Crónicas
Trance + Anvil: honestos trabajadores del metal
«Nos hicieron pasar una noche que me atrevería catalogar de memorable»
2 marzo 2018
Sala Mon, Madrid
Texto: David Esteban. Fotos: Miguel Labrador
Perfecta noche para la nostalgia y el deguste de dos bandas míticas cuya historia, legado y trayectoria mantienen un indudable paralelismo.
Por un lado, Trance, considerados como uno de los padres del heavy metal alemán, nunca alcanzaron cotas de popularidad suficientes como para salir del underground, o para desmarcarse de la etiqueta de “banda de culto”. Por otro lado, los protagonistas de la noche, Anvil, cuyo nombre es conocido por todos aquellos que nos dedicamos a esto del rock duro, pero que jamás alcanzó el éxito que por derecho propio les es merecido.
Trance salió a escena dispuestos a demostrarle a todo el mundo lo injusta que, en ocasiones, resulta ser la vida. “Heavy Metal Queen” de su excepcional álbum ‘Power Infusion’ (1983), provocó que todos los asistentes al concierto nos realizásemos la misma pregunta: ¿cómo es posible que una banda de estas características no consiguiera el éxito?. La fuerza del grupo sobre el escenario y las estupendas melodías que consiguen crear con temas como “Sensation”, “We are the Revolution” o “Break Out”, fueron los incentivos perfectos para provocar la máxima sorpresa y mayor admiración por parte del respetable.
“Confession”, “Burnthe Ice” y “Break the Chains”, dejaron en claro la soberbia voz del joven ex Vicious Rumors, Nick Holleman, todo un talento por explotar. En la parte final, “Loser”, una auténtica maravilla al más puro estilo judaico, “Shock Power”, “Victory” y “Live and Heavy”, de su último disco, dieron por terminado un excepcional concierto de una banda que, como muchas otras de la época, no llegó a alcanzar el reconocimiento y la notoriedad que, por trabajo, dedicación y empeño, les era justo y merecido.
Poco tiempo de espera, cero glamour y menor boato. A Anvil no le hace falta mayor artificio que el aportado por unos jeans negros y una insulsa camiseta promocional para llenar el escenario de humilde, pero honesta, dedicación a esto que llamamos heavy metal. Ahí reside el éxito de los canadienses. La sinceridad y la entrega que Steve, Robb y Chris demuestran sobre el escenario es lo que les hace salir triunfales cada noche.
La banda se metió a la gente en el bolsillo desde la inicial “March of the Crabs”, interpretada por Steve desde el mismísimo piso de la sala. Insuperable. Temas imprescindibles como “666”, “Ooh Baby”, “Winged Assassins” o “Metal on Metal” fueron intercalándose con otros más actuales como “Baddas Rock ‘n’ Roll” o “Daggers and Rum”; perteneciendo,“Doing What I Want”, “Ego” y “Bitch in a Box”a su última obra de 2017. Un setlist acertadamente escogido, a la par que bien equilibrado, fue el complemento perfecto para que el concierto no decayera en ningún momento. El resto, es decir, la simpatía y el trabajo sobre el escenario, ya lo aportaron los tres currrantes canadienses.
La infalible labor del sencillo, pero efectivo, Steve a la guitarra/voz, más la afable demostración de técnica bajística velada bajo un sinfín de muecas y movimientos por parte de Chris Robertson, contrastaba con el semblante serio de un Robb Reiner cuya clásica manera de asir la baqueta zurda es todo un placer para los sentidos. Todos estos elementos nos hicieron pasar una noche que me atrevería catalogar de memorable. Ya es hora de que se les reconozca, por historia y trayectoria, la labor y la honesta dedicación que Anvil profesan por esto que llamamos heavy metal.
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