Como un “una y no más” se había promulgado el concierto del sábado 13 de diciembre en el coso carabanchelero, pero viendo el estado de forma en el que están Fortu Sánchez, Paco Laguna, Juan Luis Serrano y Fernando Sánchez, no serán pocos los seguidores que aboguen por la necesidad de que el concierto de Madrid se traslade también a otros puntos de la geografía española.
Se había anunciado como un espectáculo especial, tanto en lo que a producción escénica se refiere como en el repertorio, y vaya si lo fue, con gran despliegue de medios y una duración de dos horas y cuarto. El reclamo surtió efecto y el recinto estuvo al borde del lleno ya desde antes del concierto de Obús, con El Pirata animando el cotarro con oficio en su papel de maestro de ceremonias, pinchando a Barón Rojo, Santa o Leño entre otros.
Una pantalla a cada lado nos acercó la imagen de los músicos sobre el escenario, y otra central acompañó el show con proyecciones específicas para cada una de las canciones, aunque al principio se limitó a tener bien visible el logo del grupo. Arrancaron con “Necesito más” y dos ovaciones, las que se llevaron guitarrista, bajista y batería primero, y la que el respetable le brindó a Fortu Sánchez, último en salir a escena. Los cañones de humo elevaban el espectáculo por primera vez y al final del tema también saltaron chispas.

“La raya” quedó más heavy que nunca, y es que, más allá de todo el despliegue visual, el sonido también estuvo a la altura en un pabellón en el que no siempre se da esta circunstancia tan necesaria para disfrutar a tope de un concierto.
“Más que un dios” y su mordaz crítica al imperialismo yankee vino acompañada de imágenes sobre su maquinaria de destrucción, y tuvo nuevamente columnas de humo a modo de colofón. Alargaron la intro de “Sin dirección” pidiendo palmas, ¡cómo me encienden ese riff a lo AC/DC y la firmeza con la que Fortu encara cada verso! En sus estertores volvió la pirotecnia.
La jornada previa habíamos tenido la fiesta del Rockferéndum de La Heavy, así que, un día después, “Cualquier noche sale el sol” cobró un significado literal para que el que firma.
El doble bombo de Fernando Sánchez en “Pesadilla nuclear” nos puso tan incandescentes como las chispas del escenario. Fortu nos dejó flipados con sus agudos casi 45 años después, tras el solo de Paco Laguna, y el tema fue coronado por un sonoro “No a la guerra” del cantante.
“Siento ganas” le sirvió a la garganta de Obús para pasearse con garbo sobre las tablas, mientras que todos nos pusimos solemnes cantando la inevitable certeza de que “Te visitará la muerte”. Si no me equivoco, fue la primera canción en la que aparecieron llamaradas, y como el fuego, el humo y la pirotecnia volverían, en todas las combinaciones posibles, ya en la mayoría de las canciones hasta el final del show, me vais a permitir que me coma esos detalles para no resultar pesado; baste con reincidir en que fue un espectáculo de altura.
Que Fortu nos hiciera la peineta indicaba que venía “Que te jodan”, pero aún tardamos en entonar ese estribillo, puesto que prolongaron la introducción (a mi juicio un poco más de la cuenta) con gorgoritos, fructuosa petición de palmas y el típico juego cantante-público emulando sus melodías. El frontman, uno de los mejores que ha dado este país, no paraba, y con la chaqueta puesta, seguro que le entraban los sudores, así que el que se echara agua encima no fue solo un gesto escénico.
Nos pregunta si estamos con fuerzas para recibir nuestra “Dosis de heavy metal”, por supuesto que sí, aunque la mayoría de nosotros no con la misma energía, encomiable a sus 71 años.
Tras unos instantes de calma, regresan al escenario con algún que otro cambio de outfit, como en el caso de Fortu y su sombrero, para interpretar la balada “Complaciente o cruel” con Fernando Sancho a las teclas.
El cantante vuelve a salirse con los agudos en “Juego sucio”, y es que cantó estupendamente bien toda la noche. Hasta donde sé, siempre supo nadar y guardar la ropa, juerguear pero también cuidarse y hacer deporte; probablemente eso ha contribuido a que su voz siga siendo una de las más destacadas del género en España.
Las imágenes de cine quinqui acompañaron a la perfección la interpretación de “El que más”, uno de los estribillos más coreados. Todo está saliendo rodado y Fortu está como niño con zapatos nuevos, jugueteando con el pie de micro cual malabarista.
