Crónicas
Rivas Rock 2018: Altibajos en la fiesta
«Una combinación del mejor rock de ayer y de hoy durante un festival que juntó intensidad y buen ambiente»
12 mayo 2018
Auditorio Miguel Ríos, Madrid
Texto: Javier García Hualde Fotos: Alejandro García
Un año más, lo mejor del rock nacional se juntaba en el Auditorio Miguel Ríos de Rivas, Madrid, para ofrecer, a unas 9000 personas, una combinación del mejor rock de ayer y de hoy durante un festival que juntó intensidad y buen ambiente. Si bien el tiempo no acompañó demasiado, ya que pasábamos de un calor brutal a un frío helador en instantes, el cartel y la buena organización hicieron de este un gran día para disfrutar de toda la música que se nos ofreció.
Se le encomendó la tarea de abrir el festival a Desakato. El conjunto asturiano, que cada día gana más adeptos, no decepcionó ni por un segundo. Bien podrían haber sido cabezas de cartel, dada su capacidad de mover al público. Hay que hacer una mención especial a Pepo, que desborda carisma por los cuatro costados y es capaz de realizar gestas tales como mantenerse de pie sobre el público mientras se realiza un circle pit a su alrededor. Abrieron como “Humo Negro”, seguido de “Octubres Rotos”. El sonido fue perfecto, lo cual no sería una constante durante el festival. “Trompetes de Xericó” y “La ira de los hambrientos”. También hubo una mención por parte del grupo a los jueces del caso de La Manada, reivindicando justicia social. “Salvajes”, “Fueu y solombres” y “Columnas de humo” continuaban el setlist bajo un intenso calor y un público que no paraba de bailar y moverse. Los 70 minutos de concierto les dieron para mucho. Otro de los temas más sonados fue “Cada Vez”, que comenzó cantando Pablo junto al público, que se acabaría entregando al baile y a los pogos cuando el grupo volvió a unirse al cantante. Finalizó este bolazo “Pánico en Frankfurt”. Desakato dejó el listón muy alto y eso se notó en el siguiente concierto.
A El Último que Zierre le tocaba mantener el nivel y, por desgracia, tengo la sensación de que no lo consiguió. No ayudó el sonido, que fue un problema durante buena parte del concierto. Los micrófonos se acoplaron en algunos temas, algunos de los asistentes salieron del recinto, imagino que a reponer fuerzas, y, en general, la intensidad con la que había comenzado la jornada decayó. Aún así, la banda lo dio todo y aguantó el tipo, tirando de clásicos como el conocido “Tus Bragas”, “Hasta que pierda la voz” o “Mi Revolución”. Se comenzaba a notar el frío en la zona de las gradas, no así entre la gente que se ubicaba en la pista, que estaba a punto de vivir una verdadera fiesta.
Se preparaba para actuar Boikot y quien escribe estas líneas tan sólo había oído hablar maravillas de sus directos y de los legendarios pogos que se formaban en ellos. Así pues, por el bien del periodismo, me adentré en la parte de la pista en la que más gente había para vivir la experiencia de escucharles como es debido. Los madrileños no decepcionaron ni un solo segundo y le devolvieron la energía al festival. “De Espaldas al Mundo” comenzaba el recital –acompañada de tambores- y ya se empezaron a ver los primeros círculos. Como si se tratara de un tsunami, los espacios que el público abría tan sólo precedían a una lluvia de golpes, baile y diversión, siempre con buen rollo y con todos los asistentes cuidándose los unos a los otros. Siguieron temas como “Karrastakal”, “Lágrimas de Rabia” o “Bubamara”. El grupo acompañó su actuación con varios cañones de confeti en una actuación digna de rememorar. “Bajo el Suelo” marcó la parte reivindicativa del concierto, en un festival marcado, necesariamente, por el feminismo. Varias mujeres y niñas se unieron a Boikot para cantar esta canción bajo el calor y el apoyo de todos los asistentes. Judith Mateo también se unió al grupo e hizo sonar su violín para ensalzar aún más la euforia de los asistentes. “Hablarán las Calles”, tema grabado, originalmente, con La Raíz, Los Chikos del Maíz, Aspencat y Zoo también sonó sin perder un ápice de su potencia pese a la ausencia de los invitados. Al final, acabaríamos bailando una lenta al principio de “Hasta siempre comandante” y remataríamos con “Cualquier Día” y “Grito en Alto”, con Judith de nuevo en el escenario y una segunda ronda de confeti. Una hora y diez minutos mágica y para el recuerdo.
Segismundo Toxicómano era el siguiente en actuar, cuando ya eran las 9 de la noche. Siguiendo con la tónica del festival, llegó a proponer realizar “el pogo más grande del Rivas Rock”. No estoy muy seguro de si realmente alcanzó el tamaño que se proponía, pero no podemos culparle por intentarlo. Sonaron algunos temas como “Mi vida”, “Por ti”, “Las noches siguen sabiendo a sangre” o la emotiva “Euskadi”. Fue un buen concierto, que también pagó la “resaca” de Boikot, al igual que le pasó a El Último Ke Zierre con Desakato, aunque, esta vez, sin problemas con el sonido.
