Entrevistas |Álvaro Guerrero

«Vamos a por la canción y nos permitimos juzgar si nos gusta o no en quince segundos»

Por: Alfredo Villaescusa

La necesidad de pasar página es algo consustancial al ser humano. El momento en el que sientes que debes soltar lastre y abrazar una nueva aventura. Eso precisamente es lo que hizo el compositor cordobés Álvaro Guerrero con “Quema lo mejor”, el primer single que publica en dos años y que inaugura una nueva etapa en su trayectoria tras la ruptura de su anterior proyecto con banda, Same Fire. Alfredo Villaescusa quiere conocer más acerca de este talentoso autor y para eso le lanza las siguientes preguntas.

Creo que la necesidad de componer canciones te surge con 13 años. ¿Cómo recuerdas aquel momento? ¿Te fijaste en alguien?

“Es el primer recuerdo que tengo de haber terminado una canción completa. Claro, con acordes muy básicos y rimando “vivir” con “Madrid” (risas). Sí que tengo en mente una sensación que a día de hoy todavía ocurre y es lo que me impulsa a hacer canciones, haber dicho algo que no tendría el coraje de expresar de otra forma. Uso las canciones como escapatoria de mi mismo o de mi cobardía para muchas otras facetas de la vida.

En ese momento sí que tenía referentes muy claros, especialmente en la canción en castellano, como eran Antonio Vega, Quique González, Los Secretos o Carlos Goñi. Siguen significando mucho para mí, aunque ahora tenga una paleta de influencias más amplia. También tuvo mucho que ver el impulso que me dio mi profesor de guitarra, Curro Rumbao, para intentar hacer algo mío en lugar de tocar canciones de otros”.

¿Cuál ha sido tu trayectoria hasta la fecha?

“Con idas y venidas. Hay días en los que estoy tan convencido de que me apetecería dedicar el máximo de tiempo posible a la música y otros en los que el síndrome del impostor me devora.

Empecé haciendo conciertos en formato acústico cuando tenía 15 años, gracias a una pequeña maqueta que grabó mi amigo Víctor Gil en la Escuela de Músicos El Gato de Córdoba. Todo muy casero y rudimentario, pero con muchísima ilusión. Ahí armé una primera banda de amigos con la que podía defender las canciones en formato eléctrico, y aunque los integrantes fueron cambiando con el tiempo, pudimos hacer varios conciertos.

Ya en 2016, nos fuimos a grabar a Westline Studios (Madrid) con Juan Blas en la producción y de ahí salió mi primer EP, ‘Debajo de las Grietas’, donde empieza a apreciarse la influencia de la música de raíz norteamericana. Y con esa premisa armé poco después la banda Same Fire junto a Eduardo Sánchez, Daniel Sánchez y Paco López. Teníamos muchísima ilusión y trabajábamos todo lo que podíamos por hacer que el grupo funcionase, nos lo pasábamos genial. Y ahí es cierto que mi proyecto personal pasó un poco a un segundo plano.

Pero me encanta el estudio de grabación. Así que rearmé a la banda y trabajamos en cuatro canciones bajo la producción de Paco Loco. Una experiencia no solo divertidísima, sino superenriquecedora a nivel personal y musical. Pero Same Fire seguía avanzando y las cosas pasaban más rápido de lo que podíamos procesar, así que apenas busqué actuaciones. Todo ello hasta que nos vimos con el segundo trabajo discográfico del grupo, ‘As Human’, que salió en plena pandemia de la covid-19. Ese parón en seco nos sentó regular y poco después se disolvió la banda.

Como me hace falta hacer canciones, seguí componiendo, pero fue Pablo Pulido, el ingeniero jefe de Estudio Uno, quien me dio fuerzas para volver a meterme en un estudio, en esta ocasión con músicos de sesión y bajo su producción. Y desde entonces van cuatro singles en los que hemos trabajado mano a mano”.

Diría que con “Quema lo mejor” inauguras una vertiente más guitarrera en tu trayectoria. ¿Es así?

“Totalmente. Es que venía de un grupo en el que, aunque tuviera que componer, pensar arreglos y tocar la guitarra, no tenía que cantar. Y eso me dio muchas alas. Me considero un guitarrista bastante mediocre, honestamente, pero creo que sé seleccionar tres o cuatro notas que al juntarlas le funcionan al oído.

También influye mucho la labor de producción que ha hecho Pablo Pulido con ‘Quema lo Mejor’. Y el carácter que han imprimido Cristian Chiloé a la batería, Manolo Mejías al bajo y César Pop en los sintes. Con esa base, disfrutar tocando la guitarra es una obligación.

Cuando se compuso, la canción no era tan rock, pero entre todos la fuimos acompañando a un territorio que me encanta y que además enseña algo de garra dentro de mi repertorio, muy dominado por los medios tiempos”.

Esta última canción es tu primer single en dos años. ¿Qué ha pasado en ese tiempo? ¿Por qué se acabó tu anterior proyecto, Same Fire?

