Crónicas
Impostores + Psygnos en Madrid: El arte de emocionar
«Impostores consiguieron que nuestras sensaciones al concluir fueran una mezcla entre las que depara un baño caliente a la luz de las velas y un viaje en montaña rusa. ¿Parecen antagónicas? La música, el arte de Impostores, las hizo compatibles»
14 marzo 2025
Sala El Perro de la Parte de Atrás del Coche, Madrid
Texto: Jason Cenador | Fotos: Jason Cenador y JuanJe
Emocionar con el arte es fundamental, es el leitmotiv supremo de cualquier expresión creativa dirigida a algo más que simplemente el utilitarismo, lo frío y lo funcional. Por eso, el rock siempre erizará el vello por encima de las cotas de la música – o la sonoridad – prefabricada concebida como un complemento para colmar cuentas bancarias al tiempo que vacían conciencias críticas y cabezas sintientes. Impostores decidieron hace ya casi una década que sentir y hacer sentir con sus canciones era su razón de ser, y combinando esa premisa con un talento fuera de lo común han dibujado una curva ascendente que tuvo una memorable parada en la ciudad que los vio nacer.
El septeto capitaneado por Gustavo Guzmán, quien prendió la mecha de esta andadura bautizándola en primera instancia Güs y los Impostores para después cambiar su nomenclatura realzando su naturaleza colectiva y de banda perfectamente empastada, cosechó un más que merecido sold out en El Perro de la Parte de Atrás del Coche, fija del circuito underground de Madrid que se le quedó pequeña, pero en la que lució una solidez encomiable. Y eso que tuvieron que lidiar con imprevistos de sonido sobre las tablas que no llegaron a trascender ante el respetable. A estas alturas todo obstáculo parece apenas una piedrecita en su camino hacia la excelencia.
Abría la lata Psygnos, un cuarteto madrileño que comparte local con los propios Impostores y que tampoco van nada faltos de virtudes. No en vano, a medida que pasaban los minutos de su concierto, muchos sentimos el deseo de congelar el tiempo ante lo que acontecía sobre el escenario. Su rock alternativo de superlativa expresividad y contagiosa hondura fue desplegado en directo con una seguridad abrumadora bajo la batuta de su vocalista, Sergio Santos, quien, además de estar dotado de unas privilegiadas cualidades en su garganta, sabe modularlas y exprimirlas con encomiable criterio al servicio de temas firmes, a veces tan envolventes y atmosféricos que parecían abducirnos, y, sobre todo, elásticos como un chicle en sus alternancias sonoras, siempre bajo el paraguas del rock alternativo.
Presentaban su homónima ópera prima de estudio, y de ella descargaron piezas como “Luz de gas”, presentada como un tema sobre el miedo a la pérdida y a quedarnos solos, “Ocaso” o “Astral”, en la que subieron a cantar a Gus Guzmán, ya a punto para protagonizar su propio concierto poco después. Demostraron con la inédita “Laureles” que su flujo creativo sigue sin encontrar diques de contención, se tornaron reivindicativos con la afilada “Estalla” y nos embelesaron con “Morfina”, demostrando lo bien que dominan las sonoridades etéreas de guitarra y casan la evocación y la melodía con la crudeza. Para seguirles la pista.
Casi sin espacio para maniobrar sobre el estrecho escenario de la sala, apelotonados en perfecta comunión y suprema complicidad, los siete integrantes de Impostores se plantaron ante su gente, que colmaba cada baldosa vacante del local, como quien abre la puerta de su rancho americano y se planta en el porche a mascar tabaco. Sorprendió que eligieran un tema tan empapado de rock sureño como “Al diablo conmigo” para inaugurar un repertorio en el que dieron buena cuenta de los muchos registros que su rock de amplio espectro y coloreado con el violín y el teclado consigue abarcar. Humeante y penetrante, la canción nos metió enseguida en contexto y dibujó una coherente travesía hacia “Al otro lado”, temazo también de inspiración americana de su anterior disco, esa joya llamada “Ley seca”. A su final, reivindicaron haber agotado entradas tocando temas propios y no siendo una banda tributo.
