Crónicas
BBK Music Legends Festival 2018: No era lugar para jóvenes
«Uno podrá tener sus preferencias particulares, pero determinados artistas no deberían obviarse bajo ninguna circunstancia»
29 y 30 de junio de 2018
Centro La Ola, Sondika (Bizkaia)
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
El BBK Music Legends es un evento para señores mayores, o veteranos si se quiere. Y aunque esta definición moleste a alguno, no creo que sea nada vergonzoso reconocer que uno lleva un tiempo considerable metido en el mundo de la música, peor debería ser adquirir la condición de indocumentado millennial que ni sabe quién es Nick Cave o cosas tipo Led Zeppelin únicamente le suenan de oídas. Un poco de respeto, por favor.
Ir a un evento de este estilo tiene también sus cosas buenas, todo es muy tranquilo, no hay colas interminables, no suele haber tantos gilipuertas con móvil por metro cuadrado, y lo más raro de todo, la peña va a los conciertos a escuchar música. De verdad, existen paraísos así en marcos incomparables como la comarca del Txorierri, donde se sitúa el Centro La Ola de Sondika, un lugar a menos de 10 minutos del centro de Bilbao gracias a una envidiable conexión vía metro.
El estirado profesor de matemáticas
La cosa pintaba bien desde el inicio con los incombustibles gallegos Siniestro Total, azote de meapilas, biempensantes y demás escombros contemporáneos, banda más necesaria que nunca en unos tiempos en los que la censura acecha desde diversos frentes. Valga lo dicho para señalar que mi respeto por el gran Julián Hernández y compañía es máximo, pero creo que en la actualidad Costas representa mucho mejor esa vertiente macarra que siempre les caracterizó.
Porque es innegable la abundante materia prima de su enérgico cancionero como su adaptación del “Rockaway Beach” de Ramones “Rock en Samil”, “Cuánta puta y yo que viejo” o el inevitable “Bailaré sobre tu tumba”, pero algunas piezas como “Ayatollah” casi parecen tocadas a cámara lenta, si uno está acostumbrado a la apabullante versión en estudio con Germán Coppini es que se le cae el alma al suelo. Pero bueno, aunque me faltó más punk de los comienzos, por lo menos les vimos oficiar con ganas y nos desternillamos con los chascarrillos de Hernández, que esa tarde estaba verdaderamente sembrado. Unos grandes.
La propuesta del ex Hertzainak Gari & Maldanbera la pasaremos un poco por alto por su carácter inequívocamente pop e intimista, basta decir que reivindican “la grandeza de las cosas pequeñas”.
Por el contrario, sí que tuvo cierto interés la señorona del soul Mavis Staples, toda una veterana en su rollo que empezó su trayectoria allá por los 50 con The Staple Singers, combo liderado por su padre y sus tres hermanas. Con una clase tremenda a sus 78 tacos, se reveló como una auténtica diosa en cuestión de registros vocales, a la par que no tardó en ganarse la simpatía del público por las desmedidas ganas que le ponía al asunto.
Una voz racial de esas con garra de las que se te caen hasta los pantalones envuelta en unos coros que recordaban a The Coasters y que no dudó tampoco en mostrar su lado combativo al levantar el puño antes de “Respect Yourself”. Ideal para ir a una reunión de las Panteras Negras.
El panorama siguió elevándose con el ex Dr. Feelgood Wilko Johnson, que sorprendió con muecas y gestos de chalado a la par que desgranaba unos riffs tan rotundos como repetitivos. Acostumbrados a artistas más bien estáticos, la mayoría nos quedamos a cuadros con esos movimientos inesperados en los que parecía lanzarse cual miura mientras de su guitarra podrían salir tranquilamente chispas, allí había un trío que desde luego se estaban comiendo el escenario.
Ni siquiera se tornaron pesados los solos de bajo y batería, sino que demostraron su descomunal competencia en sus respectivos instrumentos. El himno de riffs sincopados “Roxette” brilló con la dignidad requerida y en “Back In The Night” rememoraron el ambiente canalla de los garitos de madrugada, no en vano esto podría ser la música perfecta para contonearse con unas copas de más. Una lección magistral que solo podría acabar con el mítico “She Does It Right” de Dr. Feelgood, auténtico emblema del pub rock en estado puro. Enormes.
Y para finiquitar la jornada teníamos a otro hombre histórico Steve Winwood, con una prolífica carrera que incluía el seminal The Spencer Davis Group, Blind Faith, Traffic y una no menos reseñable trayectoria en solitario. Pero este ilustre veterano sufrió en sus propias carnes un grave problema de sonido que hacía que no se escuchara absolutamente nada en las primeras filas. Es curioso, porque colegas que estaban más atrás en un lateral afirmaron que no detectaron nada y que se oía perfectamente.
