Crónicas
Ilegales: Jóvenes, arrogantes, eternos e incendiarios
«Aplausos y más aplausos llovían ante la demostración de contundencia, precisión y crudeza de una tuneladora de rock joven y arrogante, pero con chupa de cuero y honestidad»
9 mayo 2025
La Riviera, Madrid
Texto y fotos: Mauro Nicolás Gamboa
Ilegales es una de esas pocas bandas que han sabido interpretar a la perfección la máxima inglesa del doble significado de la palabra play: tocar y jugar. Se puede decir que el grupo, con más de cuatro décadas de trayectoria, ejecuta ambos conceptos fogosamente y los transforma en preceptos con aroma a mandamientos. A estos músicos de alto vuelo, se les ve en su segunda infancia demostrando sobre las tablas que saben ser crudos, jugones, disfrutones, irónicos, bromistas y, sobre todo, destilar por cada uno de sus poros rock, puro rock, bajo la batuta del profeta y rockstar Jorge Martínez.
Al ingresar a La Riviera, recinto madrileño que había colgado el cartel de sold out, se percibía en el ambiente que la noche seria de fuego y eternidad. Unos minutos pasados las 21 horas, abundante humo decía presente y los enormes paneles de luces led que se encontraban en el fondo del escenario preparados para custodiar las espaldas de la banda se encienden en tonos rojos intensos. Del alma ya se ocupan los fans. Intro disparada. Paulatinamente ingresan los músicos, que toman posiciones y muerden por primera vez con “El fondo de la noche”, canción incluida en su último trabajo de estudio, ‘Joven y arrogante’.
La sala inicia un viaje al unísono por canciones de toda la discografía del grupo, que albergará una treintena de composiciones para dejar extasiados y satisfechos a los presentes a la conclusión del mismo. Las primeras palabras del frontman son para corroborar, tal como hicimos en primera persona en esta imperdible entrevista que merece ser releída, su colmillo mordaz, valga la redundancia. “Los rockeros no se comen a nadie…casi nunca”, manifiesta, y acto seguido disparan con “Joven y arrogante”, titulo que también bautiza el presente tour de 2025, que los tendrá nuevamente en Madrid a mediados de junio.
Interpretaciones crudas y afiladas como “Todo lo que digáis que somos”, “Si no luchas te matas”, “El norte está lleno de frio” y “Enamorados de Varsovia” entre otras, rubrican y reafirman la vigencia del combo. Hay conciertos que se escuchan y hay unos pocos que se te meten en la sangre, cual veneno necesario de rock. Esto último es lo que estaba sucediendo con el directo de Ilegales. El antídoto no existe. Deja a tu corazón disfrutar junto a tu esqueleto.
Los paneles de luces led van cambiando de tonos según las canciones y los momentos, ayudando a que la velada sea hipnótica. A Jorge Ilegal se le ve firme, cercano y, como buen líder, vigila que todos estén disfrutando plenamente. Su total black look, con sus características botas de cuero de potente azabache (ay, si ese calzado escribiera sus memorias), es su seña de identidad junto a su destreza para tocar las seis cuerdas y cantar con una pulcritud digna de admirar.
“Aquí están mis gloriosos compañeros de Ilegales”, tal como los presentó el vocalista asturiano, y procedió a nombrar a Willy Vijande en el bajo, Jaime Belaustegui en la batería y Toni Tamargo en teclados y guitarra. Estos músicos, junto a Jorge, manifiestan cohesión sobre las tablas y mantienen el pulso en todo momento.
Uno de los himnos del grupo, como es “Hola Mamoncete!”, desata recuerdos en el respetable, “Moloko” y su ritmo festivo lo pone a bailar, “Yo soy quien espía los juegos de los niños” son vestigios del ayer con cierta dosis de actualidad y “Ángel exterminador” atrapa extremadamente en directo. La velada estaba en llamas, pero nadie osaba buscar un extintor.
Jorge, el alma mater del grupo, se acerca según la canción a sus coequipers y devuelve miradas de complicidad a sus fans. Ilegales avanza firme y hace latir a la platea. Es un grupo en el que la comodidad no entra en sus cánones y siempre ha mantenido ese espíritu de rebeldía para, a través de su poesía, junto a sus texturas sonoras, marcar a varias generaciones.
El cuarteto en vivo demuestra su destreza y sobriedad, reafirmando el buen momento y solidez de su etapa actual. El show es cautivante y hace que la banda continue escalando peldaños, a pesar de ya encontrarse entre los elegidos que habitan el Olimpo del rock patrio.
“Es ansiedad”, para la cual el líder lee la letra en un papel gigante con letras enormes, y sus himnos “Bestia, bestia” y “Dextroanfetamina - No quiero ir a la mili” cierran el primer acto del concierto junto con las palabras de Jorge: “Ahora vamos a camerinos y vemos cuántas canciones más podemos tocar”.
A su regreso, Ilegales arrolla por completo al auditorio con “África paga” y “Agotados de esperar el fin”, tras la cual el frontman, fiel a su sarcasmo, dice: “No queremos ser una de esas bandas que forman una especié de karaoke de sí mismos, pero lo habéis hecho casi genial a los coros, la próxima será mejor”, desatando las risas cómplices de su parroquia fiel, e inmediatamente ejecutan “Europa ha muerto”.
Pero sus seguidores tienen sed de riffs y merecen ser saciados. La decisión que toma la banda es completamente acertada. Encienden la trifásica y el público acepta el envite y la descarga. Llevan al punto de ebullición la sangre de todos los presentes con “Hombre blanco”, “Destruye” y “Soy un macarra”. Durante esta última y antes de cerrar la velada, desean a todos un “honesto feliz año”.
Aplausos y más aplausos llovían en La Riviera madrileña ante la demostración de contundencia, precisión y crudeza del grupo. Ilegales, una tuneladora de rock joven y arrogante, pero con chupa de cuero y honestidad.
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