Leize, Chema Patiño, Stoned At Pompeii y la mejor programación de rock y metal en nuestra radio
20 febrero, 2025 11:13 am 1 ComentarioLlega una nueva jornada de jueves para traernos aroma a fin de semana en este última completa de febrero en la que seguimos dando caña desde la radio en la que seguiremos programando 24 horas sin interrupción de la mejor música del mundo. El mejor rock y el más potente metal seguirán haciendo temblar tus parlantes con los sonidos que te estarán esperando las 24 horas del día en MariskalRock Radio.
La programación en directo comenzará a las 16:00 (hora peninsular española) con un nuevo episodio de Dragones & Mazmorras, el programa que dirige y presenta Pedro Guzmán, siempre atento a la actualidad con la guasa de los personajes del castillo que nos ofrecerá una hora de metal, rock y altas dosis de humor.
En el programa de hoy tendremos un invitado especial, nada menos que Félix Lasa, el mítico líder de Leize, la banda emblemática banda guipuzcoana de hard rock y heavy metal que está celebrando cuatro décadas de trayectoria.
'40 peldaños' es el título del excelente nuevo disco publicado por Leize, que este 22 de febrero estarán en la sala Revi Live de Madrid liderando un demoledor cartel que se completa con Hijos de Overon y Trago Mortal. Las entradas están a la venta en este enlace.
Mariskal Romero tomará las riendas a las 17:00 para ofrecernos un nuevo episodio del Mariskal Romero Show - Musicolandia, el programa de referencia de la radio rock en nuestro idioma, donde todo es posible entre la mejor selección musical.
Hoy Mariskal nos tienen preparado un gran encuentro con otro mítico nombre de la radio como es Chema Patiño, que fuera locutor en Radio Juventud y 40 Principales en los 80 y posteriormente corresponsal de Cadena SER en Bruselas y París en los 90 y 2000. Chema nos presentará su libro "Crónicas de Paname" mientras escuchamos sus temas favoritos en una nueva edición especial de Musicolandia y Rock Star.
Chema nos deja este nostálgico y rockero texto sobre la generación que vio nacer el rock en nuestro país: "En aquel local grande lleno de mesas de billar y máquinas de “pinball”, el sonido de las carambolas y del golpeteo de las bolas contras las setas que hacían subir el marcador y, con suerte y habilidad, desencadenaban los “clacs” de las partidas extra solo se veía interrumpido por los acordes de un “rif” de guitarra. Salía de una máquina de discos estratégicamente situada a la entrada y entorno a la que nos agrupábamos los chavales de 14,15 y 16 años a los que la paga semanal no nos daba para unas partidas pero si para, entre unos cuantos, escuchar con éxtasis las canciones que nos hacían sentir que estábamos vivos: “La Grange” de ZZ Top, “Killer Queen” de Queen, “Break The Rules” de Status Quo o “The Ripper” de Judas Priest.
Los billares eran unos lugares de iniciación a la vida en aquellos barrios fronterizos que se iban agrandando a golpe de viviendas sociales y mano de obra emigrada de los pueblos de media España. Vestíamos pantalones campana, camisas ajustadas de cuello grande y chupas vaqueras. Cinturones con las monedas de dos reales remachadas a lo largo de la tablilla por si acaso había pelea y, los más agresivos, escondían unos “luchacos” en las botas de media caña. Fumábamos cigarrillos sin filtro y, aunque algunos añadían algo de grifa al tabaco, ninguno imaginaba que el caballo nos iba a patear las entrañas unos pocos años más tarde.
Eran los estertores del franquismo y a pesar de ello seguíamos manteniendo en la cabeza las consignas que desde pequeños nos habían inculcado nuestras madres -“no se te ocurra decir que tu abuelo era comunista”- o las que habíamos ido absorbiendo en la televisión, la radio y el cine que supervisaba el régimen. Las canciones en inglés nos hablaban de lugares, seres, situaciones y anhelos que nos eran ajenos y que imaginábamos en colores frente al blanco y negro predominante en nuestra existencia de adolescentes en un barrio obrero. “Ojalá estuvieras aquí”, nos susurraban los Pink Floyd en los guateques de persianas a media asta y calenturas en la entrepierna que nos llevaban al cielo por la escalera de los Zeppelin.
En aquellos billares de sabor amargo a humo y cerveza, en la “jukebox” de la entrada, empezaron a sonar temas rockeros con letras en español que describían lo que pasaba en aquellos territorios de aluvión situados en las zonas fronterizas de la ciudad en expansión hacia los descampados poblados de bolsas de plástico y residuos en los que los especuladores inmobiliarios veían su futuro. Algo estaba cambiando en nuestras vidas, en la vida del país entero a ritmo de guitarras afiladas, bajos contundentes y baterías que te golpeaban en la boca del estómago. Comenzamos a ser conscientes de que en “este Madrid” solo teníamos “libertad para mirar escaparates” o acudir a “el rastro” donde nos podían considerar “social peligrosidad”. Esas letras nos decían “escapa”, “ya está bien”, “a tu marcha”… Estábamos “aprendiendo a escuchar” y a comprender que, muerto el dictador, podíamos elegir cómo queríamos que fuera aquella España que bullía casi 40 años después de la contienda fratricida.
