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Crónica de Sinkope + Mala Hierba: "Una noche épica y memorable"

Hay conciertos que uno tiene marcados especialmente en el calendario tan ajetreado de propuestas de rock que tenemos, por fortuna, en Madrid. Uno de esos era el cierre de gira de la extensa presentación de 'Crecer y Luchar', el gran disco de estudio de la banda extremeña Sinkope, con el que nos iluminaron hace un año.

Desde primera hora de la tarde, un servidor pudo observar cómo los aledaños de la sala madrileña La Riviera iban tomando cáliz de noche memorable, épica y de esas que van directamente a engrosar las páginas doradas del libro sagrado del rock patrio. Público llegado desde los cuatro puntos cardinales de la península lucía en sus cuerpos recuerdos de batallas anteriores, algunas de bastante tiempo atrás. Algunos grupos de amigos habían personalizado sus camisetas, pero más allá de la estética, todos compartían el mismo semblante exultante de estar calentando motores para una velada de espíritu indomable y aventurero, haciendo honor a la tierra de conquistadores de donde procede el grupo.

Ante un muy buen marco de público que decía presente desde temprano, Mala Hierba deleitaba con piezas como "Mi pecho rasgaré", "Os cedo los estribos" y "Sus lazos". Estas dos últimas forman parte de la placa presentada en 2024 y que lleva por título 'La insistencia del sueño herido'. Desde los primeros compases, dejaron claro que sus instrumentos de cuerda serían usados como hachas que se incrustan a golpe de riffs en el pecho de los presentes, y que la batería tracciona como una apisonadora sobre el esqueleto del respetable.

Mala Hierba

Un pequeño contratiempo con el pedal del bombo, que se solucionó con rapidez, fue solo una anécdota en un show contundente y sobrio, con el que mostraron sus credenciales. Se encuentran en un gran momento, tal como manifestaron a Jason Cenador en su entrevista, y esto se constata en su directo. "Llegó el crujido", "Hojas nuevas" y "Media ración" hicieron vibrar a los presentes. Si aún no los has visto en vivo, no pierdas la oportunidad y disfruta de los Mala Hierba. Al concluir con "Quero que vengas", obtuvieron una gran y merecida ovación.

Se cierran las cortinas del escenario. Se alista todo y la muchedumbre ruge. Transcurren unos minutos y todo está óptimo. Comienza a sonar la descriptiva "Extremadura" de Pablo Guerrero, se ilumina el logo de la banda en un blanco intenso en la pantalla central y lentamente se abren los enormes paños oscuros de tela. Acto seguido, comienza a tocar la banda "Esquinas" e ingresa por un lateral el cantante Vito Iñiguez para que el quinteto al completo inicie un concierto de más de dos horas de auténtico deleite ante un recinto absolutamente colmado.

Mala Hierba

Da la bienvenida el carismático frontman en todos los idiomas cooficiales del Estado y prosiguen con "No se dijeron ni mu", "La alegre tristeza" y "Por pensar le dio al hombre". Así, sin paliativos, sin discursos innecesarios, sin adornos superfluos, solamente con ese rock de evidente aroma a jota extremeña, con pasajes de blues, gotas de introspección, poesía de verdad y aromatizado por dosis de sabiduría rural. Todo eso ofrece con naturalidad y talento Sinkope.

Las tornas se modifican un poco cuando llega el momento de "Mi barca y mi mar", acompañada por un océano de aplausos que sirve de introducción espontánea y la canción poco a poco se va metiendo en la espina dorsal. La banda demuestra con su recorrido artístico y con el repertorio elegido para la ocasión que el camino es importante.

Poseen la virtud, en su concierto, de trasladarte a todas las etapas de tu vida: desde la infancia haciendo cometas caseros, la adolescencia descubriendo bandas o la madurez (eso que dice mi esposa que no poseo). Chascarrillo aparte, Sinkope rubrica canción a canción en su espectáculo que la honestidad es parte vital de su obra. Se puede observar cómo fans de hasta tres generaciones cantan a todo pulmón las letras descriptivas de Vito, que bien podrían ser candidatas al premio Cervantes.

Sinkope

"Matar se me olvida" es para enmarcar, "Llamando a mi bruja" suena colosal, pero "El carro de la vida", grabada con Kutxi Romero de Marea en su momento, evidenció por qué el respetable es soberano, sabio y se ha apropiado de la misma. Los recuerdos de los presentes se reflejaban en sus rostros, en cómo ondeaban las banderas de Extremadura. No solo la cantaban: la disfrutaban, la vivían, la mordían como fruta preferida. El reloj tendría que haber sido sabio y detenerse para siempre en la noche del sábado en Madrid. Implacable show el que estaban realizando los Sinkope.

"Elegantemente desnuda" fue dedicada por Vito a su madre. "Sin querer me va a doler" era alimento para el corazón y "El mar en los ojos", el último single publicado por la banda, fue por demás emotivo cuando en la pantalla central apareció el rostro de Álvaro González Delicado, road manager del grupo y lamentablemente fallecido. En su directo, el combo repasaba canciones de todas sus etapas y rubricaba la sabiduría sonora que han logrado en estos más de treinta años de carrera.

En uno de los escasos momentos en que se dirigió al público, el cantante indicó que "está muy bien eso de que no saquéis el móvil, eso indica que os está gustando". Inmediatamente después, ejecutaron una de las mejores versiones en vivo que les recuerdo de "A merced de las olas". Quizás, al estar en la recta final de la noche, Vito manifestó: "Estoy hablando menos. A veces no me gusta hablar". Comentó que después de charlar con su amigo José habían decidido hacer "A mi aire (komo un pez)", la cual encajó a la perfección en el set.

Sinkope

Josu, uno de los miembros del grupo, expresó antes de "Tarros de miel" que "hoy tenemos a la familia sinkopera. Habéis vuelto a llenar. Está mi hija de ocho meses por aquí y se la dedico". A cuya protagonista de la dedicatoria conocimos una vez finalizado el show en una tasca cercana.

Una pedida de matrimonio por parte de dos fans antes de "Le voy a cobrar a tus labios tus miradas" fue la antesala perfecta para que las guitarras envolvieran con sus sonidos al público por última vez, sumándose en el tramo final bajo y batería, y bajo el grito de Vito indicando "ha sido un puto placer". Al concluir, La Riviera al unísono gritaba "Sinkope, Sinkope" mientras el grupo se hacía una fotografía de familia y entregaba baquetas y púas a los presentes que no cesaban de aplaudir. Lentamente, el público abandonaba la sala luciendo rostros extasiados, almas reconfortadas y cuerpos cargados de rock.

Sinkope, desde Extremadura, conquistando a base de poesía y riffs.

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