza, dinamismo, furia y pasión en tal cantidad que sean capaces de destrozar vértebras, letras desmembradoras que aplasten cerebros en entonaciones con las que un excelente Eric Moya apuñalaba el ambiente… Todo ello transmitido por los golpeos que temas como “Legal Mafia”, “Headshoot”, “Blame Satan” y “Only Liffe” entre los que se intercalaron mazazos de ese recuerdo de juventud que reivindicó la calidad y actitud de un estilo del que Legión fueron destacados pioneros. “Possessed” y “Mili KK” fueron igual de responsables de nuestra afonía como sus compañeros de setlist. Un nuevo álbum de Deldrac está al caer, estemos atentos a la lluvia de meteoritos previa al cataclismo.
Como gasones en el campo y chuchejas en el cuchillo Angelus Apatrida no paran de demostrar su poder entre las cada vez más numerosas y convencidas huestes que ya saben situar a Albacete en un mapa que por fortuna es cada vez más metálico. Hace dos semanas estos cabrones me hicieron sudar la gota gorda en Málaga, y ayer los manchegos no tuvieron piedad al reventar a la audiencia a base de un set en el que los temas se soldaban más que los bares en la calle Tejares, provocando circle pits más grandes que el redondel de la feria de su ciudad. Con machetazos tan afilados como “Sharped the Guillotine”, “Betrayed” “Downfall of the Nation”, “End Man”, “Serpents on Paradise”, “Give’Em War” y “You´re Next” los tiopollas no dieron lugar al respire y con la que estaba cayendo… ¡Brutales, como siempre!
Con el cielo encapotado por fin, y con un frontspace esperando que ésta no sea la última vez en decir "¡Adiós, amigos!" (en referencia a cómo la banda ha decidido titular su gira de despedida), Krokus propusieron un set de lo más intenso y rockero. Un set en el que los míticos Marc Storace, Fernando Von Arb y Chris von Rohr, a los que se les han sumado los también antológicos Mandy Meyer y Mark Kohler y Flavio Mezzodi dejaron claro que 45 años de historia no son suficientes para dejar las armas y tras el tour europeo, que durará todo este año, el próximo se embarcarán en un tour mundial que espero vuelva a traerles nuevamente por aquí. El concierto de los suizos empezó con muy buen pie, un incendiario “Headhunter” provocó más que el exaltamiento del público y provocó la caída de un chaparrón que agradecimos los que no vestíamos de blanco (la contaminación acumulada dejó todo realmente asqueroso). Tras el clásico y ya sin el agua apagando el incendio del tema (visión curiosa la de la lluvia entre las llamas que circundaban la mítica calavera portada de esa maravilla del 83), el vacilón rock n roll con esencia bogie y el hard rock de corte elegante y virtuoso se cogieron de la mano en un setlist que, apoyado por las imágenes en la pantalla de fondo del escenario, hizo repaso a la carrera de un sexteto que nuevamente (en el Sweden tampoco las tocaron) se dejaron joyas icónicas como “Screaming in the Night” y “Tokyo Nights”. Aunque, y ya fuera de añoranzas y gustos personales, el setlist fue de delicia: “Long Stick Goes Boom”, “”Rock n Roll Tonight”, “Winnin Man”, “Hoodoo Man”, “Fire”, la versión de la original de Neil Young “Rockin’ in the Free Wolrd”, “Eat the Rich”, “Easy Rocker”, el cover de Bob Dylan, que siempre me recordará a Steve Lee –Gotthard-, “Quinn the Eskimo (The Mighty Queen)” y el final con un “Heatstrokes” inicializado con María y su marcador, las pelotas (de plástico) en el aire y un riff final de "Rock Bottom" de los UFO que hizo levantar el vuelo tras la abducción de un gran show ¡Hasta pronto, amigos!
