Crónicas
Fito & Fitipaldis + Muchachito: La utopía Platero
«Un recuerdo de aquellos tiempos en los que podías tirarte de garitos hasta el amanecer»
4 mayo 2018
Bilbao Exhibition Centre, Barakaldo (Bizkaia)
Texto: Alfredo Villaescusa. Fotos: Iñigo Malvido
Existe un considerable trecho entre cantar canciones sobre borracheras o los efectos de las drogas y de las mujeres, a adoptar el perfil de perro viejo que ya se las sabe todas, está muy rodado y curado de espanto, y lo único que desea es un poco de tranquilidad, lo cual, en épocas de incertidumbre, es un auténtico valor al alza. Quizás forme parte del eterno problema de madurar, hacerse mayor y demás, pese a que determinadas costumbres no deberían perderse ni aunque uno fuera Matusalén. Otra cuestión es la afición que se pueda tener por coleccionar sellos, la petanca o la vida vegetativa.
Pero hay gente mayor que no se ve adoptando las maneras de la senectud y ni se plantea acudir a centros de jubilados a echar partidas de mus. A pesar de su actual perfil adulto y sosegado, Fito Cabrales entraría dentro de esta última categoría, un tipo sencillo y afable en las distancias cortas, al que siempre parece que el éxito masivo le ha pillado poco menos que de casualidad. Quién le iba a decir al chaval que afirmaba que “tiemblan los corazones por causas falsas” que en un futuro acabaría llenando pabellones y convertido en uno de los mayores fenómenos superventas del panorama patrio.
A la espera de que la inspiración llame a su puerta, el bilbaíno ha optado por hacer balance en el recopilatorio ‘Fitografía’ y recorrerse la península una vez más con consabidos baños de masas por doquier. Era evidente que una de las paradas más importantes de toda la gira estaría en su propia casa, un pabellón del BEC que ya ha llenado en repetidas ocasiones y que, esta vez, volvería a repetir la marca de dos noches seguidas casi al completo de su capacidad, con las 15.000 localidades del sábado vendidas desde hace meses y unos pocos sitios libres en la del viernes.
Acudimos la primera jornada, muy atraídos por la anunciada participación de Iñaki Antón “Uoho”, un acontecimiento histórico que vete a saber cuándo se repite. El ambiente era el habitual de los eventos multitudinarios, con escuadrones a mansalva de pijos de infantería y alguna que otra melena o chupa de cuero que casi se antojaba como la nota discordante que rompía la monotonía del paisaje. Cada vez provoca más pereza mezclarse con esta gente con la que no tenemos absolutamente nada en común.
Mientras el recinto iba llenándose con cuentagotas, sufrimos la tortura de Muchachito, una perroflautez cargada de mestizaje, buenrollito y gracejo andaluz que se hacía insoportable para el que esperara algo que tuviera que ver mínimamente con el rock. Al público que había por ahí le entretenía por momentos cuando el tipo se arrancaba con alguna pieza conocida, pero, en general, pasaba del tema, por lo que nos pareció un entremés totalmente prescindible y que no llegaba a la altura de la velada. Mira que no hay grupos prometedores que habrían encajado mejor.
Tras un vídeo introductorio en el que una figura delgada con gafas y gorra se dirigía a un cementerio con lápidas de los nombres del grupo, Fito & Fitipaldis arrancaron con un sonido inmaculado “Siempre estoy soñando”. El escenario tampoco era un derroche en su espectacularidad, muy luminoso y con el logo de la banda presidiendo por encima de las cabezas. Una declaración de intenciones de que en esa cita el atractivo no estaría en lo visual, sino más bien en lo que saldría de los respectivos instrumentos.
Sin pausa, Carlos Raya enlazó con el punteo de “Un buen castigo”, con ese sosegado ritmo peculiar que antes se relacionaba con Dire Straits y ahora la mayoría vincularían de inmediato con el músico de Zabala. “Esta noche vamos a pasarlo bien, a cantar y a bailar”, dijo el menudo cantante, antes de arremeter con “Por la boca vive el pez”, donde el saxofón se hizo notar y el respetable se emocionó en la parte final.
