Entrevistas |Michael "Olga" Algar (Toy Dolls)
«En vuestro país la gente siempre está preparada para la fiesta»
Por: Alfredo Villaescusa
Si de verdad existe un grupo dentro del punk capaz de organizar un jaleo considerable en sus conciertos, ese es esta mítica banda de Sunderland (Inglaterra) que lleva en el negocio desde finales de los setenta. Considerados toda una institución en su género, se antojan uno de los platos fuertes de la próxima edición del Azkena Rock Festival que celebrará su vigésimo aniversario los días 16, 17 y 18 de junio. Su carismático vocalista y guitarrista Michael “Olga” Algar atiende a Alfredo Villaescusa a poco de que su gran circo de color llegue a la península.
Creo que habéis retomado hace nada la actividad en directo tras la pandemia. ¿Con ganas de dar conciertos?
“La verdad es que estoy bastante nervioso, es como volver al colegio después de unas largas vacaciones. Por supuesto que tengo ganas de regresar a los escenarios, pero todavía necesito tranquilizarme un poco”.
Supongo que nunca antes habíais estado tanto tiempo sin tocar…
“¡Exactamente! Si alguien nos hubiera dicho que íbamos a tener como dos años y medio libres, pues podríamos haber planeado algo, pero era una situación mucho peor porque nadie sabía cuando terminaría la pandemia, y encima ves que va pasando un año y otro… Fue algo muy molesto a nivel mental y también físico, porque implica cierto trabajo. Al no haber conciertos tienes que ponerte a entrenar para estar en forma, correr, hacer ciclismo… ¡Horrible!”.
¿Os afectaron los confinamientos de alguna manera?
“Por completo, ya que nuestro equipo y algunos miembros vivían en Europa. El bajista Tommy, por ejemplo, es de Alemania, así que no nos hemos podido juntar hasta hace poco”.
Creo que tenéis fechas confirmadas por la península en junio, julio y agosto, ¿es uno de tus lugares predilectos para tocar?
“¡Claro! ¡Me encanta la comida! ¡Y además es más cálido que Inglaterra! (risas). Lo cierto es que me habría planteado vivir en España si no fuera por la mierda del Brexit. En vuestro país la gente siempre está preparada para la fiesta, lo digo con total sinceridad. En otros sitios a la gente le preocupa más la técnica empleada a las guitarras, mientras que en España lo único que les interesa es que haya más fiesta”.
Vais a tocar en breve en el festival Azkena de Vitoria, ¿cómo será ese concierto?
“Oh, va a ser muy aburrido, con toda la gente sentada… (risas). Ahora en serio, intentaremos cubrir los más de 40 años de trayectoria de la banda, así que estará divertido. Habrá cosas nuevas y viejas, desde los primeros álbumes hasta nuestro disco más reciente, aunque quizás deba referirme a ese trabajo de otra manera porque tiene ya tres años…”.
Justo iba a preguntarte si andas ya componiendo algo…
“Sí, pero si te he de ser sincero, la verdad es que tampoco le veía mucho sentido cuando no puedes girar y tienes que quedarte encerrado en casa. Estoy más o menos a mitad de camino, imagino que cuando empecemos con los directos, podré terminar ya lo que falta del tirón, estoy constantemente componiendo”.
Creo que tienes otro proyecto paralelo llamado Monkey Mind, ¿cómo va eso?
“Pues ahí tocaba el bajo y estuvimos ensayando varias veces, pero todavía no estamos preparados para tocar en directo. Sacaremos un álbum en un futuro próximo, pero todavía necesitamos pulir algunos detalles, con suerte saldrá a finales de este año o principios del siguiente y entonces ya nos plantearemos dar algunos conciertos”.
¿Y qué hay de ese álbum de versiones de Toy Dolls en clave jazz llamado ‘The Toy Dolls Jazzed Up’?
“Lo cierto es que no soy un gran fan del jazz, pero es algo muy especial, no sé cómo lo habrán hecho, suena original. Que pasen temas punk a jazz es muy halagador. Lo he escuchado varias veces y es un trabajo genial, aunque admito que quizás no sea del gusto de todos los fans de Toy Dolls”.
Hay también planeado un disco acústico, ¿verdad?
“En efecto, pero todavía tengo pendiente terminarlo. Bueno, para serte sincero, ni siquiera lo he empezado (risas). No creo que tarde mucho, ya que es algo que puedo hacer desde casa en el pequeño estudio que me he montado. Hace unos años ya hicimos un álbum acústico, así que este sería el segundo. Tengo ya preparada una lista de canciones, solo me queda grabarlas”.
Casi nos encaminamos hacia el medio siglo de la banda en el mundo de la música, ¿pensabas que Toy Dolls iba a durar tanto?
“No, te voy a contar una cosa. Cuando llevábamos solo un par de años, un día estaba poniendo el póster de un concierto y un tipo me dijo: “No puedo creérmelo, todavía sigues aquí”. Y yo le dije: “Sí, duraremos tres o cuatro años como mucho”. Nunca imaginé que llegaríamos hasta las cuatro décadas, es algo simplemente increíble”.
¿A nivel musical te queda algo por hacer?
“Bueno, soy también bajista, me encantaría tocar el bajo en otros grupos. Toqué con The Dickies una temporada, así que me gustaría hacer más ese tipo de cosas”.