El caso es que el tipo puso el piloto automático con “I’m A Man” y costó dios y ayuda que se diera cuenta de lo que realmente pasaba, a pesar de que muchos gritaban “¡No se oye!”. No fue hasta el tercer o cuarto tema cuando el señor tuvo el detalle de descender del Olimpo para atender las peticiones de los mortales y ya cuando cambió el teclado por la guitarra el universo volvió a su orden natural.
Con pinta de estirado profesor de matemáticas, Winwood y sus compinches se entregaron a divagaciones interminables en las que parecía que se situaban en otro mundo, otra dimensión ajena a cualquier atisbo de espontaneidad, ellos iban a su rollo y punto. Hubo momentos destacables como el “Can’t Find My Way Home” de Blind Faith o su legendario éxito del rock para adultos “Higher Love”, pero lo cierto es que había que tenerlos bien puestos para aguantar su bolo completo sin anestesia. Eso sí, mantiene una voz soberbia a sus 70 palos y su banda es realmente espectacular, pero aquello casi se asemejaba a un concierto de jazz, con peña sujetándose la barbilla y moviendo ligeramente la cabeza. No era lo nuestro.
Un chulazo encantado de haberse conocido
La amenaza de tormenta descomunal no se cumplió en la segunda jornada, pese a los meteorólogos agoreros que pronosticaban poco menos que el fin del mundo. Algunas gotas cayeron a primera hora de la tarde pero no pasó de ahí el asunto. En esas circunstancias, Motxila 21, un grupo formado por personas con Síndrome de Down y voluntarios que ha colaborado con El Drogas, Fito o Kutxi Romero, pusieron la nota emotiva al evento, según relataron algunos de los escasos asistentes que se animaron a acudir al recinto en plena sobremesa.
Les tomaron el relevo Moonshakers, combo femenino de la zona que está dando mucho que hablar al patearse fiestas patronales y prácticamente todas las salas de la capital vizcaína. Y el bolo de Dead Bronco lo teníamos apuntado entre lo fundamental de la jornada, pero tuvieron que suspender el recital debido a una lesión en la mano de Matt al caerse del escenario en Segovia. Nos consta que el grupo viajó hasta allí y hasta el último momento el cantante y guitarrista intentó tocar, pero el dolor era demasiado fuerte y de hecho acabó escayolado.
La primera sorpresa realmente grata fue la de la colosal guitarrista de origen serbio Ana Popovic, que a sugerencia de la organización salió a tocar un poco antes, alargando su actuación, para mitigar en parte el vacío dejado por Dead Bronco. Es una grande absoluta de las seis cuerdas que podría mirar de tú a tú a Joe Bonamassa o a cualquier otro virtuoso bluesero, aparte de cantar con un sentimiento inigualable de garito de madrugada. Con taconazos y vestido plateado de gala, impartió un magisterio inapelable con “Love You Tonight” y demostró del mismo modo una versatilidad tremenda que ya se reflejaba en su triple álbum en estudio ‘Trilogy’.
“She Was A Doorman” y “Show You How Strong You Are” pusieron el nivel por las nubes, algo que no desmerecían sus acompañantes, en especial al bajo y a la batería. Homenajeó a sus héroes guitarrísticos como Stevie Ray Vaughan o a Hendrix en “Crosstown Traffic” y dejó la sensación de haber contemplado algo insólito que no se suele ver a menudo por estos lares, ojalá vuelva pronto por la península. A sus pies, señora.
Lo de John Cale ya era un plato un tanto indigesto para determinados gustos y creemos que quizás su propuesta se antojaba demasiado rompedora para la tónica del festival. Es evidente que si no estás en sintonía con The Velvet Underground o sus marcianadas en solitario, aguantar a este tipo se podría considerar toda una proeza. Los alaridos que pega en “Wasteland” o en la hipnótica “Hatred” podrían servir para invocar el Apocalipsis en medio de un marasmo industrialoide y gente como Trent Reznor le deben casi hasta la vida. Nos quedamos con las ganas de escuchar el descenso a los infiernos de “Venus In Furs”, pero por lo menos la leyenda condescendió al recuperar la glorificación a los camellos de “I’m Waiting For The Man”. Para quedarse turulato.
Pero si hubo un recital que se erigió sin discusión como lo mejor del festival, ese fue el de Glenn Hughes, que según se anunció se convirtió en un homenaje sin paliativos a aquella histórica formación de Deep Purple que compartió con David Coverdale. Con pintas de chulazo encantado de haberse conocido, regaló sonrisas de dentífrico desde el primer momento y hasta señaló a la peña como si estuviera en un videoclip. El señor estaba en un estado estupendo para sus 65 palos, y no hablemos ya de su voz, para dar sopas con honda al actual Ian Gillan, el solo hecho de compararlo ya sería incluso una broma de mal gusto.
