Crónicas
Apocalyptica: Dos conciertos en uno
«No solamente todo el teatro estaba de pie y muchos de los asistentes cerca del escenario, sino que cantaban como si el mismo Hetfield estuviera ahí delante»
9 abril 2018
Nuevo Teatro Alcalá, Madrid
Texto: Javier García Hualde Fotos: Nerea Ramos
El concepto de “chelo metal” no es algo que pueda parecer atractivo más allá de la anécdota en un principio. Si a alguien a quien no le es familiar Apocalyptica le hablas de ver a cuatro tíos tocando heavy con violonchelos, probablemente no sabrá que pensar ni cuál sería la tónica de un concierto suyo en directo. A mí, pese a no ser virgen en esto de ver a los finlandeses, me pasaba algo parecido.
El Nuevo Teatro Alcalá estaba ya repleto a eso de las 20:15. El público era de lo más variado, desde los metaleros más clásicos hasta personas que uno podría pensar que venían a ver una obra de teatro cualquiera. Varios temas de Metallica se sucedían, uno tras otro, mientras los asistentes tomaban sitio. Y es que no era para menos, ya que el grupo se preparaba para ofrecernos un setlist en el que sólo interpretarían temas de los de San Francisco.
Y así, sobre las 9 de la noche, se apagaron las luces y los de Eicca Toppinen, armados con sus chelos, se subieron al escenario. “Enter Sandman” abría la noche para hacer las delicias del respetable. El ambiente, como me temía, comenzó siendo algo espeso. Como dos personas que se acaban de conocer, el público y los músicos interactuaban, pero desde la distancia un tanto fría que las características de un gran teatro propicia. La tónica, a la que antes hacía referencia, se comenzaba a marcar. Era un concierto para ver sentado, aunque la gente diera palmas al ritmo de la música, la electricidad de un show de metal no terminaba de aparecer. Siguió “Master of Puppets” y se comenzaron a ver tímidos atisbos de energía. Eicca y Perttu, que fueron los encargados, a lo largo de la velada, de llevar todo el peso del espectáculo, se levantaban de sus sitios y comenzaban a tocar de pie. El respetable respondió en consecuencia.
Eicca, miembro original de la banda, saludó al público y anunció que sólo tocarían temas de Metallica durante toda la noche. Además, invitó a los asistentes a “ser los vocalistas de el concierto”. Un detalle que siempre llama la atención de Apocalyptica son los generosos pedales de efectos con wah wah incluido que lleva cada miembro de la formación y que les permiten mimetizar los solos de Hammet o Hetfield de manera casi perfecta.
Continuaron con “Harvester of Sorrow” seguida de “The Unforgiven”. La ejecución y el sonido fueron perfectos durante toda la noche. Se podía apreciar cada matiz sonoro y los cuatro violonchelistas clavaban cada nota.
Tras volver a dirigirse al público para darles las gracias por estos 22 años y recordar que, al comenzar, sus únicas expectativas eran “grabar un disco y dar un par de bolos” tocaron las potentes “Sad But True” y “Creeping Death”. Durante esta última Eicca tuvo algunos problemas con su instrumento, presumiblemente de afinación, aunque sus técnicos los solventaron con rapidez. Se nota la compenetración y el buen rollo que hay entre los músicos, siendo, quizás, Antero Mannien, la única excepción. Pese a sus exquisitas interpretaciones, permaneció hierático y sentado casi todo el concierto, alejado de sus compañeros y del público. Tras ejectuar “Wherever I May Roam”, Toppinen hizo referencia a la seriedad de su compañero mientras le presentaba. Este fue el único momento en el que Antero, quien se volvió a incorporar al grupo en 2017 tras años de ausencia, esbozó una ligera sonrisa, siempre detrás de sus oscuras gafas de sol.
