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Crónica de Jared James Nichols: Todo un estandarte del rock

Jared James Nichols posee una sólida trayectoria, la cual le ha permitido ser embajador mundial de la mítica marca de guitarras Gibson, tocar junto a ilustres como Slash, Steve Vai, Joe Bonamassa o Billy Gibbons entre otros y forjarse una fama más que merecida por su particular estilo de tocar o, mejor dicho, de acariciar las cuerdas sin emplear púa.

El guitarrista va a paso firme en su carrera y cada vez se corre más la voz a acerca de su arte sobre las tablas, desde donde desenfunda su arma forjada por madera sagrada mezclada con metal, la cual emplea como una extensión de su propio ser en vivo. Quizás por ello, es que se debió variar el emplazamiento original estipulado en el Teatro Magno por la sala Changó en el barrio de Chamberí en Madrid, para que un mayor número de fans pudieran latir al ritmo del músico estadounidense.

El recinto posee una reja en el techo formada por luces leds, las cuales estaban encendidas en color rojo fuego y formaban una especie de enrejado. Señal inequívoca de que Jared sumergiría al respetable en un averno sonoro durante casi dos horas de verdadera destreza.

Este rey león, dueño de una melena larga, rubia y rizada, con su enorme envergadura, ingresa al stage, bebe un chupito y consulta “¿Estáis listos para el rock?”, obteniendo una respuesta afirmativa y atronadora. Conecta la guitarra a su columna de amplificadores y junto a sus compañeros de ruta, Ryan Rice en batería y Brian Weaver en bajo, se dispone a rugir de manera colosal y poner a prueba las columnas del recinto madrileño. Abre la velada con “Easy Come, Easy Go” y el tiempo parece detenerse. Desde los primeros acordes, recodemos que toca con sus dedos sin uso de púa, muestra sus dotes a las cuerdas, pero también a la voz. Increíble magnetismo genera. Abduce por completo a la platea. El show es para no parpadear.

El sonido que emana durante toda su actuación es pulcro por demás. Los esqueletos se dejan guiar por un repertorio amplio que incluye “Hard wired”, durante la cual, se baja del stage para mezclarse con el público durante varios minutos, siendo muy celebrado el gesto. Al regresar de su excursión, sin dejar de tocar, se sienta en el borde del escenario, continúa tocando y, con gran habilidad, se pone de pie aún sin parar de rasgas las cuerdas, concluyendo con una sentencia a viva voz, dado el gran entusiasmo con el que le acompañaban con palmas, “¡Estáis locos!”. Su estilo único, también posee un sello inconfundible con ecos del pasado al no usar petaca inalámbrica, sino que su guitarra va unida al amplificador por un eterno cable. Vieja escuela, nueva savia.

A destacar también, es la sabiduría transformada en canción cuando lleva a cabo “Threw Me to the Wolves”, “Way Back” y “Keep Your Light on Mama” entre otras. El artista norteamericano hace transitar las sienes de los presentes por pasajes de verdadera electricidad que incluyen paradas en un hard rock potente, blues de autor, rock and roll del bueno y riffs incendiarios de verdadera matrícula de honor. Busca continuamente con la mirada a sus compañeros de actuación y sabe darles el espacio para que cada uno de ellos se luzca. Hinca una rodilla en el suelo y apoyando la guitarra en su muslo, contempla cómo ejecutan los instrumentos sus coequipers.

Su voz rasgada va disparando frases y durante los solos se explaya con un virtuosismo digno de mención. Nada de excesos innecesarios ni aggiornamento para complacer al público. Se nota y se percibe que lo hace desde lo más profundo de su ser. El respetable se divierte, pero también Jared. Nuevamente pone una de sus rodillas en el suelo, brinda con una cerveza con la multitud y prosigue. A estas alturas, ya no había extintores suficientes en la ciudad para apagar las llamas interiores de los presentes.

Sabe hacer del silencio una virtud y cuando sus compañeros toman el timón, haciendo que el bajo y los tambores muestren su poderío, él sonríe, dejando de tocar y mirándolos con admiración. Por pasajes juega con la guitarra haciendo arpegios y el respetable grita en cada nota. La esencia del rock en su máxima pureza.

Presenta su ultimo single publicado recientemente “Ghost” interpretando previamente fragmentos de “Miss You” de The Rolling Stones, la canción de la serie Pantera Rosa y “Smoke on the Water” de Deep Purple. Sonríe obteniendo una contraprestación de incontables aplausos. Cuando parecía que ya había tocado techo en su directo, aun había tiempo para subir otra planta más. Impresionante las texturas que le imprimió a “Good Time Girl”. Presencié cómo los espíritus de Eddie Van Halen. B.B. King, Jeff Beck y hasta de Jimi Hendrix decían “presente” en la sala. Nadie quería perderse su concierto en la capital.

Hasta el abundante humo del recinto toma forma física y aplaude al artista mientras afronta “Nails in the Coffin”. También hay tiempo para homenajear a ilustres como la banda Mountain con una versión épica de su clásico “Mississippi Queen” y a Jimi Hendrix con una lograda “Voodoo Child (Slight Return)”. Para estas dos últimas, contó con el apoyo en guitarra del músico local Tony “Waka” Martínez, al cual se refirió como su favorito de España. Muy brillante ese duelo guitarrero en el que juguetearon con los riffs de “Day Tripper” (The Beatles) y “Walk This Way” (Aerosmith).

Un breve descanso y regresa el trío para despedirse por todo lo alto. Agradece a todos los presentes por asistir y honrando la memoria y el legado del inmortal Ozzy Osbourne, concluye su concierto con “War Pigs” de Black Sabbath, haciendo que la noche vaya directamente a engrosar el libro sagrado de los conciertos en vivo de la capital.

Jared James Nichols pasó por Madrid y dejó claro porque es uno de los baluartes más importantes del rock universal. ¿Cuándo vuelves?

 

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