Doss House

Head Damage

Maldito Records (2023)

Por: Alfredo Villaescusa

8

Ha pasado ya tiempo desde que los guitarrazos escandinavos dominaron el mundo, pero todavía siguen existiendo discípulos de aquellas gloriosas enseñanzas que lavaron por completo la cara del rock n’ roll y revitalizaron un género que muchos daban por muerto y enterrado desde hace años. La santa trinidad de The Hellacopters, Turbonegro y Backyard Babies continúa siendo un digno altar para encomendarse en épocas de indecisión o zozobra espiritual.

Tales postulados extiende sin complejos Doss House, banda toledana de hard rock que se formó allá por 2007 y que aquí nos presentan un segundo trabajo que seguramente agradará a los forofos del género. Señalar además que no reproducen al milímetro la electricidad escandinava, sino que apelan también a clásicos como Mötley Crüe o Skid Row, por lo que no extraña que en ocasiones se aproximen al metal, o incluso al stoner.

De esta forma, dejan claros los parámetros por los que transitarán con “Diamond Therapy”, una apertura enérgica que uno puede imaginarse también iniciando conciertos, pues su rollo directo te mete en faena de un plumazo. “Look Out” profundiza en esa senda, sin perder ni un ápice de chulería y evocando en determinados momentos a la primera época de Backyard Babies. Cierto halo a lo Guns N’ Roses domina del mismo modo dicha composición.

“Deadland” posee otro comienzo de los que levantan del sitio, pero amplían las miras con toques grunge y hasta un intervalo fantasmagórico que solo logra engrandecer el tema por contraste. “Pigged” desata su faceta más macarra en un trallazo de esos de los que hacen afición entre los fans del guitarreo escandinavo. Pilla la escoba o cualquier objeto alargado y márcate una sesión de air guitar que haga pensar a los que te vean que estás poseído o presa de un importante delirio.

“Bad Faith” apuesta por los sonidos metaleros de los que hablábamos anteriormente, aunque el estribillo se asemeje más a la tónica general del redondo. En “Off The Wall” no hay vuelta de hoja con otro disparo certero a la yugular para no perder el ritmo endiablado que nos proponen a lo largo del disco.

“Cold” es otro corte para agitar cabellera que lo mismo podría evocar a Motörhead o Velvet Revolver y que a buen seguro encajaría en el repertorio de directo. “Chinese Paranoid” cuenta con una intro de música oriental que no tarda en disiparse para legarnos otro temazo crudo con el que te vendrá a la cabeza Supersuckers, Nashville Pussy y demás combos similares.

“Dirty Babe” no suelta el acelerador ni por asomo y tampoco cabe esperar ningún agarrado en “My Way”, quizás el corte más comercial o accesible de todo el conjunto. Pero esto tampoco es negativo, puesto que rompe la dinámica del álbum y aporta un toque festivo perfecto para animarse. Y “Shut the Fuck Up”, como no podría ser de otra manera, cierra el disco reivindicando una vez más los riffs rotundos y la pura electricidad.

No inventan la rueda, eso está más que claro, y es también probable que en esta onda existan grupos hasta debajo de las piedras, pero lo que nos queda claro es que la influencia del hard rock punkarra escandinavo no se encuentra sepultada, ni mucho menos, en la actualidad. ¡Mástiles en alto! ¡Fuego!

Alfredo Villaescusa
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