Crónicas
El Drogas: Carretera y manta
«No hay tregua para El Drogas, que, aunque pasen los años, de momento no baja un ápice el listón de la intensidad en sus shows»
28 febrero 2025
Intxaurrondo Kultur Etxea, Donostia
Texto: Aitor Zubizarreta. Fotos: Iñigo Malvido
Antiguamente, el lanzamiento de un nuevo disco servía, entre otras cosas, como pretexto para salir de gira. Claro que hablamos de épocas pasadas, cuando publicar un nuevo trabajo tenía una importancia que hoy ya no tiene, no al mismo nivel, por lo menos. Ahora, además, las giras conmemorativas de un disco o época concreta están a la orden del día para cualquier grupo o artista que ya acumule una carrera importante.
El Drogas también cayó en la tentación de conmemorar y recrear en directo los 40 años de su histórica banda madre, Barricada, y la alta expectación se tradujo en una gira de año y pico, cerca de un centenar de conciertos y un nuevo trabajo en directo para inmortalizar el redondo aniversario. Quizá por eso sorprende un poco más que El Drogas salga de nuevo a la carretera sin nuevo disco que presentar. Para el público, veterano y muy fiel, sin embargo, no parece haber mayor problema y los primeros conciertos del recién iniciado nuevo tour están llenando, también en Donostia, con doblete en el Centro Cultural Intxaurrondo los días 28 de febrero y 1 de marzo, con todo vendido, mil personas en total.
Como era de esperar, el de la Txantrea ha vuelto a lo esperado en sus conciertos, es decir, un repertorio que bebe de todos sus proyectos, Txarrena, La Venganza de la Abuela y, sobre todo, El Drogas y Barricada. Un cancionero muy completo de 38 temas que se fue hasta las dos horas y media de concierto. Los ambientes están muy medidos, claro. En la primera parte, mucho material propio y una avalancha de clásicos de “Barri” en la segunda mitad. Salida tremenda, cuarenta minutazos a bloque, sin parar ni para saludar, demoledores, aunque al ser sobre todo temas ajenos a Barricada, el público no entró al trapo a fondo, aunque siguió con atención la descarga y, como para no, aquello sonaba cañón desde el principio, con precisión absoluta.
“Buenas noches, Donosti, esto ha sido el bolo, ahora vienen los bises”, bromeó el jefe tras ese larguísimo primer asalto de hasta once canciones consecutivas (“Fue 24D ¿Y qué?”, “Mientras arde tu país”, “Nos queda poco tiempo”, “Peineta y Mantilla” o una arrasadora “Nada sin ti”, con el cantante paseando entre el público).
“Bahía de Pasaia” fue uno de los momentazos de la noche, en una versión más lenta, acústica al principio y con Enrique tirando de megáfono después. Quedó genial. Para entonces, ya habíamos comprobado que el nuevo batería, Nahia Ojeta, es un gran fichaje, quizá menos pegador que Brigi, pero más fino estilista, con mucha clase.
Txus a la guitarra y Flako al bajo, este último lleno de calaveras en los dibujos de su camisa y en los tatuajes de sus brazos, siguen siendo los fieles escuderos del líder, con su elegante look habitual.
Entró en el set “Puede ser”, un nuevo tema compuesto en homenaje al pueblo saharaui, que dio paso poco después a la intimidad, en letra y propuesta sonora, de “Collar abandonado” y “Cordones de mimbre”, que, hay que decirlo, no fueron nada disfrutables con los irrespetuosos charloteos y risas del respetable en un momento que merecía mayor silencio y que en ese instante nos hizo añorar sus bolos en teatros.
En esos temas, tiró El Drogas de guitarra acústica, también de armónica en la divertida “Debajo de aquel árbol” y hasta se colgó la eléctrica en “Como son” y la salvaje “La hora del carnaval” a mitad de concierto y con el gentío entregado y camino al desfase.
Cerca del final, sonaron los dos temas mejor recibidos del repertorio ajeno a Barri, la versión de “Frío” de Alarma y “Azulejo frío”, apoteósica como primer final.
Quedaba después un largo doble bis con hasta ocho hits de los Barri, que dejaron a la audiencia totalmente feliz y noqueada tras bailar y cantar tanto himno inmortal del rock urbano estatal. No hay tregua para El Drogas, que, aunque pasen los años, de momento no baja un ápice el listón de la intensidad en sus shows.
“Caña. Siempre caña. Y al enemigo también”, como gritó el jefe de filas, que con los años parece cada vez más comprometido política y socialmente. Un fiera, Don Enrique.
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