Crónicas
Black Label Society + Monolord: La hermandad del rock
«La peña aplaudió a rabiar a Zakk, quien se despidió varios minutos, muy agradecido con el respetable, santiguándose varias veces de rodillas y elevando sus plegarias al firmamento.»
10 marzo 2018
Jimmy Jazz, Vitoria-Gasteiz
Texto: Ayar Salazar. Fotos: Yngwie Vanhoucke
Siendo sinceros, todos los que acudimos anoche al Jimmy Jazz de Vitoria lo hicimos para ver a uno de los guitarristas más icónicos del rock duro, Jeffrey Phillip Wielandt, más conocido en mundillo del rock & roll como el portentoso Zakk Wylde, nombre que adoptó desde que sustituyera en 1987 a Jake E. Lee en la banda de su padrino, Ozzy Osbourne. Tanto los seguidores de Black Label Society, la mayoría con camisetas, chupas de motorista y chalecos con el logo de BLS, como los fans del rock pesado en general, esperaban ansiosos en las puertas del local vitoriano a este rubio procedente New Jersey, que esta vez venía con su nuevo trabajo de estudio bajo el brazo, ‘Grimmest Hits’ (Entertainment One Music, 2018). El primer show de la gira peninsular prometía poner patas arriba a la peña vasca.
Desde temprano, se podía ver la cola con gente intentando no quedarse fuera de este bolo. Afuera, se veía el bus que traía a la banda; Wylde y compañía pasaron saludando tímidamente a los presentes. Las pintas de motoristas, tanto de los miembros de la banda como del staff, saltaban a la vista; una estética que se repetía en fans que lucían barbas, melenas y chupas de cuero, con chalecos y bandanas con calaveras.
El trío stoner/doom sueco Monolord se presentaba como aperitivo en esta noche llena de distorsión. Ya dentro del recinto pudimos observar que el espacio que habían dejado en el escenario para los suecos era mínimo. Salieron al escenario el vocalista y guitarrista Thomas V. Jagger, enfundado con una guitarra Flying V; y Mika Häkki, con un bajo explorer, todo muy old school. Los dos amplificadores Orange que apuntaban al público ya dejaban claro qué tipo de sonido presentarían. El baterista Esben Willems, de muy buen desenvolvimiento, se situó muy cerca del público, ya que un gran porcentaje del escenario escondía bajo telas negras el arsenal nuclear de Black Label Society. Es lo que tiene ser telonero: gajes del duro oficio de escenarios y carretera.
El doom con tintes stoner es un subgénero que no es fácil de digerir: o lo amas o lo odias, casi no hay punto intermedio. Sin embargo, en el directo suele ganar mucho el sonido valvular y orgánico. Además, la entrega de la banda ayudaría a aumentar el interés de la audiencia con el paso de los minutos. Monolord, oriundos de Gotemburgo, una ciudad más identificada como cuna del melodic death metal, presentó su nuevo disco ‘Rust’ (Riding Easy Records, 2017), lanzamiento aclamado entre los seguidores de estos sonidos. Abrieron con “Where Death Meets The Sea” sufriendo problemas con la guitarra que serían solventados a continuación, logrando unas condiciones favorables para ofrecer una sólida actuación que no sobrepasó los 40 minutos. La voz de Jagger le da una atmósfera más que interesante; no se apoya en el berreo ni en la voz aguardientosa, recursos usados hasta el extenuación por otras bandas, sino más bien suena súper cristalina y atmosférica. Hicieron un repaso breve a sus tres trabajos: “We Will Burn” de su anterior placa ‘Vænir’ (2015) sonó aplastante. Pusieron énfasis en su nuevo material destacando “Rust”, la canción que da nombre al disco. Poco a poco, la Jimmy Jazz fue abarrotándose de gente. Los suecos cerraron con “Empress Rising” de su primer trabajo del mismo nombre. Lo dicho antes: los amantes de este género movieron las melenas al ritmo lento de riffs paleolíticos en afinaciones gravísimas, pero la peña estaba ahí por otro motivo.
Un telón negro con el logotipo de Black Label Society tapaba el escenario por completo. Por dentro se veían las siluetas del crew de Zakk currando a tope para dejar todo listo para la descarga. Tras una espera de algunos minutos, se escucharon algunas canciones de Alice in Chains o Soundgarden para, posteriormente, dar paso a un mash-up, una especie de género musical muy de moda en Youtube en el que se ejecutan combinaciones o collages de temas. Así se oyeron, a manera de intro, ¨Whole Lotta Love¨ de Led Zeppelin y ¨War Pigs¨ de Black Sabbath al unísono, entreteniendo a la peña que ya esperaba extasiada.
