Escuela Grind

Memory Theater

MNRK Heavy (2022)

Por: Sergio García Baltar

7

Dos años después de su carta de presentación en larga duración con su primer álbum, 'Indoctrination' (2020), la banda de Massachusetts Escuela Grind vuelve a la carga con su nuevo trabajo, 'Memory Theater', para dejar claro que se están abriendo un hueco por méritos propios en la escena underground del hardcore, y dando un aire fresco a un género tan complicado de innovar como es el grindcore.

El nuevo trabajo de los americanos, de tan solo 22 minutos de duración, comienza con una declaración de intenciones por todo lo alto. Una especie de introducción al caos llamada “Endowed with Windows”, donde el sonido “sucio”, pesado y agresivo de sus notas se une a lo que para mí es el signo identificativo de la banda, la voz de Katerina, una voz profunda pero con toques agudos que distan mucho de lo típico que podemos escuchar en el mundo del grindcore, con esos guturales graves como el averno y muchas veces inentendibles para el oído humano.

“My Heart, My Hands” es rápida, como la mayoría de los temas del álbum, bestialmente veloz y contundente al oído. Es de admirar lo que se puede conseguir en tan solo un minuto y medio con un buen riff, una batería destructiva y una voz bien proyectada. Ese tipo de canciones que muchas veces son necesarias para decir que con poco se puede hacer mucho.

La sigue “Cliffhanger”, una oda al género grind con dos tramos diferenciados por la velocidad al ejecutar cada nota por parte de la banda. El primer minuto y medio sigue la estela de la anteriormente citada “My Heart, My Hands”, hasta que rompe un silencio seguido de un contundente riff muy típico del hardcore más clásico, para terminar con otro acelerón enclaustrado por una línea de bajo contundente y otro de esos riffs machacones y lentos que, a mi parecer, rompen un poco la línea ascendente del tema.

El siguiente zarpazo del disco es “Strange Creature”, una de mis favoritas de este trabajo, si bien no aporta nada nuevo ni descubre la rueda, es uno de los temas más cohesionados en todo este recorrido de extrema violencia, quizá porque me parece una de las canciones más “melódicas”, con muchas comillas, de todo el álbum, destacando el soberbio trabajo de Jesse Fuentes en la batería, sobre todo atacando los platillos en la manera que lo hace.

Volvemos a la línea de canciones cortas con “Faulty Blueprints”, de tan solo 1:44 minutos de duración, engañosos, ya que en realidad son 1:25, dado que los últimos segundos son silencio sepulcral, entiendo que para que proceses el huracán de rabia que acabas de oír. Un comienzo sin tregua hace brillar de nuevo la voz de Katerina, que no te da ni un respiro. Una canción también muy canónica del género, que te vuelve a llevar al principio del disco ignorando esa pequeña, pequeñísima, evolución de los dos anteriores temas.

Llegamos a la que para mí es el culmen del disco: “All is Forgiven”, un tema brutal, pero brutal de verdad, uno de esos que en directo es un imprescindible, o debería serlo. Lo tiene todo. Las líneas de guitarra y bajo, empastadas a la perfección, acompañan a los protagonistas del tema, una vez más, voz y batería, esto no es un problema en sí, ya que en el grindcore es lo que impera normalmente. Este tema lleva mi mente enseguida a influencias como, salvando las distancias sobre todo en lo melódico, Anaal Nathrakh, uno de los referentes del panorama en la actualidad, o sus conciudadanos Orchid, algo mucho más clásico en lo que se apoyan estas líneas con total seguridad.

“Forced Collective Introspection” viene para recordar que no es oro todo lo que reluce y que el principal problema de este trabajo en concreto es no tener muy claro qué quiere ser. Me explico: En este tema, Escuela Grind rompe totalmente con esa velocidad y violencia que lleva en la mayor parte del trabajo, salvando algunos ejemplos ya mencionados que, junto con este, desequilibran un poco las cosas respecto a la composición del mismo. Musicalmente el tema está ejecutado a la perfección, pero con una tonalidad mucho más pesada y lenta, rozando casi ese death metal primigenio, tosco, con notas muy alargadas en líneas que parecen no terminar nunca, y haciendo que la canción no progrese como debería.

La penúltima bala en la recamara de los norteamericanos es “The Feed”, con una duración de 3:26 minutos, convirtiéndola en la más larga del trabajo. En este tema por primera vez siento que las seis cuerdas de la buena de Krish Morash se salen de lo establecido y brillan con luz propia dejando de ser mera comparsa de cada uno de sus compañeros. Hay que destacar de nuevo la brillante actuación de Katerina en el micro, que si bien sigue la línea marcada y no nos aporta ninguna novedad, el nivel vocal sobre todo al final del tema es para enmarcar.

El álbum se cierra con la canción que da título al mismo, “Memory Theater”, una línea recta de puro sonido de garaje, distorsión y extrema violencia en cada uno de sus notas. Quizá para cerrar un álbum sea un tanto lineal y monótona, pero respeta la esencia tanto de la banda y el género al que pertenecen.

En líneas generales, este trabajo de los de Massachusetts es algo muy canónico, que sigue la estela de lo que venían haciendo hasta ahora, si bien no es nada nuevo bajo el sol, para los amantes del género grindcore quizá sea la savia nueva que esperan dentro del terreno independiente, con ciertas líneas que rompen un poco lo típico, y que aun estando muy ancladas en lo arquetípico del género busca innovar y destacar entre el resto, y eso siempre es de agradecer.

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