Crítica de Bon Vivant: Cuentos y retratos - MariskalRock.com : MariskalRock.com

Bon Vivant

Cuentos y retratos

Autoeditado (2019)

Por: Anna Moher

“Algunos nacen al dulce encanto. Algunos nacen a la noche eterna”. Con esa frase nos introduce Bon Vivant en ‘Cuentos y retratos’, disco con el que regresan después de cuatro años de su último lanzamiento, ‘Juego de ti’ (2015). 10 capítulos en los que la banda nos relata la historia de una búsqueda de la eternidad marcada por las tormentas de sentimientos. Confianza, duda, miedo al paso del tiempo, necesidad de cambio, la constante pelea con uno mismo… En definitiva, una lucha contra la oscuridad y por la vida. El pan de cada día, ¿no?

“Tormenta a casa” es toda una declaración de intenciones de los madrileños, que desde el primer capítulo de este viaje musical dejan claro que es el momento de hacer lo que ellos quieran, sin dejarse llevar por “los cantos de sirena”. Es una muy buena elección para arrancar el disco, puesto que desde el primer coro hasta el final llama la atención e invita a querer darle una oportunidad al resto.

Lo que somos en nuestro interior, la imagen que nos devuelve el espejo y la que tienen los demás de nosotros se enfrentan en “Cuentos y retratos”, un tema que vuelve a sorprendernos, esta vez por el tono melódico que nos recuerda a Sôber, pero también a cortes más modernos como “Kings and Queens” de Thirty Seconds To Mars, sin perder en ningún instante el toque guitarrero del hard rock más clásico.

Esa esencia de Sôber vuelve a quedar patente en el tercer capítulo, “Gritarle al mar”. Cabe destacar que el redondo, que ha sido grabado en los estudios Cube, ha contado con Carlos Escobedo como productor y con Alberto Seara “Flor” a los mandos, influencias que se dejan entrever de manera muy obvia.

“El tiempo robado” supone un cambio de registro en la travesía. De las melodías nostálgicas nos vamos hacia un sonido con sintetizadores, cercano al pop de los 90, y que incluso tiene un sabor a Mecano, especialmente en las estrofas, ya que el estribillo es más rockero. Desde luego, se trata de una de las más pegadizas. Cabe destacar lo camaleónico que es el cantante, Charly López, cuya voz puede pasar de parecerse a la de Carlos Escobedo a tener alguna reminiscencia de artistas más pop.

Llegados a este punto, el héroe que protagoniza esta aventura decide que tiene que seguir hacia delante. Aunque el miedo sea poderoso, sabe que es libre de escribir su propia historia. “Soy libre, soy viento”, grita en “Hacia rutas salvajes”, antes de declararse como “Invencible”, en la que Bon Vivant vuelve a acercarse al pop, haciéndolo adictivo a más no poder. Antes de poder seguir, necesita quitarse el peso de la mochila y retractarse en “Pido perdón”, para no arrastrar cargas y poder vivir “Sin límites”, más contemporánea también.

“Todo lo que empieza tiene un final” dice el grupo en el texto que acompaña en el libreto al penúltimo tema, “A la deriva”. La historia llega a su final con un naufragio en “Sueña”, un acústico con violoncello, tocado por Carlos Clerencia, en el que nuestro protagonista se enfrenta a la muerte de su padre, que le arropa desde la eternidad. La canción le invita a encontrar la fuerza en su corazón para levantarse y continuar con su vida. “Vive y ama sin fin”, dice la letra. Me parece muy acertado cerrar con esta balada la historia, puesto que, a pesar de dejarnos con un sabor melancólico, envía un mensaje muy positivo e importante: que hay que continuar, sin importar lo que pase, y que, aunque haya pasajes oscuros, la luz siempre se abre camino. O, mejor dicho, nosotros nos abrimos paso hasta ella.

Precisamente eso, abrirse paso, es lo que ha hecho Bon Vivant con este trabajo, en el que se han desmarcado de lo convencional, aunando diferentes estilos, armonías y ritmos, para escribir su propia historia, sin importar lo que digan, como declaran en “Hacia rutas salvajes” al utilizar la frase “no necesito fama, reniego del poder”. Una obra en la que ni una sola canción tiene desperdicio y que, desde luego, te deja con ganas de leerla una y otra vez.