The Electric Alley

Apache

Autoeditado (2022)

Por: Javier Pérez

8.5

Cuarto disco de estudio de los gaditanos, el cual llevaba tres años cociéndose a fuego lento, y que han grabado entre Colmenar Viejo, Jerez de la Frontera, y El Puerto de Santa María. Y por mis barbas que este tiempo, a tenor de lo escuchado, bien empleado está.

Porque si eres de los que, como yo, no habías caído en las garras de la banda, habrás alucinado con ellos: hard rock de alta gama, rock clásico venido a más, blues arrastrado de fondo… una delicia global, una fascinación inmediata.

‘Apache’ levanta el vuelo pisando a fondo, con una sonata homónima al LP que estrena la reproducción con una garganta que te lleva hasta Måneskin, cortada por sí misma al unísono que se funde con Greta Van Fleet, y un riff Zeppelin recortando unos primeros compases que despiertan a los ávidos de buena música.

Pero no es que esta gente necesite tanta comparativa, eh. Simplemente lo comento y lo recalco para que te hagas una idea de hasta dónde llega el talento aquí propagado. Se sirven ellos solos, con sus peripecias, para que los contemples como lo que son, sin buscar referentes a los que aferrarse.

“Hurricane” energiza la contienda con un puente lírico enorme, maquillando la pieza completa a base de buen hacer. Una composición de muchos quilates que, sin embargo, no consigue encoger a la siguiente de la lista, “One Lasting Light”. En esta, a lo que ya habían apuntado, suman velocidad y algo más de rudeza.

La primera bajada de tensión aparece de la mano de “What's Going On?”, recuerdo lejano a los cuervos de Georgia incluido, que junto a su sucesora, “Fireworks”, reposan el quehacer, aún siendo esta segunda bastante potente en intensidad, mas el pesado tempo rebaja el furor.

La luminosidad regresa al son de “Writing's on the Wall”, con un solo de guitarra conciso que no alarga más de la cuenta un corte agraciado. “Make it Through the Night” hace que se reencuentren con las prisas (no muchas), pero que vienen al pelo para enlazar “All the Way”, aquí sí recuperando aceleración.

De misma estructura se nutre “Son of a Gun”, como si de cara al final se fueran cabreando. El tabique se titula “Bliss”, con melodías que sin saber por qué, suenan a despedida.

Discazo para degustar con cascos en la oscuridad, a todo trapo en el coche, de fondo mientras te vistes… Básicamente, para cuando te dé la gana.

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