Crónicas
Vargas Blues Band: Íntimo y personal
«Sin pretensiones, sin egos, simplemente música y disfrute»
12 octubre 2018
Sala Memphis Live, Gijón
Texto: Luis de la Encina. Fotos: Miguel Ángel García Fernández
Hablar hoy en día de Javier Vargas es hablar de un músico que, si bien no llega a ser reconocido como merece en este país, a nivel internacional es alguien muy admirado y querido. No en vano, su historial de colaboraciones de primer nivel es muy amplio, compartiendo escenario y grabación con artistas de la talla de Glenn Hughes, Paul Shortino, Jack Bruce, Devon Allman, Carmine Appice, Chris Rea o su admirado Santana entre otros, aparte de primeras filas nacionales como Raimundo Amador o Miguel Ríos. Avalado además por una veintena de álbumes de estudio y presentando su último trabajo, ‘King of Latin Blues’, que es un muy fiel repaso a su carrera, la noche no hace sino prometer algo grande.
El local, la sala Memphis de Gijón, asemeja desde fuera esos locales británicos y americanos donde en el panel a lo largo aparece el nombre de la sala y a su lado el de la banda que actúa esa noche. Dentro, es una sala pequeña, con cabida para unas 100 personas que, eso sí, abarrotaban el local para tan selecta actuación; por desgracia, la situación de la columna quita bastante visibilidad, lo que incomoda el aforo para conciertos. El escenario, minúsculo para una banda con más de 3 integrantes, pero que no hace más que rememorar esos “bolos” de antaño donde no importa si una banda es más o menos grande sino el hecho de tocar y demostrar que hay verdadera pasión por la música. Porque no nos engañemos, si bien “La Vargas” no llena estadios, es cierto que su caché perfectamente podría llenar locales 4-5 veces mayores. Y eso es lo que les honra y lo que pudimos vivir los presentes, músicos de sobra contrastados que cumplen a la perfección.
Inicialmente arrancan como trío, con Luis Mayo al bajo y cantando la mayoría de los temas, y Peter Kunst en la batería, con Javier a su derecha “escondido” en una esquina; es muy reservado en los conciertos y habla lo justo para presentar a los músicos y contar un par de anécdotas, pero todos sabemos que su voz lleva seis cuerdas y estas te hablan a modo de blues, funk, reggae, soul, ritmos latinos y por supuesto rock. El inicio es completamente latino, con la vacilona “Para Guarachar”, que te transporta a esos sones cubanos que sin darte cuenta te hacen mover las caderas, seguida de forma inmediata por “Sácalo”, donde los dejes a su ídolo Santana son evidentes. Hay que decir que el sonido durante las dos horas que dura el concierto es correcto, sin acoples ni exceso de volumen, cosa de agradecer en este tipo de salas. Como ya comenté, las pocas veces que habla es bien para explicar algún tema como “Do you believe in love” indicando que la grabó con Chris Rea, bien para dedicar “Want you to Love me” al recientemente fallecido Otis Rush, o hablarnos de cuando vivía en Mar de Plata. Es un deleite verle lucirse en la instrumental “Vivir al alba”, y disfrutas como un enano con la ya mítica “Texas Tango” o esa extraordinaria fusión blues-flamenco que es “Back Alley Blues”. Para finalizar esta primera parte del concierto en formato trío, la demostración de las inquietudes a nivel estilos musicales con ese rap rockero que es “Cambalache” (personalmente opino que no les pega, por decirlo de alguna manera, sin desmerecer el tema y la versión en vivo) y los ritmos funky de “Body Shock”.
Para la segunda parte, por decirlo de alguna manera, nos presenta a las voces a John Byron “sobrino de Mick” Jagger, que destila ganas y buen hacer, aparte de unas gesticulaciones en el escenario que no sé de quién las habrá podido sacar. Lo cierto es que al chaval se le ven maneras y uno se queda pensando si ese apellido es una bendición o, a la larga, se podrá convertir en un lastre; pero dejando eso de lado, en temas como “Why you left me”, con partes rozando la sicodelia, o “Don’t let the children cry” (tema en el que colabora en el último disco de Vargas) la variedad de registros y las tablas se hacen patentes. Además, no dudan en versionar clásicos como una ralentizada “On the road again” de Canned Heat, la ultraconocida “You never can tell” de Chuck Berry e incluso atreviéndose con el reggae Marleyniano de “Get up, Stand up”, que sirve para despedir al “sobrinísimo”. Para el cierre, como hacen en muchos de sus conciertos, la complicidad público/banda de “Blues Local”, con esos guiños a grupos como Tequila, que nos consigue sacar una sonrisa a la salida del recinto.
No puedo por menos que agradecer a bandas que den este tipo de conciertos, y reivindicar desde aquí el lujo de poder disfrutar de esa manera de un grande como es Javier Vargas y su banda de una manera tan íntima y cercana. Sin pretensiones, sin egos, simplemente música y disfrute.
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2 comentarios
Lo bueno de Javier Vargas y su buena banda es que con esa mezcla de Blues y Rock siempre dan el callo en directo con esos grandes temas. Un honor tener desde hace muchísimos años a éste gran guitarrista en nuestro país y esa noche asturiana la volvió a liar como mejor él sabe hacer y como he podido leer.
Conozco a Javier Vargas desde que coincidimos en el C.I.R n°8, Alicante ,en la 13° compañia ,alla por el año 82,inseparable de su guitarra en los ,pocos,momentos de descanso.Sabia qu llegaria lejos.