Hits del cine de verano: el blockbuster veraniego y sus pegadizos temas de rock

25 agosto, 2020 6:15 pm Publicado por  4 Comentarios


En un verano sin apenas estrenos cinematográficos, Ismael Molero echa la vista atrás en busca de ese fenómeno tan característico de estas fechas: el blockbuster veraniego y sus pegadizos temas centrales.

Clásicos del verano: sol, playa, chiringuitos… ¿y cine?

Parece mentira, pero hubo un tiempo en el que los grandes estudios no reservaban sus  superproducciones palomiteras para la época estival, si no que solían concentrarlos durante la temporada navideña. ¿El motivo?, el aire acondicionado o, más bien, su ausencia. Y es que, hasta mediados de los setenta –al menos en EE.UU.- no se generalizarían las salas de cine climatizadas, por lo que la idea de pagar por meterse  en un espacio cerrado con otras doscientas personas a cuarenta grados durante un par de horas no era la forma favorita de ocio de la chavalería norteamericana, que prefería recurrir a la clásica combinación de surf, playa y chicas bonitas, que tan buenos resultados les había dado a los Beach Boys.

Sin embargo, a partir de 1975 la cosa iba a cambiar con el estreno del “padre” de los blockbusters veraniegos: Tiburón.

Necesitará otro barco más grande… ¡y un tiburón que flote!

Jaws, mandíbulas, que así se llama la película en inglés, es hoy todo un clásico y nadie discute su calidad y su rotundo éxito, sin embargo, durante la filmación la cosa no estaba tan clara ni siquiera para sus protagonistas, que se preparaban para un fracaso monumental. Y tampoco es de extrañar si tenemos en cuenta que el rodaje no hacía más que alargarse disparando el presupuesto de la película, y que el tiburón mecánico, “Bruce”, en honor al abogado de Spielberg, se hundió hasta el fondo del mar en la primera toma que se rodó con él –la idea inicial de los productores era amaestrar un tiburón blanco para que hiciese unos cuantos movimientos en las tomas largas…-.

A pesar de todo, el film acabó por sobrepasar la categoría de multimillonario éxito de taquilla, para convertirse en todo un evento de la cultura pop, que iniciaría formalmente la era de los blockbusters de Hollywood, sentando las bases de las tácticas publicitarias y de distribución del cine de los ochenta.

Pero si la cinta de Spielberg marcó la tendencia publicitaría, La Guerra de las Galaxias en 1977–así, sin número de episodio-, “inventó” el merchandising, y ambas elevaron a la estratosfera las expectativas financieras de los grandes estudios de cine. Precisamente, serían los mismos Spielberg y Lucas en sus vacaciones en Hawaii –Lucas se había ido allí huyendo del que pensaba que sería el final de su carrera, ante las nefastas expectativas generadas por los pases previos al estreno de Star Wars-, los que mientras hacían castillos de arena, abrieron la puerta a lo que sería el cine de los ochenta con la creación de uno de sus personajes más reconocibles: Indiana Jones –en cuyo rodaje Spielberg aprovecharía para escribir el guión, junto a Melissa Mathison, prometida de Harrison Ford, de la que sería la película más taquillera de todos los tiempos hasta 1993, E.T., cumbre, por otro lado, del cine de verano. Todo quedaba en “familia”-.

Los ochenta: la edad de oro del blockbuster veraniego

Y es que, la década de las hombreras, los cardados, y los sintetizadores, también lo fue de los taquillazos veraniegos, que estuvieron plagados de momentazos musicales de puro rock ochentero, como el mítico baile de un jovencísimo Tom Cruise, en gayumbos, al ritmo del “Old Time Rock ‘n’ Roll de Bob Seger” en Risky Business (1983).

Sin embargo, lo realmente guapo de las pelis de los ochenta eran sus “temas centrales”, esas canciones compuestas para sonar en bucle tanto en la recién creada MTV como en la radio mientras le película estaba en los cines, multiplicando lo que ahora llamamos “hype”. A veces ni siquiera sonaban en la propia cinta, o solo aparecían durante los créditos finales pero, en otras ocasiones, acompañaban escenas míticas haciéndolas aún más grandes, ¿o qué sería del ascenso imparable de Clubber Lang (interpretado por el gran Mr. T) para arrebatarle el título de “los pesados” al “potro italiano” al inicio de Rocky III sin el “Eye of the Tiger” de los Survivor? ¡Pelos de punta!

Aunque hoy seamos incapaces de imaginarnos otra canción en su lugar, el tema que quería originalmente Stallone para esa escena era el “Another One Bites the Dust” de los Queen, pero no consiguió los derechos, por lo que contactó con varias bandas para que le compusieran un hit que abriera la película. Como ya sabéis, fue el “Ojo del Tigre” de los Survivor el elegido, pero en la cuneta se quedó otro temazo, “You’re the Best”, interpretado por Joe Esposito y que, por suerte, fue rescatado en 1984 para sonar durante el torneo final en Karate Kid.