“Soy muy poco prolífico (risas). Ya en serio, me cuesta mucho componer algo en lo que realmente crea como para enseñárselo a un productor o defenderlo. Por otro lado, mi proyecto es pequeñito y autofinanciado, por lo tanto tengo que medir bien los pasos que doy a la hora de invertir en grabar.

Same Fire estaba en muy buen momento cuando terminó, pero llegó un momento en que los intereses o las ganas de los que lo integrábamos no coincidieron. Nos queda una amistad profunda y muchos recuerdos preciosos en la memoria. ¿Lo echo de menos? Sin duda. Pero pasado el tiempo, me quedo con lo bueno, “queda lo mejor””.

En lo musical, diría que “Quema lo mejor” pegaría en un festival veraniego por su cercanía al estilo que podrían hacer Love of Lesbian o Viva Suecia. ¿Estás de acuerdo?

“¡Ojalá nos lea la organización de uno de esos festivales! (risas). Sería un sueño cumplido, desde luego. Y bueno, citas a dos bandas gigantes que hacen las cosas muy bien, desde luego, referentes a seguir. No sé cómo se gestiona el ofrecerte a un festival, pero desde luego, escucho ofertas”.

¿Hay planes de editar disco en un futuro cercano o prefieres lanzar singles cada cierto tiempo?

“Hacer un disco completo me encantaría, pero me es muy complicado por la cantidad de inversión que requiere. Y además creo que, desgraciadamente, el porcentaje de público que valora un trabajo completo es cada vez más reducido. Vamos a por la canción y nos permitimos juzgar si nos gusta o no en quince segundos.

Así que, por el momento, voy a intentar seguir editando singles y pelear porque sobrevivan en el reproductor de la gente más de esos quince segundos. Te puedo adelantar que para mediados de noviembre tendremos una nueva canción en la calle”.

¿Y qué hay de presentar tu material en directo? ¿Se está contemplando?

“Casi siempre que tengo oportunidad de tocar, acepto. Estamos intentando organizar una pequeña gira por distintas ciudades, aunque ya he pasado por Córdoba, Madrid o Sevilla. El próximo concierto que hay programado es el 24 de octubre en el Bar Amapola de Córdoba capital.

Sí es cierto que, por el momento, estoy defendiendo las canciones yo solo, con una guitarra acústica. Ahora mismo me es prácticamente imposible armar una banda de músicos y cuidarlos como merecen. Sin embargo, ojalá pronto podamos ampliar el set y contar quizá con otra guitarra o un teclado en el escenario para enriquecer un poco el sonido que recibe el público.

Con todo, el formato acústico me encanta porque soy absolutamente libre de hacer lo que me apetezca cada noche, según vea la interacción de la gente y crear momentos de conexión especiales”.

Participaste además en la BSO de la película “Tu hijo”, compuesta por Fernando Vacas. ¿Cómo fue esa experiencia?

“Trabajar con Fernando es muy divertido. De vez en cuando me llama para hacer sesiones de grabación con alguno de los grupos o proyectos que produce. Tiene un estudio en Córdoba muy acogedor.

Mi participación en esa banda sonora es bastante simbólica con algunas líneas y arreglos de mandolina y lap steel. La anécdota viene en que a Fernando le encanta capturar el momento y las primeras tomas, por lo que rara vez te envía previamente el material sobre el que vas a tocar para que puedas preparar cosas en casa. Y además, cuando terminas la sesión, es muy habitual que no te diga para qué proyecto acabas de trabajar.

Y así fue, grabé mis arreglos y seis meses después me encontré a Vacas en una taberna y me confirmó que “aquellas mandolinas” iban a formar parte de una película protagonizada por José Coronado. Nada más y nada menos. ¡Flipé!

Me hizo una ilusión bestial. Y la película me encantó, tanto desde el punto de vista del guion como de la fotografía e iluminación. ¡Ah! Y la música, claro (risas). Verla en la pantalla grande fue muy emocionante y siempre le estaré agradecido a Fernando por contar conmigo”.

Al margen de tu trayectoria en solitario, eres miembro del grupo de pop rock After. ¿Es fácil compatibilizar ambas facetas?

“Desde el punto de vista compositivo es muy sencillo. Si la inspiración me lleva a escribir en inglés, esa canción se convierte automáticamente en propiedad de After y ya empezamos a trabajarla entre todos; mientras que si compongo en castellano, me la quedo para mi proyecto personal.

After me da mucha vida, porque estoy tocando con amigos íntimos con los que hay muchísima conexión personal y musical. De nuevo, en este proyecto no tengo que cantar y me permite desarrollarme más como guitarrista y arreglista. Y tocar con banda pues, joder, mola mucho.

El único reto que plantea compatibilizar proyectos es cuadrar los calendarios. La cantidad de tiempo que puedo dedicarle a la música y todo lo relacionado con ella, que nada tiene que ver con hacer canciones o practicar con tu instrumento, es limitado, así que tienes que repartir y priorizar, según se acerquen eventos importantes como grabaciones o conciertos”.

Alfredo Villaescusa
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