“Welcome Home (Sanitarium)”, fue la última bala que los finlandeses tiraron antes de irse al descanso. Hasta ese momento tan sólo algún miembro del público se había dejado llevar. Pese a los temazos que el grupo había tocado tan magistralmente, no terminaban de saltar chispas. Esto iba a cambiar en la segunda parte, que convirtió un espectáculo tranquilo en un verdadero concierto de rock.
Las 3 pantallas que se situaban a las espaldas de los músicos para jugar con la iluminación fueron retiradas, dejando al descubierto una imponente batería. Esta, en la opinión de quien escribe estas líneas, fue la clave para devolverle la vida al show. Volvieron los músicos y comenzó a sonar “Fade To Black”. Entró entonces Mikko Sirén y todo cambió. La contundencia de su batería, unida a la virtuosidad del resto, creó un ambiente muy especial. “For Whom The Bell Tolls” fue la siguiente canción en sonar. La iluminación, que fue espectacular, también ayudaba a crear una atmósfera que mezclaba lo íntimo con lo rockero. El público se empezó a meter de lleno en el concierto, algunas personas comenzaban a levantarse y a acercarse al escenario.
Siguieron con “Fight Fire with Fire”, que sonó imponente, y “Until It Sleeps”, tema sacado del “Load”, pero que fue muy bien recibido por los asistentes. Después fue el turno de hablar para Perttu Kivilaasko, que estuvo un buen rato bromeando con el público, hablando de fútbol –usando los clichés propios de un grupo extranjero que visita España- y, al final, reconociendo que tan sólo estaba ganando tiempo porque su compañero tenía que ir a hacer pis. Fue uno de los momentos más desternillantes de la noche. Flotaban en el ambiente una cercanía y un buen rollo tremendamente contagiosos.
Sonó “Orion” y le siguió “Escape”. Ya con el rubio de vuelta, reconocieron que este era uno de sus temas favoritos y que les frustraba un poco que Metallica no lo tocara en directo. También contaron la anécdota de cómo el ‘Ride the Lighning’ había sido el primer disco de los de Hetfield que Eicca había comprado.
Llegábamos a los compases finales del concierto y la banda comenzó a tocar “Battery”. El clásico del ‘Master of Puppets’ vino acompañado de mucho espectáculo. Y es que, si bien es cierto que a Manninen le falta carisma, también lo es que le sobran instrumentos chulos. Durante este tema se defendió con un chelo en forma de calavera y con luces en su interior.
Apocalyptica anunciaba que se iba, y, tras jugar un poco con el público, tocaron el tema que se convirtió en el plato fuerte de la noche, “Seek & Destroy”. No solamente todo el teatro estaba de pie y muchos de los asistentes cerca del escenario, sino que cantaban como si el mismo Hetfield estuviera ahí delante. El grupo también se dejó llevar, parecía un concierto diferente al que había abierto la noche. Eicca comenzó a cantar los estribillos, Perttu realizaba escorzos imposibles mientras tocaba. Transmitían una energía increíble. La canción se mezcló con un guiño a “Thunderstruck” de AC/DC y acabó con los clásicos gritos de “oe, oe, oe”.
Por supuesto, hubo un bis. “Nothing Else Matters” fue coreada por el público con todo el sentimiento del mundo. Y, tras despedirse e invitarnos a “cuidarnos, querernos entre nosotros y a nosotros mismos”, los finlandeses se despidieron con “One”, que sosegó al entusiasmado público y les dejó volviendo a casa con una sonrisa de oreja a oreja.
Vídeo y edición: Javier G. Hualde
Apocalyptica se rindió a los aplausos del respetable una vez más. Su show fue increíble y confirmó que sus 22 años de triunfos no son simple suerte. No sé si su plan de dividir el concierto en dos partes, una sosegada y otra más dura, es lo ideal o lo más divertido pero, mientras volvía hacia el metro, pude escuchar a una chica diciéndoles a sus amigos lo contenta que estaba de haber podido acudir y, eso, a fin de cuentas, es lo importante, ¿no?
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