Pasados 10 minutos de la hora prevista se abrió el telón. El espectáculo de los cañones de humo y luces rojas le dieron un toque diferente al concierto; los enormes amplificadores servían de escenografía, acompañados de un micrófono con calaveras y cruces de metal. No faltaría la parafernalia típica de BLS, con un pedestal o podio exclusivo en el que Zakk se sentía como pez en el agua cada vez que subía para moverse en su hábitat natural, el escenario. Se situaba un escalón por encima del resto de la banda; sin dudas, era el jefe del cotarro.
Junto al guitar hero, John DeServio, pequeño en estatura pero enorme como bajista y apoyando en sendos coros; Jeff Fabb, cumplidor tras los parches; y Dario Lorina en la otra guitarra, piano y coros, este último sustituyendo a Nick Catanese, compañero de larga data de Wylde quien, hace poco, se ha visto envuelto en un bochornoso incidente por acoso a una adolescente. Lorina, de aspecto delgado, parecía no encajar (por lo menos estéticamente) con el resto de la banda, pero luego nos demostraría todo lo contrario con un buen arsenal de recursos que dejaron claro la calidad de músico que es. Ya estuvo por estas tierras junto a Zakk en solitario en su gira promocional del ‘Book of Shadows II’, más orientado a su vena melódica.
“Genocide Junkies”, de su recordado disco ‘1919 Eternal’ (2002), abrió el show, para dar paso seguidamente a “Funeral Bell” del ‘The Blessed Hellride’ (2003) y “Suffering Overdue”, clásicos de los que probablemente son sus mejores discos de estudio. El sonido, a comparación de la banda telonera, era demasiado potente: al principio costaba distinguir la voz y a las guitaras les sobraba volumen, sobre todo la de Wylde. Sonó “Bleed For Me¨, trayendo el primer duelo de hachas de la noche. Con esta interpretación, se cerraría con un broche de oro el primer segmento del show.
A partir de “Heart of Darkness”, único tema del ‘Catacombs of the Black Vatican’ (2014), entramos en territorio más rockero, con mucho de ese groove característico de la casa. Debemos mencionar que el sonido mejoró en este segundo segmento, aunque la voz no del todo. Zakk, entre tema y tema, bebía de un vaso en el que se podía observar algún saquillo de alguna infusión; como sabemos, desde algunos años y tras de una larga lucha, ha vencido a los demonios del alcohol, que le alejaron, entre otras cosas, de tocar con Ozzy, siendo reemplazado por el griego Gus G.. Nunca fue oficial; se dijo entonces que era porque Ozzy estaba sonando demasiado a Black Label Society. Sin embargo, años después y completamente sobrio, estará girando con el príncipe de las tinieblas en su tour de despedida; podremos verlo este verano junto a su padrino en el Rock Fest Barcelona y en el Download Festival de Madrid. Por otro lado, merece la pena comentar el arsenal guitarrístico que hacía relamerse a más de un fanático de las 6 cuerdas. Wylde ha lanzado su propia marca, Wylde Audio, tanto de amplificadores como guitarras; todas ellas de formas caprichosas, con detalles estéticos propios pero basados en modelos de Gibson, su anterior casa, de la cual era uno de sus principales estandartes.
En “Suicide Messiah” de su disco ‘Mafia’ (2005), quizás su última gran referencia con BLS, entró al escenario unos de los roadies con un megáfono para apoyar con los coros “It’s just your suicide messiah”. La gente estaba cada vez más enchufada. Visiblemente, se respiraba un aire de camaradería entre el crew y la banda, algo destacable cuando cambiaban de instrumentos o solventaban algún percance propio del directo. Las miradas, sonrisas, saludos, abrazos y señales de mucho respeto entre ellos eran más que evidentes.
“Trampled Down Below” fue el primer corte del nuevo plástico, dejando a las claras que, aunque es su gira promocional, Wylde sabe perfectamente que el público viene por los clásicos. Muy buena intro de bajo de DeServio, quien merecía un poco más de volumen y estaba algo escondido detrás de esa pared de guitarras, pues si algo caracteriza a esta sociedad de etiqueta negra son los riffs pesados y los solos. No obstante, en este segmento del show fueron ganando protagonismo las voces, sobre todo cuando Lorina se sumaba a DeServio. “All That One Shined” y “Room of Nightmares¨, también de ‘Grimmest hits’ (2017), sonaron muy bien, dándole otro corte al concierto mucho más rockero. Debo confesar que son canciones que no me causaron mucha emoción en el disco pero, tras oírlas en vivo, ganaron mucho: es un muy buen material para ser disfrutado en directo.