Verano del ‘84

Si Daniel LaRusso (mítico Ralph Macchio) era “the best” derrotando a los Cobra Kai, el verano de 1984 podría competir por ese título en lo que a estrenos estivales se refiere, ya que la cosecha de aquel año arrojó un buen puñado de clásicos, como la propia Karate Kid, Gremlins, Indiana Jones y el templo maldito, o Cazafantasmas –además de otros taquillazos fuera de las fechas veraniegas como Terminator, This Is Spinal Tap, Pesadilla en Elm Street, Loca academia de policía, Superdetective en Hollywood, por citar algunos-.

No obstante, al margen de las bandas sonoras (ahí las melodías de Indiana Jones, Terminator o Superdetective en Hollywood son imbatibles), si pensamos en una canción que nos traiga inmediatamente la película para la que fue compuesta a la cabeza –y que, de hecho, tiene entidad propia-, esa sería, sin duda, “Ghostbusters” de Ray Parker Jr.

Maravilloso el arte del videoclip ochentero.

¿A quién vas a llamar? ¡A tus abogados!

Una “comedia paranormal” tan original y única como Cazafantasmas debía contar con un tema central a la altura, igualmente original y único pero, ¿lo era? Ray Parker Jr., el compositor, asegura que la idea para la canción le vino tras ver un anuncio de detergente cuyo eslogan era “Who You Gonna Call?” –“¿A quién vas a llamar?”-, para limpiar las manchas de la ropa. Sin embargo, si le preguntásemos a Huey Lewis, seguramente opinaría que a Parker le llegó la inspiración tras escuchar “I Want a New Drug”, corte de su exitoso álbum de 1983, Sports. Pero, ¿tanto se parecen? Este “mashup” entre ambos temas puede sacarnos de dudas –ojo a los comentarios del vídeo, que son gloriosos-.

Después de todo, puede que Parker Jr. no estuviera tan en desacuerdo con Lewis como parece, ya que tras la demanda por plagio interpuesta por este último, todo se arregló mediante un acuerdo extra-judicial. El hecho de que los productores de Cazafantasmas hubieran contactado antes con Huey Lewis and the News para componer el tema central de la película y que, supuestamente, le pidieran a Ray Parker Jr. algo al estilo de “Huey Lewis”, no hizo más que alimentar el fuego de la sospecha. Por cierto, ¿os gustan Huey Lewis and the News?

Patrick Bateman es muy fan

The Power of Rock

Otros fans declarados de los californianos eran Steven Spielberg, Bob Gale y Robert Zemeckis, productor, guionista y director de Regreso al Futuro,  que le pidieron a Huey Lewis una canción original para su nueva película. Lewis al principio se mostró algo reticente, ya que no veía claro lo de componer para el cine, y menos escribir un tema llamado “Back to the Future”. Sin embargo, el trío creativo le aseguró que tendría total libertad para grabar lo que le diera la gana, y que lo hiciera teniendo en mente que su protagonista, Marty McFly (con el que Michael J. Fox se hizo eterno), habría sido un seguidor de la banda en la vida real. De esta manera, nacía el que podría ser considerado el hit del cine de verano por excelencia: “The Power of Love”, que además se convirtió en el primer número uno en el prestigioso “Hot 100” de Bilboard para Huey Lewis y sus News.

Es difícil arrancar mejor una película, para muchos el taquillazo veraniego definitivo, y que además cuenta con inolvidables momentos rockeros como el cameo del propio Huey Lewis como jurado en la audición que hace Marty con su grupo, los Pinheads, para la batalla de las bandas, o el solo de guitarra –real- de Van Halen que McFly le pone en el walkman a su padre en 1955, cuando se hace pasar por “Darth Vader”, un extraterrestre del planeta Vulcano, para convencerle de que lleve al baile a Lorraine, su futura madre.

Si no recordáis los momentos anteriores -¿qué os pasa?-, es un buen momento para revisitar la cinta, sin embargo, hay una escena que estamos seguros de que no habéis olvidado: la del “Baile del encantamiento bajo el mar” en la que Marty McFly, alias Levis Strauss en la versión española, inventa el rock ‘n’ roll ante la atenta mirada de “nuestro primo”, Marvin Berry.