“Stormbringer” alcanzó ya la estratosfera y “Might Just Take Your Life” siguió moviéndose por las alturas más descomunales, antes de que “Sail Away” provocara en el colega Pedro Alonso, fan hasta decir basta de Hughes, un éxtasis místico casi como de aparición mariana. Y con “Mistreated” desde luego se nos pudieron caer los pantalones al suelo por su elegancia y sus gritos desgañitándose. Copa y puro debería ser preceptivo en tales casos. Por si fuera poco, cantó la parte final a capella como un puto dios. Para tocar el cielo.
No encontrábamos mucho sentido en que rescataran el trilladísimo “Smoke On The Water” antes de amagar con el riff de “Lazy” de Purple, pero suponemos que el público de radiofórmula también tiene derecho a la vida. Eso sí, enlazarlo con el “Georgia On My Mind” fue otra jugada maestra con su prodigioso rango vocal oscureciéndose así de repente. Se nos cayó hasta el cigarrillo, literalmente.
“Highway Star” sonó infinitamente más digna que la de los Purple actuales y “Burn” certificó que Gillan y compañía podrían irse a mirar obras de inmediato, volver a un escenario e interpretar esos mismos temas a un nivel inferior sonrojaría a cualquiera con un mínimo de dignidad. Lástima que aquel sueño durara tan poco y así nos lo hizo saber Hughes cuando en pleno arrebato hippie dijo que “el amor es la respuesta”. Y justo en ese momento una pareja allá entre la multitud se besaba apasionadamente. Buenas vibraciones a perpetuidad.
El detalle feo de no permitir el acceso al foso a los fotógrafos y la posterior recomendación general al público de que se abstuviera de retratarlo con el móvil daban a entender que el señor Jeff Beck debe tener unas malas pulgas de caballo. Al margen del gesto de divo, a nosotros nos da absolutamente igual que los artistas sean más o menos simpáticos, porque no se puede exigir a nadie que vaya a los bolos a hacer amigos. Para eso ya están las redes sociales.
Por tanto, nos centraremos únicamente en su actuación, que tuvo altibajos y combinó las partes instrumentales con las cantadas. El sonidazo que saca a su guitarra sigue siendo impresionante, con un volumen muy por encima del resto de elementos, pero aguantar el formato virtuoso podría tornarse duro en determinados momentos. Cuando colaboraba al micro Jimmy Hall, era ya otro rollo bastante más disfrutable, caso del blues de copa y puro de Otis Rush “I Have To Laugh”, pura gloria bendita, de poner pelos de punta.
Los huevos se nos pusieron también de corbata con el “Little Wing” de Hendrix y luego con “A Change Is Gonna Come” de Sam Cooke, desde luego este tipo sí que sabe elegir los temas para lucirse. De nuevo tuvimos otro interludio instrumental de esos en los que viajaba desde el funk o el blues al jazz fusión sin despeinarse y llevando a alguno a exclamar: “¡No me lo puedo creer!”. Todo lo que tiene de borde, lo posee de genio.
Hall se reveló asimismo un grande a las cuerdas vocales en “Superstition” de Stevie Wonder antes de volver a levitar con “A Day In The Life” en formato instrumental. El hierático guitarrista entonces efectúo quizás a modo de despedida el único movimiento de la noche al juguetear con su guitarra, levantarla cual ofrenda a los dioses o ponerla boca abajo como si le fuera a prender fuego. Dadas las malas pulgas del tipo, no esperábamos ni por asomo que hubiera bises, pero regresó con el “You Shook Me” de Willie Dixon y el “Going Down” de The Alabama State Troupers, sabor añejo para finiquitar un show que seguramente tarde en repetirse por la península.
Estaba claro que aquel no era lugar para jóvenes, por lo menos no para los indocumentados que todavía no cumplen unos mínimos en lo que respecta a historia del rock. Porque uno podrá tener sus preferencias particulares, pero determinados artistas no deberían obviarse bajo ninguna circunstancia. El temario básico para desenvolverse con soltura.
¿Os acordáis que sorteamos un Meet & Greet + bajo firmado por parte de Glenn Hughes? La ganadora nos cuenta cómo fue el encuentro: "El bajo una pasada, el encuentro con Hughes muy divertido, al menos para mí, aunque no hablo una palabra de inglés. Mi pareja, que chapurrea un poquito, tuvo la maldad de decirle a Hughes: "She is a great, great fan of ... Los Panchos ... nobody is perfect". El pobre Hughes se quedó a cuadros (de qué demonios me habla este, debió pensar)". ¡Pronto más concursos en MariskalRock!
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