Crónicas
Micky Stoner + Intraperlo en Madrid: Atrevimiento sin complejos
«En una alianza casi perfecta, el genuino y avezado solista valenciano Micky Stoner, heredero de las más carismáticas sonoridades de los setenta y los ochenta y declarado discípulo de David Bowie, se alió con Intraperlo, banda de su tierra cuya inenarrable versatilidad permitió a sus componentes acompañar su show sonando con una solvencia reluciente»
11 diciembre 2022
Barracudas Rock Bar, Madrid
Texto y fotos: Jason Cenador
Sin duda, un catalizador para progresar, ser uno mismo y hacer algo grande en el vasto universo de la música es carecer de complejos, no pensar en el qué dirán ni autoimponerse límites, márgenes, raíles sobre los que circular sin salirse. Los protagonistas de una velada de domingo de puente en Madrid van a por todas y no pierden el tiempo en darle más vueltas de las que tiene a nada que no sea su propia creatividad. Y en ese aspecto, más que darle vueltas, ponen patas arriba las concepciones preestablecidas. Y claro, disfrutan de ello como los niños en el parque cuando los padres se entretienen y no los vigilan.
En una alianza casi perfecta, el genuino y avezado solista valenciano Micky Stoner, heredero de las más carismáticas sonoridades de los setenta y los ochenta y declarado discípulo de David Bowie, se alió con Intraperlo, banda de su tierra cuya inenarrable versatilidad permitió a sus componentes acompañar su show sonando con una solvencia reluciente en esos terrenos tan influenciados por el rock clásico y el glam rock pretérito, y después marcarse su propio concierto en clave de rock urbano. Camaleónicos y eficaces.
Micky Stoner inauguró la gala, lastrada en lo respectivo a la afluencia de público por tratarse del último día de la semana y el último día también de un macropuente, tan volcado en su cometido como si ante sí tuviera el cámping del Festival de Woodstock. Tras el preceptivo bona nit, nos auguró una historia de gatitos para dar paso a la irresistible y magnética “Call It Kitty”, con un ánimo y un feeling que se trasladó a “Mad Little Town”, que cuenta con un riff principal de campeonato, y “Little Lover”, canción que, dijo, compuso hace cerca de 18 años y nunca ha sido publicado. De momento, porque hay cuerda para rato.
Sin que pesase en absoluto el largo periplo de una semana en la que se liaron la manta a la cabeza y se marcaron un doblete en O Barco de Valdeorras (Ourense) Micky y sus secuaces, de los que ya no espera separase, inundaban de energía y buenas vibraciones el escenario, y llegaron a hacer que los presentes nos agacháramos. Con su cercanía, calidez en escena y estrambóticos gestos de quien sabe que el foco se posa sobre su coronilla porque él lo vale, el cantante y también guitarrista nos tenía ganados.
La actuación prosiguió con “Crimson”, de la que recordó el laborioso videoclip de animación que realizó para ella, y cuya inspiración en Bowie, sí, pero también en Michael Jackson es irrebatible. Y qué bien arrima el ascua a su sardina, qué bien lo hace suyo.
En un alarde de su versatilidad, enhebró Micky Stoner por primera vez el castellano a su propuesta en este directo echando mano de uno de sus últimos singles publicados en la lengua de Cervantes, “Circo del horror”, seguida del himno que es “Star of the Morning”, fino, delicioso, sofisticado y brillante; y de otro corte de lo más efectivo cuya melodía nos hizo cantar, “Before”.
No podía faltar a la cita una cover de David Bowie, y la elegida fue “Heroes”, para la que se subió un amigo de Micky e Intraperlo, Lucas, a tocar el bajo con eficacia y una colocación del mástil tan elevada que a uno le vino a la cabeza la pose de John Petrucci, todo antes de que “Tocar el sol” pusiera el broche de oro a una actuación de diez en la que, además, el sonido de todos los instrumentos fue pulcro, rico y equilibrado.
No importaba que fuera domingo y que la hubieran pasado horas desde que la noche cayó en la ciudad de Madrid, pues teníamos por delante un intenso show de rock por disfrutar y no había lugar para el apalanque. Las ganas de recargar las baterías para el madrugón del día siguiente quedaron archivadas para disfrutar a fondo de Intraperlo, ahora sí, con su propio repertorio y ese rock urbano que desafía constantemente a los cánones del género, huyendo como de una casa en llamas del calco a sus innegables influencias.
Decía Carlos, su líder, ataviado con un atuendo de lino que recordaba al de Robe en los viejos tiempos y unas mallas de arlequín, que habían venido a Madrid a probar suerte, y exhibió su profundo agradecimiento por el entusiasmo que, en primera instancia, brotaba ante ellos, mucho para, según él, “cuatro chavales que no son nada”. Pero nada más lejos de la realidad; son mucho, tienen la valentía de los que avanzan sin freno ni miedos, de quienes buscan trazar su propio camino con herramientas heredadas, sí, pero con su propio carácter, a su propia manera.
Caer en lo previsible no es una opción para el conjunto valenciano, que con suma eficacia fue desgranando un repertorio principalmente focalizado en canciones de su próximo disco, ‘Tanta hambre el alma’, que verá la luz en marzo de 2023 y que reúne considerables papeletas para pegarle un buen revolcón al panorama del rock estatal.
Canciones como “Lombrices”, “El porqué de mi tiempo”, “La estrella” o “Jilgueros” convencieron a la primera, repletas de subidas, bajadas, estructuras que quiebran lo guionizado y cambios de tercio que transitan desde la aspereza del rock urbano aguerrido y con nervio hasta la hondura de algunos pasajes aflamencados, pasando por fases en las que la diversidad y la calidad instrumental de sus artífices salía a relucir y se pavoneaba ante nuestros tímpanos. No en vano, las guitarras sonaban trabajadas y el bajo adquiría un peso y una relevancia formidables, con algún que otro solo incluido, con agilidad y esbeltez. Sonaban directos sin ser simples, efectivos sin conformarse con lo elemental. Atrevidos, en definitiva.
De su primer compacto también cayeron canciones como “BlaBlaBla TV”, una de esas canciones que hablan bien clarito, y “Canción de misa”, interpretada ya en el tiempo de descuento ante la insistencia, una vez saludaron y se despidieron, de que volvieran a la carga para alguna canción más. Cuando la presentó, Carlos comentó que viene de una familia extremadamente católica, y si eso fuera cierto, su letra bien atestigua que se salió del tiesto por completo para cosechar su propia concepción de la vida, exactamente lo mismo que hace su banda, labrar su propia concepción del rock urbano. Y les sale bien.
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1 comentario
Buen como extenso resumen hacia el buen concierto que se marcó MICKY STONER y sus buenos músicos presentando su nuevo álbum en dicha sala madrileña.