La cosa se ponía “al rojo”, Los Barones actuaban en la carpa y Venom lo hacían en el Stage Fest y decidí quedarme a ver a los Venom de Cronos, pero sólo en su inicio de concierto… Con mal sonido, pero con un escenario que ardía en llamas, las interpelaciones de “Black Metal” o “Welcome to Hell” fueron suficientemente torturadores para mí que escapé del infierno para caer en el paraíso del rock n roll, en el que Los Barones, de manos de la sabia tesitura de Sherpa y del control siempre firme de Hermes, estaban haciendo flotar a una audiencia que cuando entré en la saturada y abrasadora carpa era un hervidero de emociones. Y a pesar de la apertura de las lonas en partes de ella y los ventiladores salpicando agua, el calor y el bochorno eran asfixiantes. Aunque la temperatura no pudo con el ánimo y las emociones que se dispararon cuando se entonaban con brutal volumen himnos cuyo calado dejó profundos arañazos en nuestras gargantas y corazones; ejemplo de ello fueron lo que provocaron “Siempre estás allí”, “Concierto para ellos”, “Larga vida al rock n roll”, “Hijos de Caín” o el apoteósico final con un “Los rockeros van al infierno” que destapó la noticia de que Los Barones volarán en la barcelonesa sala Razzmatazz el próximo 15 de noviembre, un vuelo en el que seguro habrá tanto overbooking como lo hubo en una carpa que se quedó tan pequeña como grande fue la propuesta del este nuevo proyecto de Sherpa y Hermes.
Calientes a tope, por lo vivido con Los Barones y la temperatura que tomó la carpa, pero con el ánimo al máximo nivel, estaba todo dispuesto para los asaltos finales, para acabar por todo lo alto, para recibir ese show de Eagles and Castles que debía hacer buena la apuesta del retorno de Saxon al festival. Algunas críticas fáciles, pero siempre respetables, hablaban de la inacertada decisión de volver a traer a Saxon al festival, y que proponerlos como cabezas de cartel era poco más que una mala decisión, pero Saxon se encargó de poner las cosas en su sitio y con un brutal asalto conquistó el castillo del heavy metal más clásico y épico. El setlist no dio lugar a concesiones y los guerreros apostados en las murallas reproducidas en un escenario en el que planeaba la metálica figura de la mítica águila en su reproducción reducida, la ajustada en tamaño al escenario, estaban preparados para dar batalla. Sus armas, la intensidad, la entrega, la comunicación, el feeling y una entrega sin cuartel en todo momento y en cada embite. La primera andanada se lanzó con la torrencial intensidad de “Motorcycle Man” y un “Battering Ram” que provocó el lanzamiento del primero de los chalecos parcheados al mítico estilo de lo representado por las bandas de la NWOBHM, al que Byford no hizo ascos y se lo puso sobre su abrigo de guerra. Con su armadura respetuosamente situada, “Wheels of Steel” y Strong Arm of the Law” consiguieron que una lluvia de chalecos cayese sobre el escenario, Byff respondió con galantería y colocó respetuosamente los chalecos, eligiendo otro de ellos como nueva armadura con la que interpretar “Denim & Leather” y “Thunderbolt”.
En estos primeros minutos de concierto todo era perfecto: el sonido, la producción , la voz de Byford, el salvajismo de Nibbs Carter en el bajo, las carreras de Doug Scarratt y los incesantes solos de Paul Quinn, mientras todo llameaba en el castillo mientras la batería de Nigel Glockler atronaba cual cañón en un desfiladero. Y, por fortuna, en el resto del show nada cambió, nada aflojó, más bien la intensidad en momentos fue a más, pero no mejor, ¡porque no se podía!
