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Crónica de The Dire Straits Experience en Madrid: Un legado digno de homenaje

En pleno debate sobre si las bandas tributo hacen bien o mal a la industria musical, llega The Dire Straits Experience dando una lección sobresaliente al mundo y dejando claro que muchas veces es necesario poner en valor la grandeza de ciertos grupos. Claro que, al frente, se encuentra uno de los integrantes del grupo original durante sus últimos diez años de carrera: Chris White, un gentleman de personalidad arrolladora que arropa a seis músicos enormes que se enfrentan cada noche a la seria dificultad de llevarnos tres décadas atrás para revivir uno de los grandes repertorios de la historia del rock.

Iniciaban el salto al vacío dando forma a “Money for Nothing”, en la que Terence Reis sacaba el Knopfler que lleva dentro para dejarnos a todos con la boca abierta. La dificultad que representa esta tarea es encomiable, pero su voz, relajada y firme, muestra la calidez vocal de Mark, que desempolva mientras acaricia con solvencia la guitarra como si fuera lo más normal del mundo.

El nuevo recinto cubierto de Las Ventas, creado hace un par de años con el fin de acoger eventos bajo techo, brindó un buen sonido que supieron aprovechar para dar forma a un concierto que disfruté más que el del año pasado en IFEMA. Quizás fue el ambiente, aunque creo que el motivo principal fue que White dejó mucho más espacio a las guitarras y se apartó del protagonismo que quiso tener en aquel bolo. El único “pero” que puedo poner fue el extraño inicio de “Romeo and Juliet”, con un saxo que no dejó sonar a la increíble intro arpegiada de Dobro, uno de los sellos inconfundibles de este tema.

El setlist fue casi perfecto. Siempre hay en el repertorio de la banda británica alguna canción que echamos de menos, pero no faltaron los grandes clásicos: “Walk of Life”, “On Every Street”, “Telegraph Road”, “Brothers in Arms” o la exquisita “Tunnel of Love”, que Knopfler apartó de su repertorio en directo tras el fallecimiento de su padre, al ser este el tema que más le gustaba. Con semejantes cañones, siempre pienso en lo increíble que sería no haber escuchado nunca estos temas para revivir la magia de descubrirlos por primera vez.

Aún faltaba el punto y final al concierto, y tras la emocionante conversación entre la guitarra y el saxofón en “Private Investigations”, salieron de escena para volver y revivir la joya de la corona.  “Sultans of Swing” sonó con la majestuosidad de una pieza que no envejece, dando una lección de elegancia eléctrica que hechizó a un público entregado a corear el tema, como si la banda original fuera la que estaba sobre el escenario. Sutileza y poder al servicio de una canción eterna en la que mezclaron pasajes de la original con aquel inconfundible directo del ‘Alchemy’. El final merecía que White se luciera gracias al protagonismo de su instrumento en “Going Home”, la elegante banda sonora de ‘Local Hero’.

Muchos estarán en contra, pero yo soy firme defensor de bandas tributo: una forma de recordar un pasado que me sigue emocionando gracias a homenajes como este.

Redacción

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