“Esta canción no la podemos quitar del repertorio, nos persigue como un mantra”, explicó antes de “Me equivocaría otra vez”. No era necesario ni presentar las canciones, pues se acogían por lo general con idéntico alboroto. El “Quiero beber hasta perder el control” de Los Secretos se ha integrado de tal manera en su trayectoria que cualquiera diría que se trata de una composición suya.
Caían clásicos de su etapa superventas como “Donde todo empieza” o ese “Todo a cien”, que en un plazo breve ha adquirido tal solidez en las distancias cortas que nadie tampoco cuestionaría su inclusión. Y en “Garabatos”, una chica de atrás comentó el estribillo y aseguró que “si quería morderle, igual era una zombie”. Sabiduría popular.
Sin duda, el momento más tedioso de todo el recital estuvo protagonizado por el perroflauta Muchachito Bombo Infierno, cuando reapareció para interpretar “Yo no soy Bo Diddley” y luego “Me tienes frito”, una de sus ponzoñosas creaciones. Menos mal que aquello no duró mucho.
Algo cambió el panorama cuando invitaron a las tablas a parte de Gatibu, definidos como “grandes amigos y vecinos”, para “Urepel”, con Fito cantando en euskera, otra de esas rarezas que quizás no se repitan hasta la próxima glaciación. Y el instante mágico llegó cuando el voceras pronunció lo siguiente: “No sé qué decir, ha sido un placer tocar con él y siempre lo será”. En efecto, ahí estaba Iñaki Antón “Uoho” enfilando el riff de “Hay poco rock n’ roll”, una pieza recuerdo de aquellos tiempos en los que podías tirarte de garitos hasta el amanecer. Se pudo ver también al guitarrista agitando la melena, otro de esos gestos casi proscritos en la actualidad.
“Con esta que se caiga el BEC”, advirtió Fito, antes del himno mayúsculo “El roce de tu cuerpo”, con las gargantas desatadas certificando que aquello era ya algo atemporal. Lástima que no hubieran llamado también a Juantxu y Maguila para recrear el efecto Platero ya al completo. Pese a lo inigualable del instante, lo cierto es que hubiéramos preferido temas más macarras y menos trillados tipo “Esa chica tan cara”, “Cigarrito”, “Maldita mujer”, “Cantalojas” y así podríamos estar citando hasta el fin de los tiempos. Pero hay que agradecer el detalle y no ser avaricioso, la magia se elevó en cualquier caso.
El inicio a lo “It’s Only Love” de Bryan Adams de “Tarde o temprano” nos sacó del ensimismamiento, por mucho que el personal pidiera más Platero. “La casa por al tejado” y “Antes de que cuente diez” sirvieron para despedirse por un momento. Estaba cantado que regresaría y lo hizo además con un corte como “Rojitas las orejas” que no era de los quemados hasta la extenuación. No se pudo decir lo mismo de la comercial “Soldadito Marinero”, que presentó con sorna como “una nueva” y la alargaron hasta devenir en un rock n’ roll. En la segunda tanda de bises, Fito recuperó de nuevo la rabia juvenil en “Entre dos mares”, aunque nos sobraron esos “oh oh oh” del final, esto no es el circo. Y a escasos metros del Hospital de Cruces, cobraba pleno sentido acordarse de La Cuadri del Hospi en la final “Acabo de llegar”, que puso el broche a dos horas y pico inapelables desde un punto de vista objetivo.
Otro asunto es que la reunión entre Fito y Uoho supiera poco, pero habrá que empezar a hablar de la utopía Platero como algo fuera de este mundo, una irrealidad tan improbable como la implantación de un régimen comunista en el país, la reforma del estercolero de manipulación de RTVE o que por fin se empiecen a juzgar a responsables del franquismo. Cosas que no pueden ser. De locos.
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3 comentarios
Regimen comunista? Mientras haya gente que lea libros y viaje por el mundo en este pais va a ser imposible que seamos comunistas...y menos mal jeje grande fito
https://uploads.disquscdn.com/images/337789ec933e984e0074fa32cc41a8f9ecfd1fa0d513a27d42055d41cc801b66.png O sea, según tu, ¿Los comunistas no leen? Me da que es al revés, por desgracia hay demasiado facha analfabeto que usa los libros para calzar mesas y así nos va...
Nosé a que viene tanta animadversión hacia Muchachito. Me flipo el concierto!