El pasado lunes 1 de diciembre, los Países Bajos recibieron a los mastodontes suecos del power metal, Sabaton, con su "Legendary Tour", con el que están presentando su último trabajo,'Legends'. El escenario elegido fue el Ziggo Dome de Ámsterdam, con capacidad para 17.000 personas, la sala de conciertos más grande del país. En España, la banda actuará en las próximas ediciones del Resurrection Fest, Rock Imperium Festival y Barcelona Rock Fest.
Sabaton no sería Sabaton sin esa escenografía desmesurada, la pirotecnia, una puesta en escena apabullante y, cómo no, un sinfín de adornos visuales. Pero antes de sumergirnos en todo ese despliegue, pudimos disfrutar de un telonero muy especial: The Legendary Orchestra, un conjunto sinfónico fundado por el bajista de la banda, Pär Sundström, para acompañarlos durante la gira de 2025.
La orquesta, un colectivo independiente y en constante evolución, reúne a músicos seleccionados cuidadosamente que combinan la precisión clásica con la contundencia del metal. Su objetivo: reinterpretar la música de Sabaton desde un enfoque nuevo, distinto y plenamente sinfónico.

El ensamble de veinte músicos contó con el refuerzo de un coro de seis voces y tres solistas realmente llamativos, los únicos intérpretes no neerlandeses sobre el escenario: la violinista estadounidense Mia Asano; la multiinstrumentista alemana Patricia Büchler (más conocida como Patty Gurdy, a quien vimos con Alestorm en México Metal Fest el año pasado), alternando entre la zanfona y la viola de teclas; y la cantante y directora israelí Noa Gruman.
El conjunto interpretó sobre todo temas menos habituales de Sabaton (a excepción de “Ghost Division” y “Bismarck”) en clave sinfónica. Una parte del público lo agradeció sinceramente, otra quizá fingió hacerlo y algunos más se dejaron llevar por la sucesión de compases, cada cual a su ritmo.

Con cierto retraso, las luces del Ziggo Dome por fin se apagaron. Segundos después, el escenario apareció en todo su esplendor: un enorme castillo fortificado que ocupaba casi todo el ancho de la sala, con la batería de Hannes Van Dahl (también conocido como Mr. Floor Jansen) encaramada a una plataforma elevada sostenida por tres gigantescas manos. Además, un segundo escenario situado en el centro del recinto se conectaba temporalmente con el principal mediante un colosal puente colgante de unos 20 o 30 metros.
En ese escenario B asistimos a una escena casi burlesca: Napoleón Bonaparte exponiendo su visión muy francesa del mundo, seguido de Gengis Kan en un breve intercambio verbal con el francés, y finalmente Julio César, que acababa siendo apuñalado con una daga. Tras ello, varios soldados cruzados atravesaron la sala para subir al escenario B. ¿La sorpresa? Bajo las túnicas se encontraban los propios miembros de Sabaton. Así arrancó el concierto, tras casi veinte minutos de teatro histórico, con “Templars”, tema de su último álbum.

Los músicos, caracterizados como caballeros, cruzaron el puente para llegar al enorme escenario principal y, ahora sí, dar comienzo al espectáculo. Cada uno de los gobernantes del prólogo tuvo su momento de gloria: Napoleón en “I, Emperor”, Gengis Kan en “Hordes of Khan” y el emperador romano en “Crossing the Rubicon”.
Más adelante llegó “A Tiger Among Dragons”, elevando a cinco el número de canciones del nuevo álbum interpretadas esa noche. Para este tema, además de la abundancia de fuego, los dos guitarristas de Sabaton se sumaron como percusionistas, ofreciendo una apertura especialmente intensa. La pirotecnia, los cañonazos, las explosiones y las columnas de humo fueron una constante.

A mitad del espectáculo llegó el turno de un himno más reposado, propio de esta época del año: “Christmas Truce”, que narra el improvisado partido de fútbol entre franceses, británicos y alemanes en Ploegsteert (Bélgica), durante el primer invierno de la Primera Guerra Mundial en 1914. Se invitó al público a encender las linternas de sus móviles al unísono, gesto que obtuvo una respuesta entusiasta. Fue también el momento en que el coro de The Legendary Orchestra se incorporó al escenario, permaneciendo allí hasta el final. La segunda mitad del concierto reunió únicamente los grandes clásicos: “Primo Victoria”, “The Art of War” o “To Hell and Back”.
En “Attack of the Dead Men” el puente volvió a descender, permitiendo a la banda trasladarse al escenario B, envueltos en una nube de humo y liderados por Joakim Brodén con máscara de gas. Después, el castillo del escenario principal adoptó una iluminación inquietante y casi sobrenatural para “Night Witches”.
Esta segunda parte vino cargada de aún más artificio. Para el cierre, “Masters of the World”, el puente volvió a bajar por última vez y la banda se desplazó brevemente al escenario B, culminando la noche bajo una lluvia de confeti.
Sabaton nunca ha rehuido el espectáculo, el drama, el vestuario ni las producciones mastodónticas, y esta gira no fue la excepción. Musicalmente, ofrecieron un concierto impecable. El componente teatral, eso sí, derivó en ocasiones en diálogos eternos, pero, aun así, el público salió más que satisfecho de una velada digna de las grandes producciones internacionales.