Una escena que es pura historia del séptimo arte. Poco importa que Michael J. Fox no cantara ni tocara en realidad la guitarra, ni que haya quien hoy en día considere que lo que hace McFly es apropiación cultural; ese momento en el que Marty ve su mano reaparecer, o la llamada de Marvin Berry a “su primo”, son la mismísima esencia de la magia del cine. ¿Y qué decir del solo final, cuando el “chico del futuro” homenajea a sus ídolos de la guitarra, desde el propio Chuck Berry a Eddie Van Halen, pasando por Jimi Hendrix o Pete Townshend? Es difícil hacer un tributo mayor al rock en la gran pantalla salvo, quizá, contratando a toda una estrella del género para que sea el rey de los goblins…

Solo David Bowie podía bailar entre marionetas con unas mallas tan ajustadas y no perder ni un ápice de su credibilidad

Vale, puede que Dentro del laberinto no se ajuste a la definición de blockbuster veraniego, es más, fue un auténtico fracaso de taquilla, pero no podíamos pasar por alto la última creación de Jim Henson (padre de los teleñecos), toda una obra de culto que cuenta con una estupenda banda sonora compuesta por David Bowie, que además encarna a Jareth, el carismático y oscuramente encantador rey de los goblins, desde cuyo trono nos regaló canciones como “Magic Dance”, quizá no su trabajo más brillante, pero sí con una personalidad propia, que encaja perfectamente en el mundo del laberinto.

Pero si Bowie consiguió con sus composiciones dotar de una atmósfera inconfundible al universo de fantasía ideado por Henson, ¿qué sería de Arma letal sin ese saxo que resuena en el pavimento mojado de la noche angelina, o el punteo  solitario de guitarra que le acompaña?

Michael Kamen, David Sanborn y Eric Clapton fueron los encargados de crear ese sonido tan característico de esta saga de películas que redefinieron el concepto de buddy movie a finales de los ochenta, que sin contar con una canción original propiamente dicha, nos han dejado grandes momentos en los que el rock era protagonista, como en el final (OJO SPOILER, pero tampoco os quejéis, que se estrenó hace más de treinta años…) de Arma letal 2, taquillazo del verano del ’89 que cerraba su escena final al ritmo de un “Knockin’ On Heaven’s Door” reimaginado por Clapton, justo antes de los créditos finales, a los que otro buen amigo de “slowhand”, George Harrison, contribuía con el estreno de “Cheer Down”, tema compuesto junto a Tom Petty y co-producido por Jeff Lyne.

Acción descerebrada, frases ingeniosas, explosiones, y hard rock testosterónico: bienvenidos a los noventa

Como decíamos, a finales de los ochenta Arma letal revolucionaría el concepto de las “pelis de compañeros”, y el de las cintas de acción en general, junto con otras obras clásicas de la época que redefinieron el género como Jungla de Cristal, que encumbró a Bruce Willis como héroe de acción y estrella de la gran pantalla (hasta ese momento su popularidad se debía a la comedia televisiva Luz de luna), y Superdetective en Hollywood, que haría lo propio con Eddie Murphy (salido de los garitos de stand-up comedy, y el mítico Saturday Night Live). Precisamente sería esta última la que haría un mayor uso de temas de rock y pop para su banda sonora, que en su segunda parte estrenada en el verano de 1987, contaría con “Shakedown” de Bob Seger como canción original del film, acompañando a los créditos iniciales (también establecería la regla no escrita de que ningún poli de los ochenta podía resolver un caso sin visitar al menos un club de striptease, pero eso es otra historia).

Pero si a finales de los ochenta se generalizó el uso del rock tanto para temas centrales como para momentos importantes en las películas de acción, los noventa elevarían el hard rock al Olimpo del cine de explosiones, empezando por una de sus cumbres, Terminator II, y su mítica escena en el bar de moteros. Sí, la del “Bad to the Bone”.

“Chuache” pasaba de las 58 palabras de la primera parte de Terminator a 700 –entre las que podemos destacar “volveré”, “no problemo”, o “sayonara, baby”, por su complejidad- en “El juicio final”, y se encaramaba a la cima de Hollywood con su característico acento austriaco (que dice mantener a día de hoy de manera voluntaria, para no defraudar al público…). La segunda cinta sobre la saga de los Connor contra Skynet, constituía además un temprano ejemplo de las pelis de acción típicas de las primera mitad de los noventa, petadas de accidentes de tráfico, explosiones, frases pegadizas, y rock duro. Y es que, si bien todos pensamos en Terminator II y nos viene “Bad to the Bone” a la cabeza, la realidad es que la canción elegida como tema central del film es el “You Could Be Mine” de los Guns ‘n’ Roses, a los que Arnie invitó a comer a su propia casa para convencerlos. Ojo al final de videoclip, y al encuentro de Slash, Axl Rose y compañía con el T-800.

En lo más alto del star system, el futuro “Gobernator” –sin duda, el papel de su carrera-, quería ir un paso más allá, lo que le llevó a embarcarse en su proyecto más ambicioso –hasta su entrada en política-, El último gran héroe, una película en la que no solo interpretaría el papel protagonista, si no que ejercería también de productor. Para la dirección contaría con el genio del cine de acción, John McTiernan –tras las cámaras en Jungla de Cristal, entre otras-, ¿qué podía salir mal? En principio, el film reunía todos los ingredientes para triunfar en taquilla: explosiones, persecuciones de coches, humor absurdo, y hasta a Schwarzenegger llevando a hombros a Angus Young en el video de la canción oficial de la cinta, “Big Gun” de los AC/DC.