En la radio, en aquellas emisoras que paradójicamente aún formaban parte de la “Cadena del Movimiento”: Radio Centro, Radio Juventud… los “pinchadiscos”, con voces envueltas en rever, nos descubrían nuevos sonidos que venían de Londres, de Los Ángeles, de Nueva York… pero también de Carabanchel, de San Blas y de Vallecas. Madrid seguía siendo el centro de aquella “grande y libre” pero los pucheros del cambio se cocían por todas partes: en Sevilla con Smash, Bloque y después Triana; en Barcelona con la Compañía Eléctrica Darma; en Burgos, con aquel festival imposible en su plaza de toros que se bautizó como “el festival de la cochambre” y en cada uno de los pueblos en los que se abrían discotecas al estilo M&M y sonaban el “Locomotiv Breath” de Jethro Tull, el “Smoke on The Walter” de Deep Purple o alguno de los muchos temas legendarios de los Rolling.
Los jóvenes empujaban la transición con sus golpes de cabeza y sus “air guitar” en las pistas de baile y en el 78, de repente, tenían una Constitución que la mayoría no podía votar porque aún regía la mayoría de edad a los 21 años. Si querían salir del país deberían tener el consentimiento paterno. En especial, las chicas que sólo podían ir a Londres a hurtadillas -y si su familia tenía dinero- para abortar como única respuesta a la recuperada libertad sexual. Franco había muerto ya, pero su legado aún permanecía anclado en el inmovilismo del que habían hecho su forma de vida.
Y en esto, un grupo de rock con una década de canciones arrastradas por locales, salas de baile y garitos de medio pelo nos preguntaba desde las radios comerciales: “¿qué hace una chica como tu en un sitio como este?” En aquel momento, aquellos chavales de los billares sentimos que la máquina de discos se había amplificado a través de las ondas; que, de alguna manera, las ansias de libertad habían roto los muros de aquellos locales de mesas de billar y máquinas del millón. Podíamos acudir en masa a los primeros conciertos a la luz del día patrocinados por los primeros ayuntamientos democráticos.
Ahí estábamos, en Móstoles, escuchando a otro chaval de barrio con la cara pintada proclamando que era “el rey del pollo frito” y teloneando a otros que invocaban al Capitán Trueno para que de una vez por todas “gane el bueno”. Porque el malo seguía acechando como comprobamos aquella misma noche cuando la Guardia Civil paró el autobús abarrotado por los que no habíamos pagado el billete. La mayoría se deshizo como pudo de las chinas o de las octavillas de la CNT que se habían repartido a la salida. Los agentes aligeraron el pasaje, hicieron la vista gorda y la camioneta siguió su camino en medio de la euforia de los que sentíamos que “la revolución de los billares” había triunfado. Luego, ya vendrían otras “movidas”.
Este texto ha surgido de la lectura del libro de memorias “Mariskal Romero. 50 años de radio & rock” escrito por Vicente Romero y Mariano Muniesa (los M&M de la radio rockera de España. El nombre de aquella discoteca era un presagio)"
Cuando den las 18:00 comenzará ¿Hay alguien ahí?, el programa dirigido y presentado por David Esquitino, en el que seguiremos disfrutando del mejor heavy/rock nacional e internacional.
David estará hoy acompañado por los gallegos Stoned At Pompeii. 'Blissphony' es la nueva demostración de maestría en el hard rock hecha disco que nos ofrece la banda con su segundo lanzamiento largo. Antón F. Piru, Adolfo FH y Cristian García es el trío que actualmente lleva la bandera de Stoned At Pompeii en alto por los escenarios del país, como ocurrirá nuevamente el 7 de marzo en la sala Moby Dick de la capital. Las entradas están a la venta en este enlace.
Jason Cenador tomará el control a las 19:00 con La Hora Argonauta, el programa más vertiginoso de nuestra parrilla, en el que se repasa toda la actualidad que ha ofrecido la jornada y se abre las puertas a lo mejor de la escena emergente y lo más destacado de los grandes nombres de la escena.
Ya sabes, no quites la radio después, porque la música seguirá sonando las 24 horas del día.
Recuerda que los programas del tramo de directo se repetirán en el mismo orden a partir de las 21:00 (hora peninsular española): a las 21:00 Musicolandia, a las 22:00 ¿Hay alguien ahí?, y a las 23:00 La Hora Argonauta. ¡Sintoniza MariskalRock Radio!
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1 comentario
Será un placer disfrutar de las futuras entrevistas a estas buenas bandas en sus diferentes tramos radiofónicos.