Crónicas
Incubus: Sin buen sonido no hay paraíso
«Bien está lo que bien acaba. Pese a todo, queremos verles pronto y que no pasen seis años más sin su habitual visita al Razz»
26 agosto 2018
Sala Razzmatazz, Barcelona
Texto: Pau Peñalver. Fotos: Markcerock
No recuerdo las veces que he visto a Incubus en directo, pero sí es cierto que los de Calabasas siempre han sido uno de mis grupos de cabecera desde que escuché por primera vez ‘New Skin’. Lejos quedan ya esos tiempos, y la actualidad de Brandon Boyd y sus secuaces pasa por ‘8’, su más reciente referencia.
El tiempo es relativo y parece que fue ayer cuando los vi. En realidad, están muy presentes en mi cotidianeidad, porque para la salida del disco entrevisté a Mike Einziger, el mayúsculo guitarrista y compositor, pero es que además los vi en Chula Vista (cerca de México) presentando este mismo disco hace tan solo un año. En aquella ocasión, el emplazamiento era gigante y los teloneros, Jimmy Eat World. Ahora nos volvíamos a encontrar en Razzmatazz, escenario que ya les vio en acción, pero sin opening act, como suele ocurrir con bastante frecuencia en los últimos conciertos a los que he asistido.
Siempre me pregunto si una banda que adoro es mejor en disco o en directo. Habitualmente el miedo a verles y salir decepcionado es mayor. Me pasa con Biffy Clyro, con mis adorados Pearl Jam y también, cómo no podría ser de otra manera, con el quinteto productor de ‘Morning View’.
El guión estaba bastante claro. La gira americana llevaba un setlist similar y la noche anterior en Madrid los halagos y los cortes nos dieron una perspectiva fehaciente y concreta de lo que ocurriría el domingo. Una noche para zanjar un verano. Un sueño de clausura.
Se les esperaba a las 21 puntuales. La sala estaba abarrotada como pasó con QOTSA y el cartel de sold out llevaba meses colgado. Empezaron dieciocho minutos después de lo previsto con “Privilege” y un guiño al término a Panjabi MC. Se desató la locura. Yo fruncí el ceño. Algo fallaba. Siguieron con “Anna Molly” y “Megalomaniac”. Canciones sin fisura. En disco, tremendamente recomendables. El karaoke colectivo quizás tapaba las carencias, pero yo me coloqué en el mejor lugar de la sala. Elevado y junta a la mesa de sonido. Lo que allí se escuchaba era nefasto. Para nada digno de una banda de semejante envergadura. ¿Puedes ver el mejor concierto del mundo pero con un sonido nefasto? Tengo mis dudas.
A medida que avanza el listado de canciones parece que la situación mejora. “A Kiss To Send Us Off”, con Brandon luciéndose y la complicidad del público, nos da esperanzas. Cuando llegan a mitad del set y encaran “Love Hurts”, ya podemos respirar tranquilos y la balanza empieza a decantarse. “Absolute Calling” se convierte en los Incubus de verdad, en aquellos que en directo son apetecibles 100%, en un concierto a la altura de su legado…Su ejecución perfecta, acompañada de unos visuales a la par, termina con “Wicked Game” de Chris Isaak. Señor Ville Valo, las versiones se hacen así, si no, no hace falta rescatar nada en vivo. Y el tema de los covers no acabó aquí, ya que Boyd se erigió como el Michael Hutchence de los millennials. Su torso, ahora descubierto, fue el protagonista de “Need You Tonight” de INXS. La mayoría del público guardó silencio hasta el estribillo, ya que no entendía o asociaba la canción que nos estaban regalando Incubus. Solucionado el tema del sonido, nos ganaron el corazón con los dos temas más coreados: “Nice To Know You” y “Wish You Were Here”, ambos de ‘Morning View’ (2001, Epic Records). Como siempre ocurre, empalmaron con los acordes de Pink Floyd.
Acabado el cuerpo principal de su actuación, solo les quedaba darse un baño de gloria con los bises. Previsibles, pero, no por eso, menos aplaudidos. “Are You In?”, la infalible “Drive” y “A Crow Left Of The Murder” pusieron el broche de oro. Bien está lo que bien acaba. Pese a todo, queremos verles pronto y que no pasen seis años más sin su habitual visita al Razz.
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