Cuarenta no son nada...

Blog: Palabra de Mariskal

Evocando el viejo y sabio tango en que los veinte no eran nada, los cuarenta que cumplimos son mucho -¡estamos en 438 números de La Heavy con el que tienes en tus manos y con dos años de pandemia encima!- para los que hemos sido notarios de una historia, la del rock, que ya roza los cien si buscamos las raíces en aquellos pioneros del blues y jazz, con los negros como gloriosos y premonitorios abanderados.

Esa también fue nuestra filosofía marginal, underground, cuando a finales de 1981, durante la producción en Londres del ‘Volumen Brutal’ para el sello Chapa, vimos clara la revolución que se venía y que una vez más los ingleses capitaneaban sacando al mercado una nueva revista sin concesiones hacia lo que no fuera la furia y contundencia de lo que se acuñó como heavy metal, al que se fueron agregando multitud de subgéneros. Era la revista Kerrang!, que en la década de los noventa  tuvimos  la satisfacción de editar en castellano para todo el mercado latino. Ese fue nuestro espejo para que los entonces editores de la longeva Popular 1, los brillantes Martin J. Louis y Berta Yebra, y sus socios entonces de MC Ediciones, nos abrieran las puertas para que, al principio sin una periodicidad fija, viera la luz la Heavy Rock en 1982. En el 83 ya volaba sola mensualmente y de forma regular a pesar de las desavenencias entre el matrimonio y el editor José Cadena.

Lo que empezó como prueba se consolidó muy pronto, con ventas espectaculares y el compromiso mensual con aquel grupito de “expulsados” de una emisora local madrileña ya desaparecida, Radio Centro, con el fallecido Yeyo Gónzalez, Juan Pablo Ordúñez (El Pirata), Fernando Puerto, Andrés Vogel y el que escribe en el staff, con Susana Mendo como secretaria de redacción, más el añorado Mariano García apoyando también la aventura y Richard González desde Londres.

Todavía el golpe de estado de febrero del 81 nos tenía un poco acojonados a todos. Por otro lado, el “OTAN no” primero y el sí después empezaba a mosquearnos, pues se vislumbraban las intenciones reales de los colegas del PSOE, que coronaban a González y se olvidaron pronto de la banda sonora que el rock potente había puesto para el cambio político a la izquierda, en mítines y conciertos por la cara tras la caída de la dictadura. Pisaron moqueta, coches de alta gama, jets privados, restaurantes de mil tenedores y se alinearon con la hedonista Movida, con Bosé como estandarte de su catecismo musical. Muchos, como confesó Manuel Martínez (Medina Azahara), estuvieron a punto de dejar el arte y volver al tajo para dar de comer a los suyos, mientras a aquella fauna, con el genial Almodóvar al frente y la música como elemento subsidiario, se les abrían todas las puertas.

Estaba claro, y así lo atestiguan nuestros editoriales, que teníamos objetivos por los que luchar. En eso la revista estuvo en primera línea desde el primer número, ofreciendo mucho más que el mero contenido musical: El Rock como arma cargada de futuro y reivindicación, emulando al gran Gabriel Celaya. En definitiva, la historia que continuamos escribiendo a pesar de la que sigue cayendo.

Dicen los curanderos de la medicina que lo mejor para mantener el coco sano ante tanto jamacuco pandémico es no mirar atrás ni hacia delante. Vivir en el presente, buscando el lado bueno que nos da la vida, y en eso nuestra gente está dando lecciones magistrales. En pocos días estuvieron en nuestra radio Salvador Domínguez, José Carlos Molina, Randy López y Eduardo Pinilla, cuatro pioneros supervivientes de los setenta (son solo un ejemplo, pero hay muchos más) con producciones nuevas y felices como niños con zapatos nuevos desde una independencia absoluta. La solidaridad entre músicos ha sido ejemplar, jugándose su dinero para sumar positivismos, dando la cara en tiempos tan jodidos. Nosotros también seguimos buscando esa luz al final del túnel que ojalá vislumbremos pronto para volver, entre otras normalidades, a nuestras fiestas/conciertos celebrando estos Rockferéndum (felicitaciones para todos los premiados y los que no, a seguir peleando) que tanta buena acogida han tenido siempre entre los nuestros. Paciencia. Cuesta pero elevo a las alturas el clásico dicho que acuñamos ya hace unos años aquí ante las dificultades: “¿Somos heavys o no somos heavys?”. Gracias por seguir apoyando, ¡se os quiere!

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