Llegaba, por fin, Rosendo con su gira de retirada. El de Carabanchel se ha ganado el respeto de todos a lo largo de los años y eso se notaba. Su nombre se coreó en diferentes ocasiones antes, durante y después de su actuación. Aunque se respiraba un aire melancólico en el ambiente, cada tema que sonaba se celebró como una gran fiesta. “Cosita”, “Vergüenza Torera” o “El Tren” fueron coreadas por todos. Rosendo sigue sonando espectacular pese a su edad, y pocos músicos con tantos años en la carretera a sus espaldas pueden decir eso. El auditorio entero se unió para cantar “Flojos de Pantalón” al unísono, mientras el maestro, que siempre ha sido de pocas palabras, se limitaba a tocar canción tras canción, sólo parando para ajustar su sonido en el amplificador. “Masculino Singular” o “Pan de Higo” son algunos de los clásicos que tampoco faltaron en su repertorio. Los 90 minutos de actuación estuvieron plagados de clásicos y, aunque el concierto no llegó a tener las dimensiones épicas de aquella grandísima actuación en Las Ventas hace ya cuatro años, sí que se puede considerar un pequeño homenaje a su carrera. Poco antes de tocar “Maneras de Vivir”, Mercado se despidió de nosotros, afirmando que no sabía “si nos volveríamos a ver”. Como ya he dicho, fue un concierto marcado por la melancolía. Curiosamente, no fue este último tema el que acabó el show, sino “Navegando”. Así, nos dijimos adiós con el cantante, aunque esperando, siempre, que sea un hasta luego.
Tras pasar un rato emotivo, Narco seguía con el festival. Los andaluces me provocan sensaciones mixtas. Por un lado, su música es contundente y pegadiza, pero por otro, la formación destila un aura tremendamente oscura, ya no sólo en sus letras sino en el planteamiento de sus directos. “Suicídate” abría el show. Toda una declaración de intenciones de una banda en la que uno de sus vocalistas no dejó de beber de una botella de whisky durante varios temas, sólo para acabar lanzándosela al público a mitad del concierto. “Anticrista” y “El Trapichero”, seguían el show, que comenzó con muchos problemas de sonido. En un principio la guitarra no se oía y los micrófonos de los cantantes dejaron de sonar en varias ocasiones. “Mi madre es una Yonki” o “La Hermandad de los Muertos” fueron algunos de los temas más celebrados de esta sórdida actuación. Cabe señalar, como curiosidad, que el batería de la formación, que lucía una máscara de luchador negra, no dejaba de fumar mientras tocaba. Un acto remarcable, sobre todo teniendo en cuenta la manera tan rítmica que tenía de echar el humo. Cerraron el concierto “Johnny El Robot” y “La Puta Policía” cargadas de ironía y de rabia. Al final, para rematar la actuación -que sólo puedo definir como un acto de furia incontrolada- el DJ acabó reventando uno de los platos contra el suelo, haciéndolo estallar en mil pedazos.
Cerraba el festival Banda Bassoti, que sería el único grupo de fuera de nuestras fronteras en pisar el escenario del Auditorio Miguel Ríos durante la jornada. No puedo decir demasiado de los italianos, pues las circunstancias no me permitieron presenciar su actuación completa. Lo que sí es cierto es que, para esa hora, una gran cantidad de los asistentes al festival ya comenzaba a desalojar el recinto. Tan sólo una porción reducida del público se quedó a escuchar al histórico grupo.
En definitiva, este Rivas Rock estuvo marcado por sus tremendos altibajos. Todos los grupos dieron lo mejor de sí, eso no cabe duda, pero ya fuera por culpa del frío, de los problemas de sonido o, simplemente, de la mala suerte, algunos de los conciertos no funcionaron todo lo bien que hubieran debido. Aún con todo, aguardo con ganas la edición del año que viene después haber disfrutado de uno de los mejores festivales de corta duración en los que he tenido el placer de estar.
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2 comentarios
Pues una pena que no disfrutaras a Banda Bassotti, sonido espectacular , temas míticos ( luna rossa, figli della stessa rabia, cuba que linda es, el pueblo unido, Stalingrado), versiones increíbles ( Manuel Santillan de los fabulosos cadillacs, Amén de La Polla Records, Zu Atrapatu Arte de Kortatu) y mucha fiesta y baile para aguantar el "fresquito" de la noche, para cerrar con el puño en alto entonando el Bella ciao.
PD. Carabanchel !!! que con V me sangran los ojos 😉
Jaja, menudo desliz, gracias por avisar!