OSCAR LUJURIA: HISTORIAS DE LA PUTA MILI II
23 enero, 2012 3:25 pm 1 Comentario“En la letrina muerde la gorra”
Anda que la que se ha liado con la historia que os he contado de mi puta mili. Tanto que, en lo que se van animando mas músicos (animaos, no seáis sosos) me han convencido para que os cuente otra; y lo cierto es que tengo otra con el mismo sargento, el sargento Luquero, que se convirtió en mi pesadilla en la mili (o yo en la suya, no lo tengo muy claro jajajajaja).
No tengo más fotos pero para qué, si alguien se lo ha pasado bien con la foto que os dejé han sido los del foro de Lujuria, especialmente la forera Gayathangwen que se dedicó a hacer unos montajes que no me resisto a mandaros; y Metallyan que me hizo la carta de Magic. Mirad como se lo pasaron jajajaja De paso un saludo a Gaya Metallyan y al foro de Lujuria (cabrones, quitaos ya el avatar).
Vamos con la historia:
Había salido del cala tras mi arresto y me habían concedido el pase pernocta. Para los que no habéis hecho la mili, ese pase lo que hace es que salgas cuando los demás salen al paseo pero no vuelvas a dormir al cuartel, duermes en tu casa. Es un pase que daban a todos los que hacían la mili en su ciudad.
Una de esas tardes estaba listo para salir con mi traje “de bonito” (es el traje de la foto, había dos trajes: el de faena para estar ahí y el de bonito para salir) cuando noté que debía ir a las letrinas sí o sí. Entonces me vino a la cabeza la frase que me decían los veteranos: “En la letrina muerde la gorra”. Yo imaginaba que debido a la alimentación el “muñeco de barro” que uno dejaba se volvía más compacto y eso hacía que debieras apretar fuerte para que viera la luz el pobre, de ahí lo de morder la gorra, para hacer fuerza. Y mientras pensaba eso notaba cómo “la tortuga” sacaba ya la cabeza, debía acelerar. También pensaba que qué poca razón tenían, pues el muñeco iba a salir corriendo en cuanto le diera la salida.
Así que me situé en la letrina y ni gorra mordida ni nada, me dispuse a “tirar el miedo” en cuestión de segundos. Las puertas de las letrinas no llegaban ni arriba del todo ni abajo, eran esas puertas que parecen de las cantinas de las pelis del oeste ¿sabéis cuales no? Pues bien, mientras estaba a lo mío una mano furtiva entra por encima de la puerta, pilla mi gorra que la tenía en la cabeza y desaparece. Como comprenderéis no estaba como para salir a perseguirle, así que me vi sin la gorra de paseo y por lo tanto condenado a no poder salir, pues sin el uniforme completo no salía de ahí ni dios.
Entonces comprendí el porqué del dicho “en la letrina muerde la gorra”, pero demasiado tarde…
Mi colega “El pelucas” (así llamábamos al peluquero, por cierto que “el pelucas” tocaba la guitarra; después de la mili montó un grupo de pop madrileño con bastante éxito, “Los Espontáneos” igual alguno os acordáis de ellos) me dio la solución, “Monaguillo, haz tú lo mismo”.
¡Pues claro! Pensé, yo no me quedo sin paseo, el que venga detrás que arree, que decimos en mi tierra. Con mi pase en el bolsillo y el traje puesto me fui a las letrinas donde unos inconfundibles ruidos me delataron que alguien estaba “descomiendo”. Metí la mano, trinqué la gorra, me la puse y subí corriendo al cuerpo de guardia para salir a la calle.
“¿Dónde vas monaguillo?”, Me dijo el alférez de guardia. “De paseo, mi alférez”. “¿Y has ascendido?” No entendía nada… “¿Qué, mi alférez?” “Que si has ascendido, artillero”, me dijo ya en tono serio. Maloooo, cuando no nos llamaban por el mote y nos llamaban artillero, maloooo.
Seguía sin entender nada. “No sé qué quiere decir mi alférez” “¡Mire su gorra artillero!” “A sus órdenes mi alférez”, y me quité la gorra a ver. ¡Me quedé blanco! Ahí estaban, en la gorra, los putos galones de sargento. ¡Mierdaaaa le había quitado la gorra a un sargento! Sé que parece increíble lo que viene ahora pero es absolutamente cierto, imaginad de quién era la gorra… ¡Premio! Subiendo hacia el cuerpo de guardia el sargento Luquero emitía unos alaridos que traducidos al castellano significaban “Monaguillo, te vas a pasar en el cala tu puta mili”.
Evidentemente no pasé del cuerpo de guardia, mi destino era volver a hacer el caracol y pasar al “hotel barras” a esperar mi condena…
Sin embargo esta vez no pasé mucho tiempo en el cala, a los pocos días era la onomástica del Rey y llegó un indulto a la Academia de Artillería (donde yo hice la mili, y por cierto ¿sabéis quién más? Antonio Flores; sí, el hijo de Lola Flores hizo ahí la mili, pero no en mi reemplazo) para todos los arrestados y pude salir de ahí. Creo que ha sido la única vez en mi vida que he gritado ¡Viva el rey!
Ya dejo mis batallitas, espero que al menos os provoquen una sonrisa. Un abrazo a todo el mundo. (Incluido al sargento Luquero jajajaja)
Oscar Lujuria
¡Por el puto rock and roll!
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1 comentario
lo de en la letrina muerde la gorra es muy cierto lo se por experiencia a mi tb me la kitaron y a partir de ahi gorra en boca jejejej