Un pequeño receso y un recuerdo a su primer trabajo, ese que hace 45 años descubrió a una banda que sigue siendo ejemplo y referencia de cómo debe comportarse una formación sobre las tablas. “Balls to the Wall” fue no sólo un himno, sino la declaración de unas intenciones que como estandarte desde 1976 la banda sigue blandiendo, y muy alto. Quizás por ello, por el merecido respeto a esas bandas que lo han dado todo por el rock n roll y se han dejado la piel viviendo según los cánones del estilo, quizás, no solo por su personal amistad, sino en reconocimiento a los años dedicados a reforzar y consolidar un ámbito que une como ninguno, Biff sitúa ese homenaje a Lemmy, a ‘Fast’ y a ‘Animal’ en el mejor lugar del set para que “They Play Rock n Roll” salve las barreras entre la tierra y el cielo, el paraíso y el infierno y funda en un himno lo que todos hemos sentido ante las la palabras que con voz ronca iniciaban cada sagrado concierto de los siempre añorados hijos de Snaggletooth: “We are Motörhead, and we play Rock n Roll”,
Tras la emoción, el águila, majestuosa, desciende de su silencioso planeo con las alas bien desplegadas y luminosas, y con su roja y penetrante mirada para ser motivo de esas melodías de “The Eagle Has Landed” que se mecen en la noche para dar un respiro a una batalla que continúa con “Batallions of Steel” mientras el águila lentamente se repliega a su lugar de planeo. Entran en batalla otras fuerzas, esos perros de la guerra que dentellean sin compasión al frenético ritmo de un exuberante “Dogs of War” y la sólida fuera de un aclamadísimo “Solid Balls of Rock”, interpretado, como dijo Byford, “con muchos cojones”.
El concierto, la batalla, seguía y la banda tenía muchas más armas con las que pelear por ello no extrañó que “And the Bands Played On” y “To Hell and Back Again” precedieran a las embestidas de unos “Power and the Glory” y “Heavy Metal Thunder” que acabó por despedazar las fuerzas que aún quedaban. Para recuperarlas, un breve receso, y aunque la batalla ya hacía mucho tiempo que estaba ganada, el águila quería su trofeo, por lo que su vuelo iluminó tras el siempre épico e hímnico “Crusader”, al apasionante “747 (Strangers in the Night)” y un incendiario “Princess of the Night”.
Poco más que decir que esta frase: Saxon merecen un lugar especial en cualquier evento en el que el heavy metal quiera lucir con la máxima de las expresiones. ¡Ejemplo a seguir y espíritu a envidiar!
Tras Saxon y con litros de adrenalina recorriendo el cuerpo, sobre todo tras la exposición de entrega y poder que Arch Enemy hicieron en el Sweden Rock, estar ante su escenario me pareció la manera más acertada con la que finalizar el día.
Expeditivos, abrumadores y enteramente entregados, Arch Enemy me volvieron a dejar gratamente sorprendido por la facilidad con la que hacen que su brutal y técnica apuesta parezca fácil. La dinámica y expeditiva Alissa White-Gluz vuelve sabe cómo convertir en elegancia el poder de la ferocidad y crea un halo de embrujamiento del que quedas atrapado hasta el final de un show que se hace corto en tiempo pero largo en magnitud, y es que con temas como “Set Flame to the Night”, “The World is Yours”, “Ravenous”, “Stolen Life” “War Eternal” o “My Apocalypse”, lo difícil es que todo parezca tan fácil y sincronizado.
Gran momento para recapitular y organizar ideas para la crónica dando un paseo en una noche en la que el bochorno sigue presente en el ambiente y el rock n' roll también…
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4 comentarios
Pués para cerrar el ultimo dia de festival todas las bandas estuvieron a la altura defendiendo cada cual su propuesta musical ante sus buenos seguidores que se dieron cita para cerrar uno de los mejores festivales metaleros de nuestro país. Destacar sobre todo las actuaciones de los potentes ANGELUS APATRIDA como de los pioneros de la New Wave Of British Heavy Metal como son SAXON que con su veteranía fueron de lo mejor ya no solo de este ultimo dia sino de todo el festival. Seguro que habrá ROCK FEST para el 2020.
Error lo de Los Barones en una carpa y no en el escenario principal. Se veía de lejos que iban a por todas. Pero bueno.
Buenas las 2 crónicas.
Me gustaron mucho Hammerfall y Krokus. Con Los Barones, las emociones al límite. "Siempre estás allí", de lo mejor del Rockfest. Y por último, mis queridos y entrañables Saxon. Tremendo su directo. Para Biff Byford no pasan los años. Grandes Saxon!!!
No hay color este año, de lejos el mejor, King Diamond y luego los príncipes Cradle of fith