La Comanche

Eviterna

A New Label (2022)

Por: Sebas Abdala

8

El grupo La Comanche, el nuevo proyecto de Quique Palacios (Sr. Desguace, Muerte Dulce), afianza y saca brillo a sus influencias más profundas para entregar un nuevo trabajo, llamado 'Eviterna', un compendio de ocho canciones que contiene poesía en los tramos necesarios, así como calle o mala uva según haga falta, y arreglos más melancólicos que nos hacen conectar con un disco macerado y, por momentos, intimista.

La apertura con “Crece la estampida” es dinámica, movida, una pieza rocker que huele un poco a carreteras polvorientas, a viaje soleado en otoño y cierto romanticismo que deja espacio a unas guitarras bien emplazadas que van cediendo protagonismo a las bases. Hay un aroma muy personal, con instrumentos que son cercanos, estructurados para que las canciones tengan una personalidad definida.

“Vientos de soledad” es un himno, por la letra, el estribillo y la suavidad con la que las guitarras dan un aura electro acústico. Sin embargo “Lijando moldes” y “Un paso más y fin” son más agresivas, con atmósferas que cambian un poco el tercio de la intensidad con reminiscencias de artistas como Marea o ese Johnny Cash más maduro aunque contundente.

Regreso un poco a percibir climas más íntimos, con insinuaciones de baladas, pero maceradas con pop del bueno, de ese que construía estados de ánimos simplemente con una breve armonía bien ejecutada y acompasada; hablo de “Tus adentros” y “Amor de clausura”, tal vez las que más sensación dan de laboratorio de producción para coordinar la elegancia de las letras con, justamente, las perfectas ejecuciones rítmicas.

“Lady Comanche” tiene un juego muy llamativo con la percusión y ciertos vientos que se escuchan por ahí, basando un estribillo pegadizo con cambios de ritmo y desaceleraciones que, en directo, pueden resultar muy entretenidas.

Cierre con “Volando raso”, un aire más del tipo “improvisación”: intro con teclas, arreglos de cuerdas que se ponen melancólicas y letras que surfean por encima de las melodías, sin intentar cuadrar los tempos. Una poesía cruda, directa, sin demasiada metáfora… las justas para dejar una puerta entreabierta al que oye el disco y sueña con la bohemia que ha sido bien refrendada a lo largo de todo 'Eviterna'.

Un cierre que es interesante a la hora de sacar una conclusión acerca de una obra que está hecha con mucho corazón, pero también con un trabajo de producción musical que lo hace un catálogo fenomenal de una generación que ha sido criada por gente que sabía expresar un sentimiento con elegancia cuando quería, y con crudeza cuando era necesario.

La Comanche demuestra lo importante a lo largo de todas las composiciones creadas, el puente que puede establecerse con la banda, gracias a las letras, o a la sabiduría de no avasallar con momentos de virtuosismo de una guitarra, sino que cada nota está ejecutada a la altura de la circunstancia requerida, y nos permite identificarnos con esa calma para adornar momentos personales, como si uno fuera colega cercano de Quique Palacios, voz y pluma de un disco que sorprende.

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