Armaggedon: la última peli de acción descerebrada

Sin embargo, y a pesar de una potente banda sonora que contaba, además de con los australianos, con grupazos de la talla de Def Leppard, Alice in Chains, Megadeth, Antharx o Aerosmith, por citar algunos, El último gran héroe no funcionó en taquilla. Hay quien dice que esta fábula de metacine que trata de parodiar las cintas de acción que habían encumbrado al austriaco-estadounidense se adelantó a su tiempo, no siendo bien recibida por unos fans que no entendían porqué “Chuache” trataba de reírse del género que le había convertido en una estrella. Vale, bien, podemos aceptar que el tono de sátira y el humor irónico imperante en el film no terminaran de ser bien encajados por el gran público, sin embargo, tampoco deberíamos pasar por alto un pequeño detalle: se estrenó una semana después de la película más taquillera de todos los tiempos –hasta que Titanic le arrebató ese honor en 1997-, Jurassic Park. Pero tampoco le echemos toda la culpa a Spielberg.

Y es que, las prisas del estudio por estrenar la que habían calificado como “la próxima gran película de acción veraniega”, llevaron a que se estuvieran rodando tomas a dos semanas del estreno, por no hablar de las constantes reescrituras del guión original. Por otro lado, si le preguntáis a Schwarzenegger os dirá que la culpa fue de Bill Clinton, ya que según él, la elección de un presidente demócrata hizo que la audiencia comenzara a percibir a los héroes de acción de los ochenta, como algo vulgar, de paletos.

En cualquier caso, sí parece que el verano de 1993, con su presidente demócrata, los dinosaurios dominando el mundo –y la taquilla- de nuevo, y el hostión de “Chuache” –que podría haberle llegado por Los gemelos golpean dos veces o Junior, pero los gustos del público son insondables-, marcaron el final de la “edad de oro” del cine de acción testosterónico.

Por suerte, en 1998 un nuevo taquillazo veraniego heredaría esa tradición de premisas absurdas, explosiones a cholón y personajes en constante conflicto por ver quién soltaba la frase más lapidaria: Armaggedon. Llevando un paso más allá el concepto de “pelis de catástrofes” a tope de CGI que tan bien había funcionado en el verano de 1996 con Independence Day, Armaggedon alcanza la “velocidad absurda” tan solo leyendo su sinopsis: “Un asteroide del tamaño del estado de Tejas apunta directamente hacia la Tierra. Los expertos de la NASA tan sólo encuentran una posible solución: enviar a un equipo de astronautas al espacio para que destruya el meteorito antes de que colisione con nuestro planeta. Para ello recurren a Harry S. Stamper, el mayor experto en perforaciones petrolíferas, y a su cualificado equipo de perforadores, para que aterricen en la superficie del asteroide, lo perforen e introduzcan un dispositivo nuclear que al estallar consiga desviar su trayectoria y poder salvar el planeta, evitando así el Armageddon” (Filmaffinity). ¡Qué maravilla! ¡Un asteroide del tamaño de Tejas! ¿Y qué podemos decir de esa escena en la que Harry Stamper reúne a su equipo al ritmo de la versión de “Come together” de Aerosmith?

Auténtico placer culpable Armaggedon, que cuenta con todos los ingredientes tradicionales del típico divertimento veraniego, incluida una banda sonora que reúne tanto clásicos del rock como temas compuestos especialmente para el film a cargo de gente de la talla de Journey, Jon Bon Jovi, o, por supuesto, Aerosmith, que son los auténticos protagonistas del álbum de Armaggedon, y casi de la película, con “I Don’t Want to Miss a Thing”, esa power-ballad odiada y amada a partes iguales, que les valió tanto las acusaciones de haberse “vendido” por parte de sus seguidores de toda la vida –que la consideran la peor canción de los de Boston- como de carta de presentación para toda una nueva generación de fans y, en última instancia, su primer y único número uno en el Billboard Hot 100 estadounidense.

Si le preguntáramos a Steven Tyler sobre el single de Armaggedon, seguramente diría algo parecido a lo que contestó Michael Caine, cuando un periodista le preguntó con cierta sorna “si había visto Tiburón 4: la venganza”, en la que sorprendentemente participaba, a lo que el prestigioso actor británico respondió: “no he visto la película, pero he visto la casa que construyó y es fantástica”.

En vez de pronunciarnos sobre la polémica, os dejamos el enlace al LP de Armaggedon, que podéis escuchar saltándoos el primer corte… o no.

Redacción
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