De vuelta a ‘Fase REM’, su sensacional último álbum, pisaron el acelerador y estimularon nuestras conciencias con “Los chicos no están bien”, himno irrebatible dedicado por parte del frontman a los adolescentes sumidos en la depresión, tan azuzada por la precariedad exacerbada que afronta la juventud a día de hoy y los marcos mentales viciados e irreales que imponen las redes sociales. El parasitario teléfono móvil descansaba muy bien en nuestros bolsillos, pues una realidad deslumbrante engendrada por Impostores lo iluminaba todo y no había nada más a lo que prestar atención. Los desbordes de guitarra de Juanfran Gómez y Mate Cañizares eran auténticos catalizadores de adrenalina, siempre bien empastadas con la acústica del propio Gus.
Con el entusiasmo en cotas álgidas, auguró Gus que les espera “una gira guapa” e hizo hincapié en ese señalado concierto del próximo 29 de noviembre en el que celebrarán sus diez años de carrera en la Sala El Sol de Madrid. Será, sin duda, bonito, muy bonito, pero bonito también seguía siendo este primer show con los nuevos temas bajo el brazo en la capital, y “Empezar de cero” mantuvo en liza la emoción, perpetuada por el medio tiempo “Por una canción”, dedicado a Gonzalo García Abella, ciclista paralímpico fiel a sus citas, que disfrutaba del concierto en su silla de ruedas en primera fila.
Escarbaron en el alma hasta hacerla escocer con la conmovedora y maravillosa “Verás”, anunciada como un tema sobre una huida hacia adelante. “A veces dejar una relación es un punto de partida”, comentó Güs a las puertas de uno de esos cortes que hacen de Impostores una banda con significante y significado, con magia, con un corazón con el diámetro del Kilimanjaro. Decíamos que emocionar con el arte es fundamental, y cuando se consigue a este nivel, la matrícula de honor es imperativa.
Para desmelenarse y dejarse las cuerdas vocales fue “La ley seca”, redonda, incontestable, irresistible, con Sergio Trujillo exprimiendo su violín y Gus entregado a ese estribillo que parece hecho a medida para el directo y que funcionaría tan bien en El Perro como ante uno de esos grandes aforos para los que opositan con gran merecimiento.
Arribó entonces el momento más especial de la velada, en el que el cantante y guitarrista nos hizo encender la luz del móvil – nuestra disidencia seguía siendo la llama del mechero – acuñando un momento de unión y calidez abrazado por “Muerdes por dentro”, para quien suscribe estas líneas su mayor reliquia, su canción más elocuente, emotiva y, al mismo tiempo, desgarradora. Nos elevó y empañó nuestras retinas como si hubiéramos abierto los ojos de par en par bajo la lluvia que regaba la ciudad de Madrid.
Reivindicó tras ella Gus a los medios que apoyan a las bandas emergentes mencionando esta casa, antes de seguir disfrutando y haciéndonos disfrutar de la mano de “Alfombra roja”, otro de los temas con los que ‘Fase REM’ hace cumbre y que será difícil de desplazar de sus repertorios de ahora en adelante. Tocado con garbo y un gancho inapelable, nos condujo hasta la muy digerible, dulce y magnética “Sígueme”, en la que, como si de un partido de vuelta se tratase, invitaron a Sergio Santos, voz de Psygnos, a empuñar junto a Gus el micrófono. El final haciéndonos cantar ese “narananá” fue para dejarse llevar.
El teclado de David Nieto y el violín de Sergio alumbraron la preciosa “Cada noche”, coronando con ella un show que se nos hizo excesivamente breve y nos dejó con ganas de mucho más. Con semejante estrujamiento del corazón, barnizado por un estribillo sensible, conmovedor y casi perfecto, consiguieron que nuestras sensaciones al concluir fueran una mezcla entre las que depara un baño caliente a la luz de las velas y un viaje en montaña rusa. ¿Parecen antagónicas? La música, el arte de Impostores, las hizo compatibles.
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