Otro tema del ‘1919 Eternal’, “Bridge to Cross”, da inicio a la parte más pausada de la noche, con los temas melódicos con más feeling. Lorina estaría al piano, aunque con problemas al inicio por el poco espacio que tenía. Posteriormente, Zakk dejaría la guitarra de lado para entregarse a las teclas y dedicarle “In This River” a su fallecido amigo Dimebag Darrell. Es de sobra conocido que la amistad que unió a estos dos grandes guitarristas fue muy intensa, así como el dolor por su trágica partida. Por ello, muchas veces los fans y cierta prensa han soñado y especulado con una reunión de Pantera con Wylde sustituyendo a su amigo.
“A Love Unreal” de la nueva placa sonó bien, con voces melódicas y riffs con influencia Black Sabbath. No es secreto que es su banda favorita. De hecho, bajo el nombre de Zakk Sabbath y en formato trío, nuestro protagonista homenajea a los ya retirados señores de Birmingham. Una lástima que cancelaran su gira el año pasado, privándonos de verles en el Download de Madrid. Otra vez será.
La parte final del show se acerca. Llega el turno de “Fire It Up” de otro de los discos más socorridos de esta noche, ‘Mafia’ (2005), con su particular riff cantado por la audiencia. El movimiento de melenas generalizado en el éxtasis de los solos (esta noche ya habían caído unos cuantos) animó a Wylde a bajar del escenario y continuar con su interpretación en medio de la sala, rodeado de fans. Su personal de seguridad lo cuidaba con veneración mientras estiraban un cable larguísimo, porque claro, el Sr. Wylde es un tío de la vieja escuela y no anda con equipos inalámbricos. Cuando pensábamos que volvería al escenario lo vimos perderse por las escaleras del fondo; desde nuestro sitio no podíamos verle, pero si oír sus interminables dibujos retorcidos en las seis cuerdas de una SG estilizada de color verde. Nuestra sorpresa fue mayor cuando lo vimos subirse al altillo o mezzanine del Jimmy Jazz, desde donde estábamos muy cómodos observando el show. De pronto, Wylde apareció a nuestro lado, nos quitó de nuestro sitio privilegiado. El rubio sudoroso con pinta de Thor se encontraba a centímetros de este redactor, tocando desde el balcón que da hacia el público situado frente de su banda. Fue entonces cuando ofreció un interminable solo con la guitarra detrás de la cabeza. A esas alturas el público está entregado. Zakk vuelve con su séquito al escenario para descargar con “Concrete Jungle”, único corte que sonó del álbum ‘Shoot to Hell’ (2006).
Como era evidente, la noche no podría terminar sin el sencillo más conocido de BLS, que en su versión original tuvo la participación de Ozzy en las voces: “Stillborn”, un buen punto final para una noche de mucho rock y metal. La peña aplaudió a rabiar a Zakk, quien se despidió varios minutos, muy agradecido con el respetable, santiguándose varias veces de rodillas y elevando sus plegarias al firmamento. Nuevamente los abrazos y camaradería entre compañeros de banda se hizo evidente, dejándonos a las claras que más que una banda son una verdadera hermandad del rock and roll.
Setlist: Genocide Junkies / Funeral Bell / Suffering Overdue / Bleed for Me / Heart of Darkness / Suicide Messiah / Trampled Down Below / All That Once Shined / Room of Nightmares / Bridge to Cross / In This River / The Blessed Hellride / A Love Unreal / Fire It Up / Concrete Jungle / Stillborn
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2 comentarios
Yo estuve ayer en Santiago. Puro heavy metal e impagable el homenaje a Dime. No paré de acordarme del crítico que "acusó" al grupo de hacer nosécuantos tipos de grunge en estas páginas....
Al redactor de la noticia se le ha pasado comentar que el local se quedó muy pequeño para albergar un evento de estas características. Los únicos que lo pudieron ver bien fueron los de las primeras filas, que estaban literalmente como sardinas en lata y los de la primera fila de la balconada. Los demás lo vimos fatal. Parecía aquello el camarote de los hermanos Marx. La sala esta llena de columnas y no ve nada. Si lo llego a saber no voy. Esta sala tiene capacidad para 400 personas tirando por lo alto. Pasando de ahí la incomodidad es absoluta y el sonido muy deficiente.