Bajan el ritmo con “Dame amor”, un tema que a veces se me ha hecho largo cuando lo he escuchado en directo, pero no en esta ocasión, con Paco poniéndole énfasis a los coros y sobre todo porque estuvo engalanado por el saxofón que tocó ni más ni menos que Luis Cobos, ¡un lujazo! Para rubricarlo, el cantante y el multiinstrumentista y director de orquesta, productor de Obús en sus años mozos, realizaron un juego voz/saxo que les quedó de perlas.
Fortu hace que salga al escenario David Sanz, su manager, para señalarle como principal artífice de este concierto tan especial, y a continuación presenta a sus compañeros de banda, siendo Paco quien se encarga de presentar al cantante. El público corea su nombre y en esas estamos cuando se arrancan con “Marilú”.
“Viviré” es uno de esos estribillos sencillos y efectivos ideales para el directo, y movemos el esqueleto como los de la pantalla. Las serpentinas le ponen otro distintivo. El cantante le pide al técnico que encienda todas las luces para buscar a La Mari, su madre, de la que dice que se ha quedado con ganas de cantarse una coplilla. La señora, convertida en estrella de las redes sociales por su hijo, alza los cuernos como el que más.
“Autopista” es otra de las canciones infalibles en vivo, y en los primeros versos, Fortu alterna para que seamos nosotros los que nos hagamos oír. Clava el final, no da signos de cansancio vocal. No obstante, no vienen mal las voces de apoyo para las armonías, como la que hace Fernando en “Cautivos”. Por cierto que es justo después cuando se marca su solo de batería, a oscuras –doble mérito- pero con unas baquetas luminosas.
En “Dinero, dinero” sale vídeo de época, cuando los cuatro lucían melenas, pero por lo demás, esta noche no hay mucha diferencia con respecto a sus años de gloria, la ejecución de la banda es impecable y su audiencia se cuenta por miles. El momento Wilson Pickett es un clásico desde hace mucho tiempo.
Me encanta el público heavy ochentero porque, aunque no se priva de inmortalizar algunos momentos con el móvil, no está todo el rato con el dichoso aparatito en la mano, pero Fortu pide que lo saquemos instando al técnico para que desconecte todas las luces y que seamos nosotros los que iluminemos Vistalegre, apagando nuestras linternas a su señal para que entonces sean los focos los que vuelvan a brillar; repite la ocurrencia varias veces y luego nos pide que, sin apagar nuestras luciérnagas, imitemos su movimiento de brazos a un lado y a otro.
Las notas que dispara Paco no pueden ser otras que las del comienzo de “Va a estallar el Obús”, en la que hacen una coreografía adelante y atrás como en el vídeo de época que queda aún más espectacular con el bajo-hacha del tío Luis. No tocaron ninguna canción moderna, ni siquiera el single que han grabado los cuatro, “Siempre hacia delante”, pero sí que lo emitieron durante la ejecución de un “Vamos muy bien” que, escuchado en noche de sábado, puede provocar que la noche se te vaya de las manos.
Amagan con despedida pero de ahí no se mueve ni dios. Grata sorpresa el vídeo en el que, mientras suena por los altavoces “Castigo infernal”, se ven a muchos de los caídos que ayudaron a construir nuestro rock: Mikel Astrain y Boni, Pedro Bruque, Azuzena, Terry Barrios, La Abuela Ángeles, Jesús de la Rosa y Tele, Chiqui Mariscal y Tony Urbano, Javier Gálvez y Carmen Lazcano, Rober, Mariano García, Mario Scasso, Juan Ángel Leal, Ramakan, Manzano, Juanjo del Hebe, Manuel Molina, Pablo Rabadán, Gelo, Chicho, Fernando Ponce de León y Kiskilla, Tino Casal, Julio Díaz, terminando por Jorge Martínez y Robe (si me he dejado a alguno, que me perdone).
Quizás “Mentiroso” no es un tema lo suficientemente conocido para esa ubicación en el bis, pero desde luego fue una de esas canciones que nos hicieron recordar que este era un repertorio especial además de inusualmente largo. Volvió a contar con teclas. “Esta ronda la paga Obús” es uno de los mayores éxitos del grupo en este siglo y sigue tan vigente como “Solo lo hago en mi moto”, un cierre espectacular para una noche imborrable y quién sabe si única.
No dejes para mañana lo que puedas subir hoy.
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