Te has adelantado otra vez, iba a preguntarte por tu periodo junto a esos veteranos del punk californiano…
“¡Fue la mejor época de mi vida! No era el frontman, ya que esa función le correspondía a Lenny, por lo que podía concentrarme solo en tocar mis partes de bajo. Cuando eres el cantante y el guitarrista, todo el mundo está pendiente de ti y además debes tener la destreza suficiente para hacer las dos cosas a la vez. Cuando solo haces una cosa, los resultados son mucho mejores, por eso siempre pensé que los grupos con un cantante que se ocupa únicamente de su voz suenan mucho mejor, como Queen, por ejemplo. Me encantó la experiencia de tocar con The Dickies, así que espero que se repita”.
¿No echaste nada de menos cantar?
“No, en realidad odio cantar. Lo cierto es que acabar ocupándome de la voz no fue idea mía, teníamos un cantante pero se marchó y entonces nos surgió un concierto. Como solución provisional acordamos que yo fuera el vocalista, pero ya ves, más de cuarenta años después sigo haciendo lo mismo (risas). Lo que me gusta es tocar la guitarra”.
Supongo que vuestro casi medio siglo de trayectoria habrá dado para mucho, ¿con qué te quedarías?
“Bueno, una vez un single nuestro, “Nellie the Elephant”, se convirtió en todo un fenómeno social en Inglaterra, aunque la mayoría de los fans eran niños y adolescentes, por lo que todavía no podían entrar en los recintos. Tuvimos un concierto en Liverpool, en teoría con capacidad para tres mil asistentes, y solo había dos personas de público, eso sin duda fue de los peores momentos (risas). Por el contrario, cuando hicimos nuestra primera gira por Japón, había cientos y cientos de chicas esperándonos en el aeropuerto y en la estación de tren, eso sí que nos hizo sentirnos especiales. De todas formas, todo concierto en el que haya buen sonido, buenas luces y buena gente también se convierte en especial para nosotros”.
Diría que Toy Dolls seguramente sean la banda punk más divertida, ¿estás orgulloso de ello?
“Sí, aunque nunca consideramos que lo nuestro sea divertido, tampoco nos parece que hagamos comedia ni nada de eso… La verdad es que vemos las cosas desde otro punto de vista, porque en realidad somos tipos muy serios, pero al subir al escenario nos gusta poder evadirnos, por lo menos durante hora y media, de todo lo que está sucediendo en el mundo. ¡Es muy sano!”.
¿Te cansaba la rabia congénita del punk cuando decidiste montar Toy Dolls?
“En realidad no, porque como te he dicho antes, nunca vimos lo nuestro como algo especialmente divertido. De hecho, mis bandas favoritas son The Clash y Sex Pistols. Pensaba que había muchos grupos en una misma dirección, por lo que no estaba mal desviarse por otro camino para introducir mayor variedad”.
Creo que te inspira más la gente corriente que la música en sí misma…
“En efecto, pueden ser novias, amigos, el de la tienda de la esquina, los que esperan el autobús…”
Se supone que el punk es algo sencillo, pero vuestras canciones poseen un notable trabajo de guitarra, ¿no?
“Bueno, yo en realidad soy guitarrista rítmico, no me enredo en esos tiroriroriro que duran varios minutos. Desearía hacer todavía menos solos, que al final ocupan muy poco tiempo en una canción, mientras que el ritmo está presente todo el rato”.
Sueles emplear una guitarra de tres mástiles para “Dig That Groove Baby”, eso no parece nada sencillo…
“En verdad no los utilizo los tres a la vez, los dos primeros son para la introducción, mientras que el mástil de arriba es para el resto de la canción. Es algo sobre todo visual básicamente y para hacer el proceso más fácil, no para complicarlo porque sí. Lo verdaderamente difícil es el transporte, pesa demasiado” (risas).
Después de tantos años, ¿posees algún truco para componer?
“Sí, la gente siempre dice que no hay que forzar las cosas. Es decir, hablo de lo de pasarse horas y horas en una habitación con un folio en blanco y desesperándose porque no sale nada. En esos casos lo que se recomienda es darte una vuelta, tomarte unas cervezas y volver luego. A mí eso no me ha funcionado jamás, es imposible terminar nada así. Por eso yo abogo por forzar las cosas, sentarte durante varios días, es probable que si estás ahí durante diez horas solo realmente merezcan la pena treinta minutos, pero así son las cosas, el proceso de componer una canción no tiene nada de lógico. Mi único truco es encerrarme en una habitación, pero como ya he dicho, eso no es para todo el mundo, a mí me funciona”.
Viviste durante una temporada en Japón, ¿cómo te dio por ahí?
“Oh, eso fue como hace dos décadas, estuve casi un año. Me mudé porque estuve produciendo a un grupo japonés y también me parecía una buena idea aprender el idioma. Es un país fantástico, estoy deseando volver”.
¿Qué les recomendarías a los grupos que quieran alcanzar una trayectoria tan longeva como la vuestra?
“Lo cierto es que si empezara ahora una banda, no sabría qué hacer, es un mundo completamente diferente. Antes solíamos juntarnos a ensayar en una habitación y luego intentábamos dar tantos conciertos como fuera posible. Olvidaos de ganar dinero, porque eso no sucede habitualmente, por lo menos hasta llegar a los primeros cinco o diez años. ¡Disfrutad de la experiencia! ¡Eso es lo más importante!”.
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