Crónicas
Judas Priest + Phil Campbell and the Bastard Sons en Bilbao: Renovamos votos
«Tal vez hubiéramos deseado un repertorio con mayor margen para lo inesperado, pero preferimos quedarnos con lo positivo que fue contemplar a unos señores con varias décadas a las espaldas seguir dando el callo con dignidad, sin pisotear la leyenda, y con bastante más fuste que algunos de sus contemporáneos. Renovamos votos, desde luego»
30 junio 2025
Bilbao Arena Miribilla, Bilbao
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Quizás deberíamos cambiar un poco el enfoque respecto a los grupos veteranos. Que conserven, en primer lugar, a los miembros originales o de su etapa gloriosa es casi un milagro hoy en día, con escasos ejemplos que se pueden contar con los dedos de una mano. Y si encima pedimos que conserven las facultades de antaño sin recurrir a trucos de trilero como voces pregrabadas, o incluso el playback total, estrecharíamos todavía más el círculo y nos quedaríamos sin demasiadas opciones en cuestión de leyendas.
En el caso de Judas Priest, es evidente que la entrada del guitarrista Richie Faulkner ha aportado una impresionante vitalidad a la banda, como sus propios componentes han reconocido en diversas ocasiones. Por el camino se apartaron sus dos más emblemáticos encargados de las seis cuerdas, K.K. Downing y Glenn Tipton, por diversas razones. Por lo menos ahí siguen al pie del cañón el bajista Ian Hill y el batería Scott Travis, que lleva tanto tiempo en el grupo que debería entrar ya en la categoría de mítico. Todo ello capitaneado por Rob Halford, un dios del metal que aguanta de manera muy digna sobre las tablas para sus 73 años.
A pesar de que la afluencia tampoco fuera para reventar, una considerable multitud se acercó al Bilbao Arena Miribilla un lunes laborable para catar una vez más a una institución del heavy metal y de la música en general. La última vez que pudimos ver a los británicos por estos lares aún andaba Tipton por ahí, al que solían sacar durante el tramo final del show. Los jóvenes en el recinto aparecían a cuentagotas, y la mayor parte eran familias, que habían inculcado a sus vástagos la cultura del metal. Sabiduría heredada de padres a hijos como si se tratara del don de la inmortalidad o algún otro arcano inexplicable.
Calentó la velada esa suerte de empresa familiar llamada Phil Campbell and the Bastard Sons, con los que coincidimos hace no demasiado en su papel de teloneros de Scorpions. Y al igual que entonces, nos pareció un show correcto, con momentos álgidos como las versiones de Motörhead “Going To Brazil” o el impepinable “Ace of Spades”, aunque también hubiera cosas curiosas como “Straight Up”, procedente de la trayectoria en solitario de Campbell, o ese “Dark Days” que llevó a la peña a mover los brazos de lado a lado como en un concierto de pop. Un chupito de whisky antes de la pura electricidad.
Lo cierto es que esperábamos que Judas Priest utilizara un cartel con un logo de mayores proporciones al de los teloneros, pero al final su modesta puesta en escena valió de sobra para insuflar magia a uno de esos eventos sociales que se suceden en el mundo del metal cada cierto tiempo y arrastran a la mayoría de los conocidos del rollo fuera de sus cuevas. Muchos hacían doblete tras haber estado el finde anterior en Barcelona, e incluso se quejaban de que no habían cambiado el listado de canciones. A esto último ya nos hemos referido en repetidas ocasiones, pero la solución es fácil, ir a ver a Bruce Springsteen o un artista similar que le guste jugar con el repertorio.
Pero bueno, pensemos que en las misas tampoco se suele cambiar de rituales, así que entendamos el show como una eucaristía de los fieles para renovar votos, o adentrarse en el culto por primera vez, en el caso de los neófitos. Hubo motivos de sobra para mantener la fe.
El arrollador comienzo con “All Guns Blazing” o “Hell Patrol” podría ser un palmario ejemplo para cautivar descreídos, que se arrepentirían de inmediato de sus acciones con el clásico “You’ve Got Another Thing Comin’”. Tal vez Halford no disponga de la agilidad de antaño en el apartado físico, menos con esos ropajes que daban calor con solo verlos, pero la garganta la conserva en un aceptable estado de revista, pese a que en ocasiones aprovechara los solos de Faulkner para dosificar fuerzas.
El repertorio, muy enfocado en el 35º aniversario de ‘Painkiller’, no tuvo desperdicio, con auténticos himnos como “Freewheel Burning” o “Breaking The Law”, antes de descender a la oscuridad de “A Touch of Evil” o de poner a prueba las articulaciones del cuello con “Night Crawler”. La banda actual, con veteranos tan competentes como Ian Hill, Scott Travis o el mismísimo Halford, suena cañón, pese a que en redes se haya especulado acerca de la capacidad del frontman para alcanzar los tonos más complicados. Preferimos pensar que el hombre se esfuerza y por eso de vez en cuando necesita su tiempo para descansar. Pensemos en familiares y conocidos de 73 años, ¿a cuántos imaginaríamos subidos a un escenario pegando gritos de impresión?
Equilibrar la ineludible presencia de clásicos con la voluntad de no vivir exclusivamente de las rentas resulta complicado, pero los de Birmingham lo consiguen introduciendo piezas recientes que no desentonan en absoluto en el catálogo, caso de “Gates of Hell” o ese brillante “Giants in the Sky”, que se convierte en todo un homenaje a los músicos que ya no están con nosotros, como Ronnie James Dio, Eddie Van Halen o Freddie Mercury, entre otros populares rostros que podían contemplarse en el cartel de fondo.
“One Shot at Glory” no era tampoco de las predecibles, del mismo modo que “The Serpent and the King”, pero donde dejaron el pabellón bien alto y la locura se apoderó de los fieles fue en “Painkiller”, tan rotunda como la primera vez que la escuchamos en un garito. “Esas greñas, si no se mueven, a cortar”, decía un conocido y no podríamos estar más de acuerdo ante la actitud que era necesaria tomar ante una piedra angular del metal. Agitemos las cabelleras por nuestro espíritu juvenil, que esperamos todavía resida en algún sitio privilegiado al margen de tardeos y otras estrategias de manipulación social.
El regreso para los bises no entrañaría demasiadas sorpresas con “Electric Eye” y “Hell Bent For Leather”, donde Halford sacó su tradicional moto provisto de gorra y fusta para escarmentar infieles. Unos golpes de este instrumento sirvieron para enlazar con “Living After Midnight” y permitir que las voces se levantaran al máximo por última vez mientras por las pantallas se proyectaban imágenes de los fans de las primeras filas. La preceptiva comunión para poder ir en paz.
Tal vez hubiéramos deseado un repertorio con mayor margen para lo inesperado, pero preferimos quedarnos con lo positivo que fue contemplar a unos señores con varias décadas a las espaldas seguir dando el callo con dignidad, sin pisotear la leyenda, y con bastante más fuste que algunos de sus contemporáneos. Renovamos votos, desde luego.
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1 comentario
Otra gran actuación de los históricos JUDAS PRIEST presentando su último álbum junto a sus conocidos clásicos además de la actuación de un ilustre como PHIL CAMPBELL AND THE BASTARD SON como digna banda telonera la cual ofreció un cañero y rockero recital.